River venció a Guaraní en la semifinal de la Libertadores. Los Millonarios ganaron 2 - 0 con goles de Mercado y Mora. En el primer tiempo no encontró los caminos, sin embargo, lo realizado en el complemento terminó justificando el resultado. La vuelta se jugará el próximo martes en Paraguay.
¿Cuánto han significado los goles de pelota parada para este River de Gallardo? Por solo nombrar algunos, se me vienen a la mente un par de goles frente a Estudiantes en los cuartos de final de la pasada Copa Sudamericana que significaron que River diera vuelta un partido que se estaba complicando. En la misma edición de la Copa, pero esta vez durante el partido definitorio, dos cabezazos fueron suficientes para servirle al conjunto de Núñez una nueva definición internacional. Viniendo más cerca en el tiempo, Jonathan Maidana conectó de cabeza en el estadio Mineirao estableciendo una diferencia que Cruzeiro no podría descontar. Tres ejemplos en donde un gol de córner o de tiro libre sirvieron para que el equipo de Marcelo Gallardo pudiera abrir un cerrojo o poner un candado a una determinada situación.
En este caso fue la llave que destrabó el candado defensivo propuesto por Guaraní. Los paraguayos se pararon en el terreno de juego con una línea defensiva compuesta por tres jugadores, pero que ni bien perdían la pelota, ese trio se veía reforzado por dos compañeros formando una defensa de cinco jugadores. Los visitantes juntaron de manera muy prolija cada una de sus líneas evitando que River pudiera encontrar espacios por donde filtrar pelotas o por donde generar superioridades. Guaraní no dudaba en presionar la salida riverplatense cada vez que estos mostraban ciertas dudas o inquietudes al intentar trasladar la pelota por el piso. Los locales a pesar de encontrar ciertas licencias defensivas por el sector derecho, jugaron incómodos desde el primer minuto del partido.
El equipo de Gallardo se plantó con dos líneas de cuatro acompañadas por dos delanteros, que fueron Rodrigo Mora y el debutante Lucas Alario. La línea de mediocampistas estaba compuesta por dos volantes de contención, como lo son Leo Ponzio y Matias Kranevitter, con Carlos Sánchez cabalgando por el sector derecho y Lucho González en el izquierdo. Kranevitter fue el volante encargado de tomar mayores responsabilidades defensivas, además de ser el jugador en ofrecerse como primer pase en cada salida desde el arco de Marcelo Barovero y así formar un 3 vs 2 ante la delantera guaraní.
Durante 60 minutos del partido, los locales no lograron tejer redes de juego asociado que le permitieran acercarse con cierto peligro al arco de Alfredo Aguilar. La decisión del Muñeco de contar con dos volantes de contención pareció demasiado cautelosa si miramos los dos primeros tercios del partido. Al ser Kranevitter el mediocampista con mayores funciones defensivas, su compañero en el eje, en este caso Ponzio, tenía la necesidad de ser el interior que debía funcionar como nexo entre esta parte de la cancha y la otra donde rondaban los delanteros. No es difícil advertir que las cualidades ofensivas de Ponzio no son su mejor virtud, sobre todo cuando recae sobre él la responsabilidad de ser el generador de juego, el jugador que rompa líneas con pases o movimientos. Más aún ante un equipo que obligaba a ser muy precisos y dinámicos a sus rivales.
Pero comenzamos el artículo hablando de la importancia de la pelota parada en este River de Gallardo. Promediando el cuarto de hora en el segundo tiempo, Gonzalo Martínez, quien había ingresado por Lucho González, envió un córner desde el costado izquierdo que luego de una serie de rebotes cayó en los pies de Gabriel Mercado. El lateral oriundo de Puerto Madryn definió como si se tratase de un delantero más y estampó la primera diferencia en el marcador. Diferencia que tendría un peso muy importante en el futuro desarrollo y resultado del partido. El gol de Mercado sirvió como un abrelatas, fue la guía para un laberinto que tenía perdidos a todos.
Luego del gol, los visitantes comenzaron a largar más a sus laterales y volantes ante cada recuperación en la mitad de la cancha. El resultado de esta necesidad obligada de los paraguayos, fue la aparición de metros y metros de verde césped a espalda del mediocampo de Guaraní. Con campo para recorrer la imagen que dejó River Plate fue otra totalmente diferente a la de la primera parte. Pity Martínez condujo a gusto y placer por todo el flanco izquierdo, el uruguayo Sánchez hizo lo propio en el sector opuesto, y sobre todo la dupla de delanteros comenzó a olfatear que si estaban precisos la diferencia podía aumentar. Tal cual fue lo que sucedió, los millonarios robaron en el medio, Alario pivoteó de espalda y de primera asistió a Mora dejandolo frente al arquero rival. La definición del uruguayo queda exenta de todo adjetivo; la picó, la empaló, la colgó, como quieran llamarlo, el resultado fue el segundo y definitivo gol de River.
El conjunto argentino logró una importante ventaja que deberá refrendar en tierras guaraníes. El resultado adverso obliga a los paraguayos a tener que salir a atacar y convertir para intentar dar vuelta la serie. Este panorama puede ser ideal si River aprovecha los espacios que se generan tal y como lo hizo en los últimos minutos de este partido. Probablemente el resultado maquille lo que fueron los minutos de desconcierto millonario, pero lo exhibido tras ponerse en ventaja da para ilusionarse de que River vuelva luego de muchos años a la final del torneo de clubes más importante del continente.
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