La elección presidencial de la AFA reflejó la realidad de la casta dirigencial de la redonda en Argentina. Pero pensar que esto es exclusivo patrimonio nacional es tener una miopía conceptual que roza la estupidez. Bienvenidos al planeta fútbol.
La sorpresa proviene de un hecho fuera de lo normal, de aquello que es inesperado y que rompe estructuras mentales, de algo que jamás podía ser imaginado, o al menos era muy difícil de que aconteciera. Es por eso, que aquel que se sorprende por todo lo ocurrido en la elección presidencial de la AFA es o un naif, o un olfa.
Las horas previas (quizás sea mejor hablar de las semanas o los meses previos) fueron tan bochornosas como la votación que se dio el jueves en el predio de Ezeiza. ¿La diferencia? Todo el prólogo fue en las sombras mientras que la elección se dio ante cámaras de TV, familiares de ambos candidatos, asambleístas, curiosos y operadores varios. Desde el vamos, el acordar cuándo sería la dichosa votación (luego de una vida de pantomimas democráticas en la casa madre del fútbol argentino) fue controversial. Las especulaciones corrieron de un lado y del otro -sí, igual que este jueves- y finalmente tras largos cabildeos se alcanzó el acuerdo para la fecha del 3 de diciembre.
Eran 75 sobres. Tan solo 75 tipos definían la historia. O tal vez lamentablemente solo 75 individuos cuecen estas decisiones. En cualquier caso, desde lo práctico, conocer el resultado de la votación debería haber sido un trámite. ¿Cómo se les puede haber escapado a, al menos, cinco personas (entre Inspectores Generales de Justicia y apoderados/fiscales) el sobre defectuoso? Por otro lado, se desconoce para qué lado se dio el doble voto, las versiones son encontradas y solo el tiempo podrá dar mayores certezas. ¿Error humano y desprovisto de mala intención? ¿Boicot? Cada consumidor elegirá qué receta le cierra mejor dentro de su cosmovisión.
La elección per sé fue cerrada, pareja, atrapante. Y también bochornosa con todo lo acontecido una vez conocida la suma que indicaba que 2+2=5. Desde los pedidos de voto a mano alzada, pasando por las ausencias de dos asambleístas, hasta las pintadas amenazantes en la casa de uno de ellos. También, desde uno de los bandos, el tinellista, se habló de "traidores" (¿qué lo diferencia de las practicas mafiosas que supuestamente se pretende dejar atrás?) y del otro, el segurista, se llamó de manera más ferviente a una unidad que horas atrás sonaba a pasado.
Ahora bien, más allá de lo que ocurría en el recinto, tampoco es desdeñable lo que ocurrió fuera de él en ese minuto a minuto tras el 38-38. Las cargadas, la indignación y la sorpresa fueron moneda corriente en redes, medios de comunicación y demás espacio de expresión. Y un porcentaje importante de las manifestaciones le dieron paso al tilinguerío que es tan propio de estas ocasiones en Argentina. Así como el día del Panadero, el gas y la suspensión del Boca-River muchos se preocuparon por "qué diría el mundo", en la noche del jueves pasó lo mismo.
"Solo en este país", "somos la vergüenza mundial", "en otro lado no pasa", "en X lugar jamás vi algo así" y tantas otras estupideces se han leído o escuchado que hay que resaltarlo. Esto es el fútbol en el año 2015. No en Argentina, en todas partes del mundo. Joseph Blatter corrido de la FIFA, envuelto en casos de corrupción al igual que Michel Platini, líder de la UEFA. Los alemanes, los nobles y rectos guardianes de la moral (alguna, vaya uno a saber cuál), compraron la elección de la sede del Mundial 2006, las multinacionales que pagaron sobornos a elementos de la FIFA, el escándalo que envuelve a CONMEBOL-CONCACAF-TORNEOS, Burzaco, los Jinkis, EEUU como espacio para consagrar el circo, y que reacciona por la no organización de un Mundial...y el listado podría continuar ad eternum.
Entonces, a qué clase de mente estrecha se le puede ocurrir que solo en Argentina se pueden dar estos sucesos. Revisen a los países vecinos y los no tan vecinos y verán que los manejos espurios no son propiedad argentina, ni mucho menos. De la misma forma, el informe del FBI (en algún momento nos preguntaremos porqué ahora saltan causas que se remontan hasta 1991 y no antes, a quién le conviene que esto se destape ahora o a quién no le convenía que se destapara años atrás) hizo público el jueves, unas horas más temprano, que Julio Grondona estaba involucrado -como se especulaba- en los casos de corrupción y recepción de sobornos. Sí, el mismo al cual algún alcahuete añoraba en plena votación fallida. "Con Julio, esto no pasaba". Claro, si no había elecciones, idiotas. O cuando la hubo fue 40 a 1 a favor del ferretero de Sarandí...
Como para ir completando el círculo de payasadas, podemos una vez más hablar de la prensa nuestra de cada día. Un periodista/operador, con años de rodaje gritó cuando terminó el conteo: "Ganó Tinelli", luego pasó al "creo que ganó Tinelli" y luego a hablar de que había dudas. Se instaló que Tinelli había ganado antes de saber qué carajo estaban deliberando aquellos encargados de hacer el recuento. También así paracaidistas que se acercan al fútbol en estas ocasiones pero que hacen ¿periodismo? en otras áreas vaticinaban en los minutos previos una clara victoria del vice de San Lorenzo, incluso marcaban 9 sufragios de diferencia. Plop.
No hay bochornos malos y bochornos aceptables. No hay prácticas mafiosas insostenibles y otras defendibles. No hay corrupción abominable y otra tolerable. Le quepa la calificación que le quepa a la votación presidencial de la AFA, es crucial para intentar entender un poco más de qué carajos va la cosa ver el mapa ampliado. No solo en el espacio, sino también en el tiempo.
Y lo que el mundo piense de nosotros, problema del mundo. Bastantes problemas tienen afuera -en el fútbol y especialmente fuera de él- como para andar consternados por nosotros. Que la preocupación y la ocupación vernácula sea por lo que pasa acá y para mejorar por la realidad cotidiana, no por el "qué dirán". No se trata de buenos o malos. De sucios o impolutos. De profesionales o incapaces. El que así lo quiere vender o defiende un interés o es corto de entendederas.
No hay bochornos malos y bochornos aceptables. No hay prácticas mafiosas insostenibles y otras defendibles. No hay corrupción abominable y otra tolerable. Le quepa la calificación que le quepa a la votación presidencial de la AFA, es crucial para intentar entender un poco más de qué carajos va la cosa ver el mapa ampliado. No solo en el espacio, sino también en el tiempo.
Y lo que el mundo piense de nosotros, problema del mundo. Bastantes problemas tienen afuera -en el fútbol y especialmente fuera de él- como para andar consternados por nosotros. Que la preocupación y la ocupación vernácula sea por lo que pasa acá y para mejorar por la realidad cotidiana, no por el "qué dirán". No se trata de buenos o malos. De sucios o impolutos. De profesionales o incapaces. El que así lo quiere vender o defiende un interés o es corto de entendederas.
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