Muchos lo califican como un partido “testimonial” o un
partido para rellenar el calendario. Más allá de eso, a Perú le sirvió para
mostrar su gran nivel de juego a lo largo de la Copa América, en lo que fue una
de las sorpresas de la competencia, junto a Paraguay. Perú iba con su equipo habitual, con la entrada de
Carrillo por Jefferson Farfán y Christian Ramos por el expulsado Carlos
Zambrano.
En Paraguay no podían contar con sus máximas figuras,
Roque Santa Cruz y Haedo Valdez, ambos por lesión. Por ello, Ramón Díaz se
decidió por Raúl Bobadilla y Lucas Barrios en ataque, mientras que Oscar Romero
y Osvaldo Martínez jugarían por fuera. El comienzo del partido tuvo la intensidad de Perú como
factor predominante.
La presión en mitad de cancha, seguida por la imprecisión de los paraguayos,
hacía que la Albirroja recuperara con mucho espacio. Ahí, tanto Carrillo como
Guerrero recibían plácidamente entre líneas para atacar el espacio con Christian
Cueva y Yordy Reina. En Paraguay la imprecisión se apoderó de los jugadores. Erráticos
en la salida de balón, solo Néstor Ortigoza marcaba una diferencia con pelota
cuando de atacar se trataba. Bobadilla y Barrios bajaban a recibir y combinar
con los laterales, pero pocas veces pudieron crear peligro ante la sólida
defensa peruana.
Los últimos minutos de la primera parte tuvieron un
repentino bajón en la calidad de ambos equipos. El conjunto guaraní empezó a
manejar la pelota con criterio y creó alguna que otra chance.
Apenas dos minutos del segundo tiempo iban cuando
Carrillo cazó un rebote fuera del área para poner a Perú arriba en el marcador.
El sorpresivo gol hizo que Perú cediese la pelota a Paraguay. Con el
resultado en contra, los guaraníes tomaron el control del balón para empatar rápidamente.
Ante estas situaciones, Perú muestra un claro diagnostico: su principal arma es
atacar. Cuando se repliega, sea por decisión propia o bien por el rival, sufre.
Sus volantes externos no retroceden y los laterales quedan en
desventaja numérica cada vez que el rival ataca por los costados.
Aún así, Paraguay solo tuvo una ocasión clara para
empatar, tras un centro de Romero que el recién ingresado Edgar Benítez no pudo
conectar.
A pocos minutos del final, una excelsa jugada de Carrillo
sirvió para que Guerrero decrete el 2 a 0 y el tercer puesto para la Albirroja.
A lo largo de la competencia, el equipo peruano tuvo un
rendimiento ascendente. El partido debut ante Brasil había evidenciado dos
cosas: su potencial en ataque, al combinar jugadores veteranos (Guerrero, Farfán)
con una nueva camada (Cueva, Carrillo), pero también una defensa endeble, donde
sufría demasiado ante cada ataque rival.
Para el partido siguiente, Gareca tomó nota y el cambio empezó a mostrarse. Con Venezuela, si bien le costó conseguir la victoria, la calidad de Advíncula proyectándose
en ataque y la firmeza de la dupla defensiva Ascues-Zambrano ya se podían ver.
Frente a Bolivia, en cuartos, el equipo hizo un muy buen partido en ataque y
pudo liquidarlo en menos de 20 minutos sólo con la calidad de Guerrero. El
equipo peruano supo encontrar su esencia y así la plasmó en la cancha. Contra Chile estuvo a punto de forzar los penales, con un soberbio partido del
ex Bayern Munich nuevamente, pero el chileno Eduardo Vargas sacó un zapatazo
desde fuera del área que acabó con las ilusiones peruanas de llegar a la final.
A futuro, las Eliminatorias son, sin dudas, el gran
objetivo de este equipo. Con una base entre los veteranos y la joven camada,
buscará volver a un Mundial, competencia que no juega desde 1982.
Paraguay, al revés que Perú, tuvo un rendimiento
decreciente en la copa. La remontada frente a Argentina, seguida por el triunfo
contra Jamaica, hacía presagiar que el conjunto guaraní podía ser una de las
revelaciones del torneo.
Frente a Brasil sufrió más de lo que jugó, y el equipo de Dunga hizo el resto para
que los dirigidos por Díaz, con el talento de Santa Cruz y Haedo Valdez,
empataran el partido y pasaran por penales. Con Argentina mostró su peor cara,
cuando le dejó a su merced el espacio suficiente para que las estrellas de la
Albiceleste se hagan un festín y termine en goleada.
Históricamente identificada por una defensa férrea, Ramón Díaz cambió la filosofia de juego por un equipo que apostaba al ataque. Las Eliminatorias serán el gran desafío para el DT argentino, donde se presagia una pelea hasta el final por buscar llegar a Rusia en 2018.
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