La actualidad del Club Atlético Vélez Sarsfield se encuentra lejana al modelo institucional de otros tiempos. Con fuertes inconvenientes financieros y una difícil realidad futbolística, Christian Bassedas asumió la conducción del primer equipo para afrontar seis meses fundamentales para el futuro de la entidad.
Con más de una semana de recorrido, el naciente ciclo de Christian Gustavo Bassedas como nuevo entrenador de Vélez Sarsfield ya comienza a entregar pautas sobre el futuro futbolístico de la convulsionada institución presidida por Raúl Gámez. Sin embargo en la problemática velezana, las finanzas ocupan, hoy por hoy, la primera página del nuevo libro de recetas de un club que otrora supo ser catalogado como modelo. Los números no cierran, el último balance arrojó resultados poco convincentes y el porvenir apremia tras un par de campañas que rozaron lo paupérrimo.
El nuevo proyecto futbolístico, comandado por gente conocedora del mundo Vélez, con aceptación en el seno de la parcialidad del Fortín, no tiene demasiado margen de error. Los próximos seis meses serán claves para la institución a todo nivel. Otro mal semestre, con un plantel devaluado, escasa suma de puntos para el promedio y sin rumbo futbolístico, podría inmiscuir a Vélez en la lucha por no descender, profundizando, además, los problemas económicos que hoy hacen prohibitiva cualquier contratación de jugadores. El panorama no se presume alentador.
El plantel, un problema de arrastre
La falta de jerarquía y la enorme inexperiencia del plantel que hereda Bassedas se hizo notoria en el fallido paso de Miguel Ángel Russo por la conducción del equipo. La crisis se siente hoy pero tuvo origen en tiempos de festejo. Si bien el paso como manager del actual entrenador, con Ricardo Gareca como guía futbolístico y un enorme apoyo económico de parte de la dirigencia, tuvo relativo éxito deportivo, las cuentas no cierran en el balance presupuesto versus resultados.
Los tres campeonatos locales obtenidos no alcanzaron para cubrir la ausencia de la verdadera obsesión de Bassedas y la directiva fortinera: la Copa Libertadores de América. Vélez hizo todo lo posible e imposible en el aspecto financiero por adjudicarse la principal competición sudamericana. Adquirió jugadores de renombre y pagó salarios demasiado altos para el medio local para retener a varias de sus figuras durante un ciclo que se alargó demasiado.
Esto generó la salida anticipada –y muchas veces a valores inferiores a los correspondientes- de jóvenes que mostraban mucha capacidad futbolística, pero no conseguían arrebatarle el lugar en el primer equipo a aquellos con mayor experiencia. Estos, perdiendo valor económico, renovando contratos por números demasiado onerosos y quitando la posibilidad a los jóvenes de acuñar experiencia, terminaron convirtiéndose en una bomba de tiempo que tarde o temprano iba a evidenciarse.
La incorrecta gestión del plantel, determinó deudas importantes con jugadores devaluados por su edad que no fueron vendidos a tiempo. También provocó un hueco generado por la salida de una generación intermedia que debió tener lugar antes y fue malvendida. Por último, un grupo de jóvenes inexpertos, que hoy deberían haber sido recambio de los anteriores, pero deben ponerse al hombro un equipo que no tuvo rumbo definido en la pasada temporada.
Estos chicos, en muchos casos aún con edad de divisiones inferiores, no sólo carecen de minutos disputados, sino también de un valor de venta que permita negociarlos para sanear las arcas del club e intentar reconstruir el plantel. Tampoco poseen posibilidades de reventa veteranos como Fabián Cubero y Leandro Somoza, quienes dejaron atrás sus mejores años en la actividad, pudiendo solamente aportar experiencia y liderazgo como máximo beneficio.
Renovar contratos y conformar un equipo competitivo
El futuro inmediato solicita reflejos y habilidad. Más aun cuando los fondos escasean y no hay billetera para matar al galán. Hoy Vélez necesita imperiosamente el concurso de algunos jugadores que valoricen el plantel dentro del campo, para poder mañana hacer lo mismo en el mercado.
Bassedas ha identificado sus prioridades al respecto. Dos delanteros y un mediocampista por derecha son las prioridades. Pero, ¿Cómo incorporar sin dinero y sin sentar precedentes contractuales que generen resquemores en las futuras renovaciones? La empresa será complicada.
Actualmente, aún sin la presencia de jugadores con sueldos enormemente altos para el mercado local, hay consecuencias del pasado que atentan contra el presente. Contratos firmados por la gestión anterior –el caso insignia es el de Brian Ferreira- son utilizados como referencia válida por jugadores que deben renovar a corto plazo. Las negociaciones con Lucas Romero y Jorge Correa, quienes poseen una consideración actual muy superior a la del enganche que se estancó en promesa, son muestras vigentes de la situación. Las cuentas no cerrarían para posteriores renovaciones con la llegada de jugadores con más recorrido y renombre como referencia salarial.
Con esta realidad sobre la mesa, Vélez tiene poco por ofrecer. Así, el fútbol de ascenso, la llegada de jugadores sin lugar en otros equipos que quieran participar como protagonistas de la colocación de los cimientos de un nuevo equipo o, finalmente, aquellos que no consigan club sobre el cierre del libro de pases, son las tres esperanzas de la institución para obtener recursos futbolísticos a precios sostenibles. El riesgo: terminar de conformar el plantel de manera tardía y con jugadores fuera de ritmo que necesiten un tiempo de puesta a punto que las actuales urgencias no admiten.
Por otra parte, de las cuatro decenas de jugadores que pasaron por las manos del ex entrenador de la institución, el nuevo cuerpo técnico quiere reducir la plantilla a no más de 26 integrantes. Bajo esta premisa, los próximos días verán a varios jóvenes regresar a sus categorías de origen. Otros jugadores podrían continuar su carrera en otras instituciones a préstamo para ir ganando minutos y todos, incluidos aquellos que retornan al club desde un ostracismo temporario, deberán demostrar si quieren formar parte de esta nueva realidad.
Todos los factores, indican tiempos tormentosos en el corto plazo de la entidad de Liniers. Tanto Raúl Gámez desde la dirigencia, como Christian Bassedas desde la conducción de un grupo cuestionado por su comportamiento, deberán apelar a la creatividad y a la muñeca para conformar un plantel que sume puntos y se valorice en la primera mitad de 2016. Por las dudas, ambas partes deberán apoyarse en el nuevo coordinador de divisiones inferiores, Alberto Fanesi, para ir diseñando un plan B que llegue desde la cantera en pocos meses. No será un trabajo sencillo, pero Vélez comienza a necesitar pequeños milagros para no encomendarse a uno enorme.
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