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Qué se busca cuando se elige un entrenador

En el fútbol argentino, muchos equipos están a la búsqueda de un nuevo conductor tras finalizar una extensa temporada. ¿Cuáles son los puntos a tener en cuenta a la hora de la decisión?





El fútbol; ese juego simple, ese deporte complejo, como dijera Alex Couto. El estudio, el análisis, la observación y la formulación de nuevas hipótesis ha ganado cada vez más terreno en este ámbito en los últimos 15 años. Existen más y más herramientas para intentar reducir los márgenes de error y dotar de mayores recursos a las diferentes estructuras. 

Con la nueva avalancha informativa, es preciso tener claro de qué pueden ser útiles estos elementos a la hora de decidir, de gestionar. Ya sea como directivo, como entrenador o como miembro de un staff técnico. Las decisiones en el fútbol de elite tienden a ser cada vez más de tipo colegiadas y menos unipersonales, si bien siempre existe ese tipo responsable de subir o bajar un pulgar. En ese caos que puede significar por momentos el definir quién será el nuevo director técnico de un equipo, cómo hacer para achicar la posibilidad de fallar. 

Esta no será la guía de qué hacer y qué no hacer si usted quiere que su decisión sea la óptima. Pero la idea es replantear un poco algunos lugares comunes, fruto de la repetición, la costumbre y el desconocimiento, que se reiteran en estos días ante la multiplicidad de equipos que en Argentina están por fichar a su nuevo entrenador. 

"Hay que traer a X, es ganador"

Siendo el año 2015, casi 2016, parece ridículo repetir este tipo de términos, pero quizás sea los primeros que haya que desentrañar. Pueden existir grupos humanos que repitan dinámicas positivas a lo largo de un período extenso. Los hubo, los hay y los habrá a lo largo de la historia. En ellos -y no siempre- la impronta del entrenador tiene su peso, pero no existe DT en el mundo que haya repetido constántemente éxitos sin importar el plantel que condujo y el contexto en el que lo hizo. 

Tomamos como referencia a Pep Guardiola y José Murinho, dos tipos emblemáticos a nivel Mundial. El catalán ganó multiples trofeos con el Barcelona, llegó al Bayern Munich y repitió a nivel local, pero la UEFA Champions League (que el club bávaro había logrado la temporada antes de que asumiera el de Santpedor) le ha sido esquiva en dos años seguidos. El portugués, por su parte, consiguió otra andanada de consagraciones. Hoy marcha más cerca del descenso con el Chelsea que del tope de las posiciones, pese a tener un plantel muy rico. También hay que resaltar sus tres años en Madrid en los cuales fueron más las frustraciones que los logros, que también los tuvo.

En Argentina, esto se repite. Los dos tipos campeones del Mundo, César Luis Menotti y Carlos Bilardo, no lograron esta misma gloria muchas más veces a lo largo de su carrera. Carlos Bianchi tocó el cielo con las manos con Boca y Velez, pero fracasó estruendosamente en Roma y Atlético de Madrid, sin olvidar el pésimo último paso por el Xeneize. A veces se alude al paso como jugador de un futbolista; Martín Palermo dejó su sello indeleble en Boca, pero sus primeros indicios como DT no han sido demasiado auspiciosos. Ni hablar de "La generación del 86" y su periplo por AFA...


¿Estilos de juego?

Si pudiéramos desdoblar a los entrenadores entre pragmáticos y fundamentalistas en cuanto a su propuesta de juego, veríamos que cada vez son menos aquellos que solo se atan a una idea. Y está bien, es un síntoma de inteligencia. ¿El por qué? La impronta final a un equipo siempre se la darán sus protagonistas reales, los futbolistas.

Cuántos se rasgaban las vestiduras antes de que asumiera Mauricio Pellegrino en Independiente. Se lo tildaba de "defensivo" (sin importar que en su paso por Valencia hubiera mostrado una cara muy diferente su conjunto a su Estudiantes). El propio DT en más de una entrevista hablaba de realizar un mix entre su contenido táctico, la historia del club al cual llegaba y la realidad del plantel al cual manejaría, además del contexto de la competencia que disputaría. Se hizo caso omiso de esto desde los medios. Tras un semestre de gestión la realidad marca a las claras que el Flaco lejos está de ser defensivo y terminó dándole sí cierta seguridad en ese plano, pero con un equipo protagonista y caracterizado por el buen trato de pelota. Con Federico Mancuello, Martín Benítez, Diego Vera, Jesús Mendez, Christian Ortiz y Cristian Rodríguez, cómo no hacerlo. 

Del otro lado, Diego Cocca llegó con un plan y el equipo mismo le fue dando las puntas desde dónde armarse. De aquel inicio con una apetencia marcada de ataque (más allá de que el dibujo táctico, algo menos importante de lo que se lo suele ponderar, siempre fuera 4-4-2) a un equipo muy firme en defensa y que se acomodó mejorar a tener espacios para correr que a generar superioridades posicionales. Muchos tardaron en ver esto y algunos nunca lo entendieron, de allí que siguieron hablando del "ofensivo" Cocca. Plop. 

¿Y entonces, qué ponderamos?

He allí la cuestión. ¿Cuáles son los apartadores netos donde se ve la mano del entrenador? No es tanto en lo táctico -entendiendo a lo táctico como todo lo que ocurre con la pelota en juego- sino en lo estratégico, es decir, en todo lo previo. Es en su semana de trabajo, en su planificación, en su conducción grupal, en su manejo de la prensa, en su capacidad de labor multidisciplinaria (o no), en su conocimiento del juego en que se pueden observar las diferencias entre un entrenador y otro. 

De todo esto se desprende algo muy claro: lo que se termina viendo en el campo de juego es solo la punta del iceberg, que sí, tiene injerencia del cuerpo técnico pero nunca se puede saber hasta qué punto. La mano de ese grupo de trabajo queda marcada de manera más clara en todo lo previo a la competencia. Rápidamente alguien podrá decir que si todo lo precompetitivo no se transfiere a la cancha, de poco sirve. Verdad parcial. Al ser un juego de oposición, el rival siempre juega y factores como el azar también aparecen, además de las virtudes intrínsecas de los futbolistas en cuestión. 

Por otro lado, para saber ponderar esas cualidades no basta con saber leer una tabla de posiciones. Sino que se necesita conocimiento, especificidad, análisis. Y allí surge una nueva duda: ¿cuántos de los responsables de tomar este tipo de decisiones en nuestro fútbol poseen estas capacidades?

El juego está compuesto por cuatro factores: físico, técnico, táctico y psicológico. Si un responsable no puede ponderar cómo un cuerpo técnico pretende potenciar estos elementos (de manera aunada o específica), no puede reducir el margen de error. Si no conoce la diferencia entre una periodización táctica o un Microciclo estructurado, difícilmente pueda leer de manera crítica una planificación anual o semestral de trabajo -si el cuerpo técnico en cuestión cree en las mismas, otro debate-. Menos aún podrá ver si los factores emotivo-volitivos se introducen en las tareas de trabajo o no. Ni hablar el apartado neurociencia.

¿El cuerpo técnico admite un psicólogo deportivo o no? ¿Utiliza la figura del coaching? ¿Conviven ambas? ¿Nutricionistas? ¿Cómo se maneja ante la prensa? ¿La utiliza para bajar mensajes a su plantel o no? ¿Cómo ha convivido con grandes estrellas en su plantel? ¿Ha sabido potenciar figuras de los equipos juveniles, los utilizó como fusibles o los despreció? 

En Argentina el seguimiento de futbolistas con departamentos específicos está en pañales. Solo algunos clubes han comenzado a montar estar estructuras. De allí que pensar en un scouting de entrenadores sea incluso más utópico. En el Sevilla, no por nada la mejor estructura de Secretaría Técnica a nivel mundial, este tipo de análisis comenzó a hacerse años atrás. ¿Se cometen errores? Sí, pero se intenta reducir el margen de error en cada decisión que se toma. De allí que a la hora de elegir un entrenador, no solo existen más variables sobre la mesa a ponderar, sino que se sabe qué se pretende en cada apartado. De esa idea patrón, se intenta ver cuál de todos los candidatos que se barajan (rara vez más de tres o cuatro nombres) se aproxima más a ese tipo ideal. La profesionalización y la capacitación de aquellos que deben tomar este tipo de decisiones parece una necesidad cada vez más intensa ante un panorama global que exige otro tipo de talentos que hace unos años.        


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