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¿Hacia dónde va el Barça?

En los últimos tiempos un cúmulo de decisiones han apartado al equipo catalán del rumbo que llevaba. La política de compras, la poca inserción de juveniles han sido algunos síntomas. La salida de Abidal hoy es otra muestra. Incertidumbre para el futuro cercano.



Fotos de grandes momentos del Barcelona han habido y muchas en los últimos años. Lógicamente, desde mediados del 2008 con el pico de rendimiento en la final del Wembley del 2011 o la del Mundial de Clubes del mismo año, el Barça vivió los momentos más grandiosos de su historia y conformó un equipo destinado al Olimpo de este deporte y que el tiempo se encargará de ubicar en su justo lugar. Las razones para este fenómeno han sido analizados en diferentes momentos, pero lo que era claro en la etapa que tenía a Guardiola como ángel protector era que había algunas señales distintivas tanto en el juego del equipo como en la gestión global del club. 

Hoy por hoy, no se puede decir lo mismo. Quizás visto de una manera liviana, sin un análisis más profundo, pareciera que sí, que se trata de un momento de bajón lógico propio de cualquier ciclo. En definitiva, el equipo salió campeón, con el récord de los 100 puntos a tiro, volvió a ser semifinalista de Champions y cayó en las semifinales de la Copa del Rey ante un muy buen Real Madrid en el Camp Nou. 

Pues bien, eso sería quedarse simplemente con los números, los resultados, pero de análisis, tendría poco. Además, los problemas actuales que evidencia el FC Barcelona no se limitan a lo que ocurre en el campo; podríamos decir incluso que es en el césped donde menos errores se hayan cometido, aunque sean los más fáciles de señalar. Pasados apenas dos años de aquel 3-1 inolvidable en Londres ante el Manchester United, la imagen del club de forma global es muy diferente.

De la mano de Tito Vilanova, si bien en el tramo final de Pep Guardiola habían comenzado a evidenciarse algunos síntomas, el Barça fue modificando las pautas trascendentales de su estilo de juego. Lo hemos ido analizando en la última temporada, por lo que no es cuestión de volver a repetir lo que contamos partido tras partido, pero en una búsqueda de mayor verticalidad -que propició mayor cantidad de  goles a favor pero al mismo tiempo mayor fragilidad en las transiciones defensivas- el Barcelona fue desnaturalizándose. Lo que le sirvió para marcar distancias más claras con los equipos débiles en el plano local fue uno de los argumentos que lo hizo más endeble ante los fuertes en España y los gigantes de Europa. 

Pese a ser semifinalista por sexta vez consecutiva, la UCL 2012/2013 fue un suplicio para los catalanes. Desde el juego con el Milán en San Siro, pasando por el PSG y el Messi affaire hasta la humillación ante el Bayern. Ojo, el Celtic, el Spartak y el Benfica le ocasionaron diversos problemas (una derrota en Glasgow, una victoria in extremis como local y una inoportuna lesión del rosarino) en la fase de grupos. 

Por supuesto, no se podía dejar de lado un hecho indisimulable: la enfermedad de Tito Vilanova. A partir de eso, algunas situaciones se desnaturalizaron, el Barça apretó el acelerador para asegurarse la Liga en enero y lo que traía mayor tranquilidad en el corto plazo terminó siendo una de las causas de la caída en abril. Como explicara Martí Perarnau, esos fallos en la gestión, terminaron derivando en que ante el Bayern Munich el equipo culé llegara con 7 jugadores titulares en condiciones cundo enfrente había 14 potenciales titulares. Poca disputa interna sumada a los escasos minutos competitivos de los jugadores más jóvenes generó que cuando debieron saltar al campo no contaran ni con el rodaje ni con la confianza ideal como para hacerlo. 

El punto de los juveniles es más sensible incluso que el de la poca competitividad interna, hecho achacable -en cierta medida- a lo coyuntural de la ausencia del conductor. Y es más sensible, porque una de las banderas de este exitoso ciclo había sido la capacidad de lograr un éxito incomparable con menos recursos que otros grandes equipos. La clave: sus divisiones formativas.

Por supuesto, esto no invalidaba la llegada de grandes fichajes, pero venían a ser todos complementarios (quizás a excepción de Zlatan Ibrahimovic, una apuesta fallida), la base pasaba por otro lado. El mismo Pep Guardiola no se sonrojoba al afirmar que si faltaba algún jugador se usaba al "del filial". Con el de Santpedor los valores surgidos de La Masía disfrutaron de oportunidades reales, no solo en encuentros decorativos. Así, no era ilógico dentro de ese plan que un joven como Marc Muniesa pudiera ser suplente con 17 años en una final de Champions League. De la misma manera, que Pep hubiera subido a dos futbolistas como Pedro o Sergio Busquets, indiscutibles luego pero ignorados hasta ese entonces  no era más que otro síntoma de lo que se requería para llegar: esfuerzo.


Muniesa y Roberto, eran el futuro

Hoy, la inclusión de jugadores del filial (no ya en el equipo titular, sino en el grupo estable del primer equipo) comenzó a ser un problema. El mismo tiene muchas aristas para ser analizadas. En cuanto a la inserción de futbolistas en el once titular, el caso de Thiago es el paradigmático. Este texto de Rafa León Alemany es muy claro y poco más hay que agregar;  pero el caso del hijo de Mazinho no sería grave si no fuera porque su nombre aparece rondando como uno de los apuntados para irse de Can Barça en este verano. A todas luces sería un error garrafal.

Por supuesto, en un equipo de fútbol puede haber puestos en los que es más difícil hacerse un hueco que en otros. Probablemente el mediocampo del Barça así lo sea, pensemos en nombres como los de Busquets, Xavi, Iniesta, Thiago, Cesc. El overbooking salta a la vista, pero así mismo, algunas decisiones han llamado la atención. Es que se contrató en este temporada 2012 aun jugador como Song para ser el reemplazo del pivote (con lo difícil que es esa función para un novato en el Barça, ver el caso de Mascherano sino) cuando un año antes se dejó ir a Oriol Romeu al Chelsea. Es cierto, con una opción de recompra, pero era ya un síntoma la preferencia de buscar afuera lo que se horneaba adentro y con un precio mucho menor. 

En ese mismo sector en el que juega Thiago, otro joven apuntado como una de las joyas del futuro, sufre, pero en el B. Se trata de Sergi Roberto. El talentoso volante padece las condiciones que lo rodean y no ha podido dar el salto; lejos de ello se amesetó, según cuentan los especialistas, en una etapa en la cual tendría que estar en crecimiento constante. Ni que hablar de Espinosa, el que viene detrás de Roberto. 

Si no han podido dar ese salto tanto Roberto como Espinosa, o incluso Gerard Deulofeu, no fue por su culpa. Es el contexto: el Barça B ya no es lo que era. El descarte y posterior salida de algunos entrenadores formativos fue el preludio de la llegada de Eusebio Sacristán, alineador del B tras la partida de Luis Enrique (que había sucedido en su momento a Pep Guardiola en el filial). Con Eusebio el descontento se generalizó entre los jóvenes de casa, las directivas no eran claras y la llegada al filial de jugadores -pagando precios altos- como Kiko Femenía, Sergio Araujo o Ié y Cá terminó por conformar un cuadro de situación nocivo. Esto derivó en que desde arriba cada vez tomaran menos jugadores del B. 

La catastrófica serie ante el Bayern Munich dejó algunas perlas. Por un lado significó la primera gran prueba para Marc Bartra, quien no había gozado casi de chances y debió dar la cara en un momento muy duro pese a ser casi inédito en la temporada. No estuvo a la altura y fue superado claramente. Tras el 7-0 global, el presidente Sandro Rosell habló de que el Bayern tenía una política de "cartera" y no de "cantera". Su primera reacción ante tamaña diferencia fue fichar a Neymar. Coherencia.

La capacidad potencial del brasilero está fuera de discusión, sí podría dar lugar a mayores discusiones el presente del ex jugador del Santos. El artículo que publicara Ecos del Balón exime de mayores análisis, lo que sí podemos concluir que la llegada de Neymar podría significar de manera más explícita el final del juego de posición más ortodoxo y potenciar aún más el estilo visto en la última temporada, el mismo que sufrió Xavi, disfrutó Messi y que por momentos dejó a Busquets a la buena de Dios.

Al mismo tiempo que los grandes flashes se ocupaban del arribo de Neymar, por la puerta de atrás del club se marchaba Muniesa, libre, rumbo a la Real Sociedad. Sí, el mismo al que Pep llevó al banco de suplentes en Roma en el 2009. Muchas lesiones fueron minando su camino, pero con 21 años aún tenía potencial. Sumando su caso al de Bartra (con pocas opciones de jugar, de hecho, ni fue convocado el último fin de semana ante el Espanyol) o al de Fontás, cedido el último año en el Mallorca, es más que lógico que la llegada de un central sea una necesidad imperiosa. No se gestionó de manera correcta el potencial que había abajo. Abrimos una puerta para ver qué ocurre con Deulofeu (dicen que irá a préstamo al Borussia Dortmund), Cuenca (debe volver del Ajax) o Tello, una debilidad personal, ante la compra de Neymar. Podrían ser los nuevos Bojan

Sin embargo, la situación que termina de definir la incertidumbre que generan las decisiones tomadas en el FC Barcelona se dio hoy con el anuncio de la no continuidad de Eric Abidal. Luego de su lucha, de su entrega y a pesar de sus ganas de seguir, el club le da la espalda y no le renueva el contrato pese a haber dicho uno de sus vicepresidentes en el pasado que solo dependía de lo que quisiera el francés.


Las lágrimas de Abidal en su adiós

Pega doble lo de Abidal. No ya por la cuestión humana, sino por el tachín tachín en torno a los "valors" de los que siempre presumió el club, pero a los cuales no rehuyó esta directiva. Ver las imágenes del festejo de la obtención de la Liga parecen un canto a la hipocresía en un función de las decisiones tomadas luego. 

Qué será del Barcelona es una incógnita. El primer equipo contando con Messi, Iniesta, Piqué y Busquets como bases tiene un porvenir que invita a pensar en positivo. Pero muchas decisiones erróneas han corrido el eje de un proyecto que parecía marchar sobre ruedas. 

Al mismo tiempo, es imposible no pensar en que la marcha del presidente de facto del club, Pep Guardiola, fue un golpe demasiado duro para la estructura. La presencia de Pep iba más allá de lo que hacía con el equipo, era la pieza que tensaba todas las demás áreas. Hoy quizás muchos de los ingredientes son los mismos, pero la cohesión no es igual y el resultado final difiere. 

Quizás ese alejamiento súbito de Cruyff allá sido más que una simple pelea política entre el emblema del Barça y el presidente. Quizás allá sido un hecho premonitorio. 

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