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Se destapó y es finalista

La Selección Argentina se sacó de encima la mochila de la poca efectividad de cara al gol, y superó ampliamente a Paraguay por 6-1. El sábado, la final frente a Chile, el local.




Nadie podría haber imaginado que la Semifinal frente a un rival como Paraguay, que llegaba envalentonada después de eliminar a Brasil, tendría semejante desenlace. Argentina venía de padecer, en los partidos anteriores, dificultades para traducir en goles todas las ocasiones que generaba frente al arco contrario. Si bien en esa materia interviene la inspiración de cada jugador, la (mala) suerte también tiene injerencia.

Esta vez, le salieron todas. Convirtió seis goles frente a un rival que se caracteriza por su buena labor defensiva, tuvo pasajes de un eximio juego asociado y niveles superlativos de jugadores que venían teniendo un opaco torneo. Además de disipar los cuestionamientos de la prensa y los hinchas, los goles sirven sobre todo para devolverle la confianza al jugador. Ángel Di María lo necesitaba como nadie, y marcó sus dos primeros tantos del torneo en el momento más propicio.

El partido fue enrevesado, cambiante, sin un patrón fijo. Pareciera que el 6-1 final exime de todo tipo de análisis y que la Semifinal fue un simple trámite. Pero cualquier argentino, seguramente, cuando iban cuarenta y tantos minutos de la primera parte, estaba deseando que llegue de inmediato el entretiempo para que el equipo se acomode y recupere la tranquilidad.

Porque con el 2-0, Argentina daba la sensación de ya estar clasificada a la final. Pero un gol inesperado de Lucas Barrios, tras una mala salida desde el fondo argentino, despertó los fantasmas de aquel primer encuentro entre ambos en el que Paraguay, luego de ir perdiendo por 2-0, logró la remontada y alcanzó el empate, en un segundo tiempo olvidable para los de Gerardo Martino.

Pero la Argentina no renunció a su filosofía y, en menos de 120 segundos de iniciado el segundo tiempo, erradicó cualquier sospecha de repetir esa película con su mejor gol en cuanto a juego colectivo de la Copa. Y ante el 3-1 desfavorable, Paraguay se vio obligada a salir a buscarlo. Y si los rivales se adelantan y dejan espacios, los muchachos albicelestes, relamiéndose, van a aprovechar. El resultado final pudo haber sido más holgado aún. Solo faltó el gol de Lionel Messi, quien además de ser el mejor del mundo, se guarda lo mejor para lo último, como todo genio de la ilusión.

El hambre del grupo de jugadores argentinos los llevó a una nueva final. Sin conformarse con haber sido finalistas de un Mundial, quieren conquistar América, algo que hace más de 20 años que no sucede. No es una revancha, ya muchos de quienes participaron en ambos torneos lo aclararon. La espina de haber perdido esa final frente a Alemania será imposible de desarraigar. Pero sí, ganar la Copa América, sería un hermoso reconocimiento a esta brillante camada de jugadores. El sábado, contra Chile, el partido decisivo.

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