De jugador resistido a pieza clave. Luli, en algo más de doce meses, se convirtió en un futbolista trascendental para este Racing de Diego Cocca. El domingo en el clásico, demostró cuan importante es para la Academia.
Pasó poco más de un año del momento que le cambió la vida futbolística a Luciano Aued. Fue un segundo, un momento de inspiración, un rapto de lucidez, una acción que marcó un antes y un después. Pocas veces se vio un quiebre tan marcado tras una situación puntual. Para Luli fue aquel taco delicioso que dejó a Luciano Vietto de cara al gol, en el final de un partido ante Vélez en el cual la Academia había sido mucho menos que su rival. #ElTacodeAued se convirtió en trending topic y la resurrección futbolística del volante comenzaba en aquella noche de sábado en Liniers.
Aued había arribado al club junto
a Lucas Castro en julio del 2011, cuando la llegada de Diego Simeone y las
presencias de Teo y Gio ilusionaban a muchos. Pese a la buena campaña del
equipo, el ex Gimnasia era una de las decepciones. No lograba alcanzar el nivel
que había mostrado en el Lobo y poco a poco fue perdiendo terreno. Rápidamente
se convirtió en resistido, y diferentes problemas en su rodilla lo dejaron en el
ostracismo futbolístico. Encima, su vuelta se dio en el marco de la peor
campaña en la historia y así pasó a ser uno de los blancos de los insultos.
Una expulsión en Rosario ante
Central fue el fondo. El 2013 terminaba y la imagen que dejaba Luli era penosa.
Sin ritmo ni confianza, no aseguraba el destino de la pelota y llegaba a
destiempo. Cada vez perdía más terreno en la consideración general. Nadie
imaginaba que ese futbolista podía convertirse en pieza clave de un equipo de
Racing.
Pero el fútbol es dinámico y con
mucho esfuerzo Aued revirtió la situación desde aquel día en que con la “22” en
la espalda comenzó a convencerse de que podía ser mucho más que una pieza de
recambio. “Ojalá que el taco cambie mi imagen”, declaraba a Olé en la semana posterior
al triunfo ante Vélez; sonaba a frase tribunera y carente de sustento. Por lo
pronto, después de ese día comenzó el consumo irónico por parte del hincha de
la figura del volante y de a poco se fue transformando en fetiche. A la par, su
rendimiento crecía de manera silenciosa. ¿Una precuela del #RacingPositivo?
En el camino del título en el
Torneo de Transición 2014, Aued comenzó como suplente de la apuesta de Diego
Cocca para ser el acompañante de Ezequiel Videla: Nelson Acevedo. El pobre
nivel del ex Defensa y Justicia generó un hueco que el ex Gimnasia tomó para
sí. Le ganó la pulseada a Francisco Cerro y no solo se transformó en titular,
sino que además se hizo imprescindible en el andamiaje del equipo.
Tanto en el semestre pasado como
en este, por confección del plantel, Aued
es un volante con características que no poseen ninguno de sus
compañeros. Luego de dos meses de ausencia, su reaparición en la victoria en el
clásico expuso esto de manera tajante. Su capacidad para darle otro sentido a
la circulación del balón en el mediocampo lo erige como pieza única. Ni Acevedo
ni Cerro tienen esa característica, el casting de acompañantes de Videla
también tuvo a otros actores como Marcos Acuña o Pablo Alvarado. Ninguno le dio
a Cocca lo que la nueva lesión de Luli le privó al equipo.
Más allá de aptitudes
particulares, había que volver a ese nivel tras dos meses de ausencia y, ¡en un
clásico! Los primeros 30 minutos de Aued el último domingo fueron superlativos,
lo mejor de él desde su llegada al club hace casi cuatro años. Recuperó, marcó
los tiempos del equipo, supo cuando profundizar y cuando lateralizar y además
su ubicación le permitió interceptar muchos pases o despejes en la salida del
rival. Que hayan gritado por él en el Cilindro no fue más que el resultado
lógico luego de un largo camino de 13 meses de trabajo arduo, muy buenos
rendimientos y compromiso con el equipo.
Seguramente no sea el volante
ideal (para ser el segundo volante central le falta disparo de media distancia
o llegada al área rival, de hecho no tiene goles oficiales en Primera), pero
quedó claro cuánto lo extrañó este gran equipo de Racing. Para realizar la
función que cumple, en especial en el primer pase de salida cuando se abren
los centrales y él baja a la medialuna del área para organizar el ataque, se
necesita muchísimo temple y una correcta toma de decisión. Un error en esa zona
se paga con un gol en tu propio arco y la Academia no sufrió pese al riesgo que
conlleva esa labor.
Luli volvió a las canchas en el
momento más sensible de Racing en la temporada, en medio de una semana que
puede ser bisagra en la historia contemporánea del club. El primer paso se dio
con ese merecido triunfo ante Independiente, queda cruzar la siguiente barrera,
la revancha ante Guaraní por un lugar entre los mejores cuatro de la región. Con
el ruido de fondo por su renovación de contrato (su vínculo vence en junio y
aún no selló su continuidad), Aued reapareció como si no hubiera estado más de
dos meses sin jugar y con él, el equipo mejoró y la gente lo valoró. Un premio
para un tipo que logró dar vuelta una situación que parecía irremediable.
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