Lionel Messi batió otro récord y van...esta vez se quedó con su cuarto Balón de Oro en forma consecutiva. El crack del Barcelona nos acostumbró a lo extraordinario y a nosotros dejó de llamarnos la atención.
Ya es
normal, como casi todo con él. Nos (mal) acostumbró a sus gambetas primero y a
sus goles después. A cifras exorbitantes que si la hubiéramos pensado hace 4
años para cualquier otro mortal nos hubieran tildado de idiotas o algo
parecido. Esta semana Messi batió otro récord, esta vez fuera del campo, al
conseguir su cuarto Balón de Oro en forma consecutiva y acá ya lo
naturalizamos.
El culpable
es él. Es que como él mismo afirmó en estas últimas horas, lo único que le resta
en su carrera es conseguir la Copa América y el Mundial, después ganó todo lo que jugó. Sí, con apenas 25 años.
A nivel
individual va saltando récords de todo tipo, muchos de ellos que llevaban décadas
y décadas sin ser batidos. Los 91 goles en el 2012, la cantidad que lleva en
Champions (va encaminado a ser el goleador histórico de la competición), sus números
en la Liga de España (también apunta a en unas temporadas convertirse en el
Pichichi histórico del certamen ibérico), incluso sus goles en partidos
internacionales en el último año. Todo eso genera que ya no nos sorprenda lo
que hace, por más que sea extraordinario.
Es undetonador de sueños, como podría decir La Renga. Excluyendo los casos de Alfredo Di Stefano y Omar Sívori (que lo obtuvieron por haber jugado para España e
Italia respectivamente) es el único argentino incluso que llegó a estar en la
terna final, no digamos ya de ganarlo. Hay que hacer la salvedad que el premio
que originalmente otorgaba France Football y que ahora se fusionó con el FIFA
World Player estaba destinado durante décadas a jugadores europeos únicamente.
Sino, seguramente Diego Maradona alguno debería de haber ganado, es claro.
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Los tiene de hijos |
Pero en
1995 el premio se lo llevó un liberiano: George Weah y se abrió el juego. Al
mismo tiempo, desde 1991 la FIFA empezó a dar su galardón: en estos más de
veinte años sólo el crack del Barcelona logró meterse en las finales de alguno
de estos galardones. En el 2007 y en el 2008 se quedó con las ganas (fueron
para Kaká y Ronaldo, respectivamente); a partir del 2009 comenzó el monopolio
de Leo.
Todavía
recuerdo, era chico y debe haber sido en 1999 o en el 200, cuando el único que
había quedado en la preselección había sido Gabriel Batistuta. Era lógico, se
había cansado de meterla en la Fiorentina, acababa de pasar o estaba por
hacerlo a la Roma y era el referente argentino en el exterior; junto a Fernando
Redondo, probablemente.
Por supuesto,
el Bati no ganó el premio y tampoco fue finalista. La generación posterior de
muy buenos futbolistas (léase Juan Sebastián Verón, Hernán Crespo, Claudio López,
Javier Zanetti, Ariel Ortega o Roberto Ayala) jamás llegó a pelear por ser el
mejor futbolista del mundo. Es más, ninguno –quizás a excepción de Verón en el
2001 y Crespo en el 2002 o 2005- siquiera estuvo catalogado como el mejor del
mundo en su puesto. Además, a nivel grupal jamás consiguieron un título
colectivo.
La
siguiente generación, la que creció bajo el halo de José Pekermán en las
juveniles, prometió mucho más de lo que terminó consiguiendo. Repasar la
carrera de cada uno de ellos nos hará ver que tanto a nivel individual como
colectivo no terminaron de redondear una carrera top a nivel mundial. Aimar, D’Alessandro,
Saviola, Gabriel Milito, Juan Román Riquelme (cuyo mejor nivel llevó al
Villarreal a unas semifinales de Champions; al margen de todo lo que hizo en Boca) son algunos de los apellidos que se incluyen en esa segunda generación
que tampoco logró nada con la selección y que a nivel individual no
consiguieron el prestigio de los anteriores.
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La vitrina le va a quedar chica |
Y luego
llegó esta generación con Messi a la cabeza, el Kun Agüero e Higuaín como
escoltas y Tévez en un intermedio entre la pasada y esta. Sin logros en el
primer equipo argentino, fin de semana tras fin de semana dan la nota en sus
clubes; ninguno como lo puede hacer Messi. Pero cualquiera de los otros tres,
sin embargo, podría estar entre los 10 o 15 mejores delanteros del mundo.
Caigamos en
la cuenta. Un jugador argentino, que no se formó en Argentina (¿Tendrá algo que
ver?), fue elegido por cuarto año consecutivo como el mejor del mundo en el
deporte más popular. Lo que hace unos años era una quimera, porque aceptémoslo,
desde que Maradona se retiró –y con momentos muy excepcionales de la Selección-
dejamos de estar en la discusión grande del fútbol mundial, hoy es una
realidad.
Pero a
nosotros ya no nos sorprende. Messi convirtió en realidad tantas cosas
imposibles que este detalle (que en última instancia no es más que una
frivolidad, pero que marca un poco el cuadro de situación) dejó de ser novedad.
Cada nota tuya me sorprende Diego... y es cierto, haces un análisis muy puntual de la realidad del fútbol argentino, que quizás muchos no quisieran ver
ResponderEliminarAbda, gracias por las palabras. Está madurando una editorial durísima tras el lamentable torneo del juvenil Sub 20
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