Barcelona derrotó al Córdoba 8-0 y continúa como único líder
de la Liga de España. Los blaugranas desplegaron todo su poderío ofensivo y se
aprovecharon de un equipo que hizo lo que pudo hasta los 42 minutos del primer
tiempo. El uruguayo Suárez convirtió su primer hat-trick en el equipo culé.
Casi un tiempo, 42 minutos para ser más exactos, fue el tiempo que el Córdoba se mantuvo competitivo adentro de la cancha. Lo sucedido después maquilla un poco lo de los primeros minutos, el poder de ataque blaugrana fue una aplanadora para un equipo condenado al descenso. Sin embargo el desarrollo del partido no comenzó como finalmente terminó y lo explicaremos ahora.
Barcelona saltó a la cancha con el equipo que a priori se muestra como el titular; Piqué y Maschereano en la zaga central, los laterales habituales, Busquets de mediocentro, Rakitic e Iniesta los interiores y la delantera sudamericana. Los locales formaron un bloque defensivo que intentaron mantenerlo lo más alejado de su arco, durante varios pasajes del partido les funcionó, durante otros la movilidad de los culés los llevaba a defender muy cerca de su área chica.
Más allá de alguna que otra oportunidad desperdiciada por Neymar, Barcelona no encontró los caminos durante el comienzo del partido. El rigor defensivo propuesto por los locales llevaba a que todas las jugadas terminaran por donde menos espacios había, el centro del área. El Córdoba no solo mantenía a Messi y compañía alejado de su arco, sino que se animaba a desplegar a sus volantes intentando sorprender con alguna transición defensa-ataque. Edimar tenía la clara intención de atacar la espalda de Dani Alves, y por momentos encontró el hueco necesario para poder centrar con comodidad en busca de la cabeza de Andone, que de haber estado acertado pudiera haber adelantado a su equipo.
El planteo de los dirigidos por Romero se mantuvo firme hasta el final de la primera parte. Como era de esperar, cuando las líneas se encuentran tan juntas y apretadas, solo un jugador puede encontrar los espacios entre tantas piernas. Leo Messi ya había abandonado su posición inicial de extremo para cada vez jugar más por el centro, en clara señal de que la pelota no le llegaba de manera fluida. En una de esas aventuras por el medio recibió la pelota y al mismo tiempo en el que vio la jugada la ejecutó, Messi piensa y ejecuta en el mismo momento. Lo que sucedió después ya es conocido, colgadita a un jugador que entra por el costado opuesto y la palabra siguiente debe ser gol. El receptor del pase en este caso fue Rakitic, en una demostración más de su perfil de llegador y no de creador. El croata dominó y remató haciendo inútil la reacción del arquero.
El gol modificó a ambos equipos, para Barcelona supusó la tranquilidad de encontrar el hueco por donde filtrar la pelota y abrir un partido que se podía poner complicado, para el Córdoba fue la sensación de que cuando entraba uno, entraban todos. La confianza de unos más la decepción de otros fue una mezcla que llevó al marcador final. Antes de finalizar el primer tiempo, Iniesta asistió como en las viejas épocas a Suárez, quien comenzaría su triplete. El complemento fue todo blaugrana, con tres goles de cabeza la diferencia se estiró a cinco goles. Messi y Suárez el tercero y el cuarto con el común denominador de Dani Alves como asistidor, y Piqué el quinto tras un córner centrado por Rakitic.
Luego del quinto gol, Luis Enrique daría una demostración de lo que significa el tridente para su equipo. Xavi ingresó por Iniesta, Mathieu por Mascherano y Pedro por Rakitic. Tres cambios y el tridente no se toca, ni con un partido como el del miércoles a la vuelta, el trío sudamericano es la identidad de este equipo y el asturiano así lo demuestra. Los minutos posteriores le dieron la razón, del sexto al octavo gol fue toda participación de los delanteros. El sexto gol fue de Messi, quien llegó a la cifra de 40 goles en la Liga ubicándose como pichichi de la misma; el argentino empujó la pelota en una jugada que Neymar cedió el remate entendiendo que Messi llegaba de frente al arco.
Tras la generosidad del brasileño en el sexto, hubo devolución de favores en el séptimo. Neymar ingresó al área y fue derribado, Messi dejó de lado la pelea por la tabla de goleadores y le entregó en mano la pelota al brasileño, quien había estado un poco errático de cara al gol. Ney convirtió el penal y estiró a siete la diferencia. El octavo y último fue el triplete de Suárez, empujando como goleador un rebote del arquero. La química entre los sudamericanos les permite ser solidarios entre sí, luciéndose cada uno en su tiempo y a su manera.
Barcelona blindó la cima de la clasificación y se pone a pensar en el partido del miércoles frente a Bayern Munich. Los culés reciben al equipo de Guardiola en el primer partido de la semifinal de la UEFA Champions League.
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