La serie estaba complicada para los de Cuzco: el 1-3 en la ida había sido demoledor, con varios errores defensivos, con la mala suerte que tuvo en tres remates al palo, con fallos groseros en la definición y a todo eso hay que sumarle que se pifió un penal. Pero las ganas sobraban y los celestes, querían quedarse.
Independiente estaba sereno. Manejó
con firmeza y tranquilidad el encuentro anterior y la ventaja amplia, sumada al
buen juego colectivo, le dieron la seguridad de la serie casi definida.
La cual se empezó a concretar cuando en
el arranque del partido, Cuero marcó un golazo para el local. Ahora los visitantes debían hacer cuatro goles. Y en busca de ellos fueron, con garra, corazón y sentimiento más
que juego armado y control de pelota. Querían descontar, creían en los milagros
los de Cuzco.
El equipo de Santa Fe se resguardó
atrás, no tenía nada que perder ni porque arriesgar. Replegado apostó a las
contras e hizo figura a Carranza, arquero del equipo visitante, que se convirtió
en baluarte para evitar la caída de su
valla, mientras el milagro seguía intacto.
Ilusiones rotas. Realidad fue lo que
impactó en el pecho de la gente celeste, cuando John Valencia sentenció el
partido 2 a
0, y también la serie - 5 a
1. Ya resignado siguió buscando pero, bajo la presión en la defensa por las
contras del local, Santillán pegó una de las mejores patadas de la Copa dejando a la visita con diez.
La realidad golpeó las puertas de un
Garcilaso que con poco período de vida, alcanzó grandes cosas. Llegó muy lejos
en el certamen y sigue peleando en el campeonato local. Independiente Santa Fe,
aprovechó su efectividad y su juego colectivo, alcanzó la semifinal del
torneo que llevará al campeón al Mundial de Clubes.
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