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Individualidad mata juego en equipo

El Bayern Munich sufrió más de lo esperado para ganarle al Hoffenheim por 2-1. A los bávaros se les hizo imposible encontrar espacios, generar ocasiones y hasta tornó aburrido muchos minutos del juego. Müller y Lewandowski le dieron la victoria, mientras que Volland había puesto la ventaja para el local.

Sin un nueve fijo. Mario Götze, Thomas Müller iban rotando en la delantera, a veces Arjen Robben se plantaba en esa zona. Nadie arrastraba marcas, nadie permitía que los que iban por afuera pudiesen ingresar al área. Xavi Alonso y Philipp Lahm con Arturo Vidal, buscaron encontrar la vuelta en el mediocampo pero todo terminaba en un centro a Müller (uno solo tuvo intervención del arquero del Hoffenheim, Oliver Baumann) o en aperturas hacia Douglas Costa.

El brasilero sabía qué hacer. Cada vez que agarró la pelota, ganó todos los duelos individuales. Por izquierda en el primer tiempo, por derecha en el segundo tiempo, tras la expulsión increíble de Jerome Boateng y el reajuste táctico de Pep Guardiola. Los dos goles vinieron gracias a él: tras escapar por izquierda y rematar, el rebote de Baumann le quedó a Müller. Por la banda derecha a falta de un minuto del final, desequilibró a Jin-Su Kim, a Eugen Polanski y tiró el centro que empujó Robert Lewandowski.


El polaco cambió las cosas también. Supo arrastrar marcas, supo jugar de espaldas al arco, supo tirarse a un costado y llegar a posición de nueve en diagonal. Por eso cambió el juego del Bayern en los últimos minutos tras su ingreso. En los veinte finales, llegó más que en todo el encuentro.

Intrascendente por momentos. Haciendo lo que Guardiola odia: el famoso tiki taka, el innecesario. El que no sirve para desorganizar una defensa, el que no sirve para generar ocasiones. El que solo aporta para la estadística, para los números. El que terminó tornando el partido aburrido entre los diez y los 35 minutos de la primera parte y continuó en los comienzos de la segunda mitad.

La temporada recién comienza. El Bayern hoy sufrió demás, e incluso pudo perderlo tras la expulsión de Boateng y un penal fallado por Polanski, que podría haber puesto al Hoffenheim arriba. Guardiola odia el tiki taka. Deberá marcar las pautas nuevamente y jugar en equipo. Mientras tanto, en los duelos individuales, las bestias que tiene en el campo de juego, le salvan los cotejos.

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