Bournemouth consiguió
el título en Championship que le otorgó su primer ascenso a Premier League en base a una idea clara que desarrollo en todos los estadios.
Analizamos la temporada, los números y los datos relevantes de un equipo que
llevó su mérito a la estadística convirtiéndose en un justo ganador del certamen.
La extenuante temporada de Championship, el duro torneo de la élite de ascenso del fútbol inglés
ha llegado a su fin. Sólo queda por delante el torneo reducido por el tercer
ascenso, cuyo ganador acompañará a Bournemouth, flamante campeón y a Watford a
la máxima categoría.
El enorme logro conseguido por un Bournemouth que, en base a
un juego fluido y vistoso, conseguido a partir de piezas poco reconocidas fuera
del mundo del ascenso, es motivo de admiración y reconocimiento. Los Cherries,
de la mano de Eddie Howe, han demostrado que el fútbol puede ser bien jugado
sin necesidad de recurrir a grandes nombres y han dejado plasmada su excelsa
temporada en los números que la estadística arroja.
El juego asociado
como prioridad
Eddie Howe ha insistido hasta el hartazgo en entregarle a su
equipo una identidad bien definida. Tanto
en Championship como en la copas,
incluso frente a rivales más poderosos,
Bournemouth intentó siempre llevar a cabo un juego basado en la posesión del
balón, en la fluidez en el traslado y en la llegada al área rival con mucha
gente. Los números finales de la temporada avalan al entrenador y demuestran la
eficacia de la estrategia.
El campeón, supo desarrollar un juego que le garantizara el
mayor promedio de posesión por partido a
lo largo de la campaña, consiguiendo trasladar ese dominio del balón al área
rival y también al resultado. El conjunto sureño, obtuvo un 58,2 % de posesión
por partido, un 79,5 % de eficacia en sus pases, 16,7 remates al arco por juego
y 2,1 goles de promedio por encuentro. En cada uno de esos apartados,
Bournemouth fue líder absoluto de la temporada, demostrando con creces, la
eficacia de su propuesta.
Todos participan
Cuando uno revisa las
estadísticas finales, encuentra muchos protagonistas importantes que denotan la importancia del
conjunto por sobre las individualidades. Bournemouth ha colocado tres jugadores –Callum
Wilson 20, Matt Ritchie 15 y Yann Kermorgant
15- entre los primeros 20 goleadores y dos de los ocho principales asistentes de la temporada de Championship, incluyendo al
líder general –Matt Ritchie 17-, son de su propiedad. Además, 15 de los 22
jugadores –excluyendo a los arqueros- que han disputado minutos en la
temporada, han marcado goles, con cinco jugadores por encima de los ocho tantos per
capita.
Defender con el balón
La tenencia del balón y la precisión en el juego, le han
permitido a Bournemouth sufrir poco en
defensa. Con el riesgo de una propuesta ofensiva a cuestas, los Cherries han conseguido
erigirse como la segunda valla menos vencida del torneo. Los 45 goles
recibidos, solo fueron superiores que los 37 que sufrió Middlesbrough, pero el equipo
de Howe marcó 30 goles más que el
dirigido por Aitor Karanka.
Otros datos demuestran el equilibrio estratégico de
Bournemouth. El equipo campeón ha
promediado solo 10,1 faltas por partido, constituyéndose en el quinto con menor
promedio del torneo y sólo ha recurrido
ha recurrido a 16,2 entradas sobre sus rivales por encuentro, sólo superando a
las 14 de Norwich City.
La idea más allá de la localía
Otra muestra del respeto del equipo a las convicciones de
su entrenador es la paridad entre la
campaña realizada en Goldsands Stadium y el rendimiento obtenido fuera de casa.
Yendo sólo a la estadística más básica, Bournemouth obtuvo 46 puntos y 48 goles
jugando como anfitrión, recibiendo 22 tantos, mientras que como visitante, los Cherries sumaron 44 unidades y 50 tantos, permitiendo 20 goles en su valla.
La campaña similar, más allá de la condición, se extiende a
la mayor parte de los índices de medición repasados anteriormente, demostrando
la similitud de la idea de juego dentro
y fuera de su reducto. Esto le permitió al equipo de Howe ser el mejor
visitante del torneo y el cuarto equipo en condición de local, apuntalando así
una campaña que no se resintió con los kilómetros recorridos.
Con todo lo expuesto, Bournemouth ha demostrado, dentro de la cancha y en las
calculadoras, sus méritos indiscutibles para consagrarse campeón. La idea ofensiva, la defensa mediante la
propiedad privada del balón y el juego participativo más allá de la geografía,
han sido bandera de este gran campeón. Un equipo que no necesitó de
nombres rutilantes ni de autobuses delante de la portería para ganar donde se
lo propuso, sumando los puntos suficientes para superar a los más poderosos.
Los Cherries son campeones desde donde se lo mire y será interesante mirar y
admirar su metamorfosis hacia un equipo de Premier League.
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