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Las casualidades no existen

La evolución del seleccionado de Albania pone de manifiesto la realidad migratoria del país. De la mano del italiano Gianni De Biasi, han conseguido el hito más importante de su historia. 




La clasificación de Albania a la Eurocopa 2016 es sin dudas el hecho más histórico en lo futbolístico para el país balcánico. Para aquellos que creen que este hito fue mera casualidad, hay varios factores que demuestran exactamente lo contrario. Es cuestión de entrometerse en un fútbol totalmente desconocido en cuanto a nombres pero muy rico en cualidades, para caer en la tentación de una selección que no es seguida por muchos pero que sorprendentemente, o en realidad no, jugará la próxima edición del certamen internacional que se disputará en Francia.

Para analizar el estilo de juego en general, con sus virtudes y defectos, es necesario destacar que tan solo un jugador de todo el plantel juega en una de las grandes ligas de Europa: Lorik Caná, el capitán del seleccionado y defensor central de la Lazio. Aunque no menos importante es la figura del entrenador italiano Gianni De Biasi, quien exprimió al máximo las cualidades de sus dirigidos y conociendo las limitaciones de cada uno alcanzó a lograr una idea de juego que le permitió obtener buenos resultados a pesar de no contar con estrellas que muevan millones de euros en el mercado de pases.

Este país ha sufrido enormes catástrofes políticas y sociales (se analizarán más adelante), que provocaron grandes procesos migratorios hacia países de Europa Occidental e impidieron la consolidación de Albania como nación y, como consecuencia, de una selección competitiva. Por eso es que hoy se conocen varios casos de jugadores -o al menos sus padres- nacidos en el país de los Balcanes que juegan para otros países. Los más emblemáticos son los de Xherdan Shaqiri y Valon Behrami, quienes son de nacionalidad kosovar pero vivieron casi toda su vida en Suiza y juegan para esta selección. En homenaje a sus orígenes, Shaqiri luce en sus botines las banderas de Albania, Kosovo y Suiza, mientras que Behrami tiene tatuado el águila bicéfala en una de sus piernas. El caso de Adnan Januzaj es aún más llamativo, ya que él es belga pero sus padres son albano-kosovares y sus abuelos serbios y turcos. Definitivamente, el futbolista de 20 años se decidió por participar en Bélgica, donde ya fue convocado para el último Mundial en 2014. Otros futbolistas reconocidos de origen albanés son Shkodran Mustafi, campeón del mundo con Alemania, Blerim Dzemaili y Admir Mehmedi, macedonios que integran el seleccionado suizo, entre otros.

¿Cómo fue posible que Albania lograse un segundo puesto en su grupo siendo superada solo por Portugal? La respuesta es simple: jugando bien al fútbol. Posesiones largas con triangulaciones y sociedades en toda la cancha; verticalidad en ataque con más de tres jugadores dentro del área rival para definir; retroceso ordenado en los contragolpes, con uno o dos futbolistas para recuperar y el resto ocupando sus respectivas zonas (con un timing envidiable hasta para los mejores equipos del mundo). Además a la hora de defender en tres cuartos de cancha han formando un muro inquebrantable para cuidar su arco. Como si fuese una orquesta, en la que cada uno cumple su función sin sobreponerse y brindando un gran espectáculo en el cual en muchos casos (la mayoría) tienen en frente a rivales de gran jerarquía. Esta selección, de formación muy joven, aprovechó sus dotes hasta ahora desconocidos en el ámbito del fútbol y así fue construyendo el camino que lo llevaría a hacer historia.

Lorik Cana, el único jugador que juega en una liga poderosa.
Un dato paradójico de este seleccionado es que fue de visitante donde más fuerte se hizo y en donde se vieron sus mejores presentaciones: de cuatro partidos, logró tres victorias (1-0 a Portugal, 3-0 a Serbia y el 3-0 crucial ante Armenia en Ereván), un empate ante Dinamarca sin goles, y ninguna derrota. En cambio, de local la situación fue distinta, ya que cayó dos veces, una ante Portugal y otra frente a Serbia, igualó ante los daneses nuevamente y sólo pudo vencer a Armenia. Así fue como con 14 puntos se instaló en el segundo puesto del Grupo I relegando a Dinamarca y sacando pasaje para Francia.

No obstante, para entender la dimensión de esta gran proeza hay que retroceder en el tiempo, no muy lejano por cierto. Albania debió atravesar momentos dolorosos en los años 90, cuando se produjo la Guerra de Kosovo, entre albaneses y serbios que se disputaban la autonomía del territorio. No fue hasta la intervención de la OTAN en apoyo a las milicias albanesas que miles y miles de ciudadanos debieron emigrar hacia distintos países de Europa, lo que provocó una de las crisis más importantes en el territorio kosovar. Fue el 24 de marzo de 1999 cuando esta organización militar conformada por varias potencias europeas y Estados Unidos decidieron expulsar a todos los serbios del territorio para que los refugiados albaneses pudieran volver a sus casas. A pesar de que la resistencia serbia comandada por Slobodan Milosevic (y el resto de Yugoslavia) fue muy buena, en definitiva la OTAN logró su cometido al dejar a Kosovo con tan solo un cuarto de habitantes serbios. Por ello es que resulta aún más magnífico el hecho de que De Biasi haya conseguido formar un equipo totalmente renovado y en un lapso extremadamente corto hacer historia con esta selección.

Por obra del destino, Albania y Serbia compartieron grupo en las últimas Eliminatorias. Como era de esperar, todavía seguía latente el odio entre ambas naciones luego de los conflictos bélicos y ambos cotejos dejaron mucha tela para cortar. En octubre de 2014 se enfrentaron por primera vez en el certamen continental en Belgrado, capital serbia. Entre medio de cánticos que incitaban a la violencia y bengalas de fuego, un dron sobrevoló el estadio Partizán con la bandera de la Gran Albania colgada del mismo, cuando promediaban los 40 minutos del primer tiempo e iban 0-0. Stefan Mitrovic, futbolista de Serbia, se hizo con el aparato y quitó la bandera de mala manera y provocó el revuelo de los jugadores albanos. Lo que sucedió después fue terrible, cientos de hinchas serbios ingresaron al campo de juego a increpar a los visitantes. Hubo golpizas, corridas y varios heridos. El encuentro tuvo que ser suspendido y la UEFA decidió otorgarle el triunfo a Serbia por 3-0 con la excusa de que la selección albanesa se había negado a continuar el partido, aunque posteriormente le quitó los tres puntos al comprobarse que había fallado el operativo policial en el estadio e inmediaciones, y definitivamente el 3-0 terminó siendo a favor de Albania.



Para el partido de vuelta disputado en agosto del 2015 en Elbasan, ciudad ubicada en Albania Central, la UEFA declaró este acontecimiento de “máximo riesgo”. Se programó un operativo espectacular para prevenir cualquier tipo de acto violento. Tal era el pánico por el ensañamiento de ambos países que se desplegaron 1500 policías en los alrededores del estadio; hubo francotiradores ubicados en varias terrazas de edificios aledaños a la cancha. En Tirana –capital de Albania- se prohibió el paseo de transeúntes por las zonas cercanas al hotel donde concentraban los jugadores serbios, y además se bloquearon varias rutas, una de ellas la que conecta a la capital con la ciudad de Elbasan. Aquel cotejo terminó convirtiéndose en una revancha para Serbia, que venció a los locales por 2-0.

Política, espionaje, guerras, pobreza y milagros futbolísticos. Así se resume esta clasificación inédita de Albania. Ya habrá tiempo para que Gianni De Biasi y sus dirigidos preparen sus mejores armas para jugar ante las mejores selecciones de Europa. Por el momento, se le puede dedicar un grato y placentero tiempo a analizar a este desconocido equipo. Con sus defectos y virtudes, con su pasado negro y presente esperanzador, irán por la hazaña. Pero hay algo que debe quedar claro: esto no fue mera casualidad.

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