Barcelona se consagró campeón de la Copa del Rey. Venció 3 a 1 al Athletic Bilbao con dos goles de Messi y uno de Neymar. El argentino rompió un gran planteo de los vascos con un soberbio gol Messiánico. Los culés ya conquistaron el doblete de Liga y Copa.
¿Cómo neutralizar el poder ofensivo de Barcelona? Valverde entendió haber encontrado una solución. El director técnico ordenó una marca personal de toda la cancha sobre Leo Messi, Balenziaga tenía la expresa orden de ser la sombra del argentino, controlarlo dentro del costado derecho, perseguir sus diagonales hacia el medio e incluso presionarlo en la salida o acompañarlo hacia el flanco izquierdo del ataque. Un jugador que no miró el partido, solo miró al diez. ¿El resultado?. A continuación...
Athletic Bilbao saltó a la cancha con Aduriz y Williams como referencias ofensivas, por debajo de ellos dos líneas de cuatro bien adelantadas presionando cada recepción del equipo contrario. El comienzo fue excepcional para los vascos, incomodidad e imprecisión eran las palabras que definían al primer cuarto de hora para Barcelona. Un pequeño detalle, los dirigidos por Valverde plantearon una defensa mixta, mientras diez jugadores ocupaban espacios, negaban recepciones entre líneas y basculaban hacía donde giraba la jugada, un jugador se encargaba únicamente de perseguir a Messi. Balenziaga acompañó a Leo durante los 90 minutos del partido.
El desarrollo era favorable para el Bilbao, la marca personal lograba ofuscar a la Pulga y el circuito de juego culé no aparecía. Mientras tanto, Aduriz era el receptor de todos los envíos aéreos quien pivoteaba e intentaba descargar para la llegada de Williams. Las segundas jugadas no terminaban de ser explotadas por los de Bilbao y por eso el plan en los primeros minutos del partido no terminaba de ser perfecto.
El Athletic parecía estar cumpliendo casi a la perfección la estrategia ideada para el partido, coberturas eficaces, relevos a tiempo, ayudas defensivas, superioridad posicional, una dinámica inmejorable en la que los vascos se entonaban ayudados por el incondicional apoyo de su afición. Pero el castillo de naipes que habían construido, el escenario favorable, el momento casi perfecto, se derrumbó a los 19 minutos de la primera parte. Defensivamente no hay nada que recriminar, Balenziaga presionó a Messi, le obstaculizó la recepción, lo persiguió en su corrida, recibió ayuda de hasta cuatro compañeros, sin embargo el argentino se deshizo de a uno por vez, ingresó al área y definió entre el palo y Herrerín. Jugada Messiánica propia del mejor jugador del mundo.
El planteo de Valverde se derrumbó luego del gol y el juego de los dirigidos por Luis Enrique comenzó a aflorar. En los 70 minutos restantes, Barcelona fue mucho equipo para el Athletic. Mezclando velocidad y precisión, juego corto y juego largo, pases verticales y pases horizontales, doblegó a los vascos que nada pudieron hacer para mantenerse competitivos en la final. Antes de terminar el primer tiempo, Neymar empujó de primera un pase de Luis Suárez, previamente entre Rakitic, Messi y el uruguayo construyeron a base de toques de primera la jugada.
Athletic de Bilbao continuó durante el complemento demostrando el inmenso espíritu competitivo que los caracteriza, como si el partido estuviese empatado o la diferencia fuera menor, continuaron utilizando sus armas y en algunos pasajes del segundo tiempo lograron llevar el partido a la mitad de la cancha blaugrana. Pero como sucede habitualmente, cuando un equipo que enfrenta al Barcelona se adelanta unos metros en el campo, los espacios que se abren a sus espaldas son caviar para la delantera sudamericana. Así fue como Dani Alves llegó hasta el fondo y centró al punto penal, Balenziaga venía persiguiendo a Messi desde la mitad de la cancha tal como le habían indicado, pero el argentino metió un sprint de cinco metros y se anticipó ante su marca personal y a la defensa posicional, Herrerín, de gran actuación en el partido, no pudo hacer nada y el diez estiraba la diferencia.
A casi diez minutos del final, Williams descontó y puso el 3 a 1 definitivo. Anecdótico para el desarrollo del partido, pero merecido para el esfuerzo de un equipo que no está perdido ni aún perdido. El tridente sudamericano llegó a la suma de 120 goles en la temporada estableciendo un nuevo récord. Pero si nos detenemos únicamente en las cifras, dejamos de lado el verdadero valor de estos tres cracks que demuestran partido a partido una inmensa simbiosis dentro y fuera de la cancha. Lo de Messi aún nos sorprende, lo hemos visto realizar todo tipo de epopeyas, pero tiene el poder de reducirnos a lo más mínimo en cada fin de semana y demostrar que el fútbol le pertenece a los jugadores. En una semana complicada para el fútbol, Messi nos recuerda que la esencia de este deporte está en sus pies. Xavi Hernández levantó el trofeo en su último partido en el Camp Nou, el reconocimiento no pudiera haber sido mejor para el capitán. La próxima semana los blaugranas viajan a Berlín y el sueño de la triple corona continúa intacto.
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