Boca, Boca con Bianchi, afuera de una Libertadores en cuartos de final y por penales. Si todo lo redujéramos a la óptica con la cual se han valorado con el correr de los años los múltiples triunfos de los equipos del Virrey, no habría nada que analizar y simplemente deberíamos quedarnos con que pasó Newell´s. Pues bien, vamos a ir más allá de esa mirada simplista y decimos que Boca no fue menos que los rosarinos en la serie, es más, había sido levemente superior hasta la expulsión clave de Clemente Rodríguez.
Ahora bien, así como decimos esto, también hay que caer sobre el planteo de Carlos Bianchi. Salió con un esquema ultra cauteloso y surtía efecto, se jugaba a lo que querían los xeneizes; cuando se quedó con diez -a los 11 del complemento- renunció a atacar y dejó su suerte librada a los penales o una genialidad de Riquelme, extraño único mediapunta.
¿Estaba jugando contra una tromba del otro lado? ¿Era Newell´s tan poderoso como para no poder dejar siquiera un delantero? De hecho, la idea de salir solo con Blandi en ataque pareció un exceso y fue incluso nocivo: al no estar Juan Manuel Martínez, la presión dejó de ejercerse sobre la salida lavolpeana de los de Martino y así las pérdidas recién ocurrían en el campo rival y no cerca de la valla de Guzmán como ocurriera en La Bombonera.
Bianchi no acertó con sus decisiones |
Pese a este detalle táctico no menor, durante casi una hora Boca jugó cómodo. Sin atacar, aspecto que pareció no importarle en sus dos visitas a Rosario esta semana, es cierto, pero sin tener demasiados apremios en su arco. Una contra con Maxi Rodríguez fue lo más peligroso del primer tiempo, pero era poco lo generado por Newell´s para la cantidad de tiempo que tenía la pelota.
La ausencia de Rinaldo Cruzado influyó en esto; el peruano es un interior notable capaz de meter un pase filtrado o un remate desde afuera, características que Bernardi no posee. El ex Monaco cumplió, en especial en las tareas posicionales, pero en más de una ocasión se apuró al desprenderse de la pelota. Esas resoluciones no son su fuerte. De la misma manera, la lesión de Villalba es ya un mal endémico, aunque hoy Mateo fue mucho más correcto en las salidas que la semana anterior, mucho influyó la falta de presión alta dispuesta por Bianchi.
Tras esa primera parte anodina en emociones, Boca tuvo en el arranque las dos más claras de la serie. Dos envíos aéreos y dos cabezazos de Blandi, uno fue desviado en la línea, el otro se estrelló en el palo. Un tanto visitante obligaba a Newell´s, que tenía complicaciones para llegar al arco de Orión, a anotar dos goles. A esa altura, demasiado. Cuando Boca empezaba a manejar más la pelota y jugar en las adyacencias del área de Guzmán, Clemente Rodríguez cometió una estupidez. Para desmitificar uno de los versos del fútbol, el de la experiencia, un jugador campeón de América, con paño, se hizo expulsar al empujar al juez Delfino en una protesta.
La decepción final |
Ahí Bianchi sacó al hombre más peligroso y se empequeñeció más aún de lo pequeño que había sido su planteo en el Parque. La única diferencia fue que Boca ya no llegó, porque Newell´s no acusó recibo. Siguió jugando en campo rival y teniendo la pelota, pero no estaba convencido. Le faltaba chispa, no encontraba los caminos y la gente tampoco contagiaba desde afuera. Parecía una sombra del conjunto que vapuleó a (los suplentes de) Boca el domingo.
Martino tampoco dio en la tecla. Sustituyó a Pablo Pérez (anulado por Ervitti quien fue reducido a obturar a su rival, lo que logró con creces como hiciera con Paulinho en el Pacaembú, pero que al mismo tiempo suspendió las opciones ofensivas del ex Banfield) pero optó por Orzán y no por Tonso, el cambio que pedía el partido. De hecho, cuando ingresó el joven extremo, no fue a jugar sobre su banda, la derecha, sino que lo hizo en la izquierda y allí no pesó.
El partido se murió entre el desconcierto de Newell´s y las ganas de que finalizara de Boca. Y en los penales, hubo otra historia dentro de esa historia. Desde el momento en que a Riquelme le atajaron el primero, la suerte pareció serle esquiva a los de Bianchi, en su lugar en el mundo. Pero tuvo que sufrir la Lepra para pasar, porque cada vez que tenía la chance alguno la erraba. Recién en la decimotercera ejecución, la segunda de Maxi Rodríguez (de bajo nivel, al igual que Scocco, otro que no pesó en la serie), los de Martino consiguieron su pasaje a las semifinales.
Newell´s no dio la talla, pero la suerte le guiño un ojo. En ninguno de los dos encuentros de la serie pudo imponer su juego, pero en esta vuelta, tampoco tuvo un reacción anímica final. Es verdad, siempre buscó protagonizar y eso es saludable, pero pareció poco en comparación con otras versiones de este mismo equipo.
Del otro lado lo de Boca fue penoso en el cierre. Ya era por lo menos criticable que se reconociera tan inferior ante un equipo que no es habitué de estas instancias, pero luego de la expulsión exacerbó esa tendencia. En exceso. Se murió de nada el equipo de Bianchi. Así como se desmitificó el tópico de la "experiencia" también ocurrió lo mismo con la "mística", esa extraña cuestión metafísica que solo es nombrada cuando conviene.
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