La derrota en San Sebastián a comienzos de año no auguraba un final de
curso con la posibilidad de consagrarse en cada competencia. Barcelona se
reinventó con Messi como estandarte.
La
perspectiva de aquellos primeros días de enero no presagiaba semejante
evolución, competitiva y de resultados, para el final de temporada. Pero el
entrenador optó, con sus modificaciones, por anticiparse a las críticas que
podían llegar luego, y renovar el juego del Barcelona con diferentes matices
puntuales. Dio otros elementos al colectivo, basados principalmente en las
virtudes individuales de sus jugadores.
Vencer en
Anoeta nunca ha sido una empresa accesible para el conjunto culé. No pudo
vencer allí durante el mejor período histórico del club, con Guardiola al
mando. De hecho, la última victoria allí data de la conducción de Rijkaard.
Barcelona cayó en San Sebastián brindando una imagen muy opaca con el balón
ante un rival cerrado, con el balón largo de Mascherano como único recurso. Ese
día, Messi fue suplente y llovieron las críticas desde todos los sectores.
Sin
embargo, no fue más que un resultado negativo y la peor semana del curso. Los
rumores de crisis azotaron el vestuario y hasta fue despedido el director
deportivo de la institución, Andoni Zubizarreta. Los cambios de Luis Enrique
despertaban las diatribas de la prensa y aficionados que observaban un cambio
de paradigma sin evaluar la globalidad del juego blaugrana. A partir de aquel cuatro
de enero, lo que continuó fue un progreso que otorgó estabilidad.
El técnico
asturiano fue capaz de lograr significantes mejoras en las jugadas a balón
parado y la defensa posicional. Durante el primer transcurso de temporada,
acumuló ocho partidos consecutivos de liga sin recibir goles en contra. De cualquier
manera, esas optimizaciones contrastaron de frente, en el juego ante Real
Sociedad, con la imposibilidad de romper al rival en ataque organizado. Lejos
de lo que fue, Barcelona se hacía repetitivo y aquella noche no supo producir
ni un resquicio.
En paralelo,
se fue acrecentando la capacidad de hacer un daño inverosímil a los espacios de
los tres de arriba. Imposibles de contener, tanto Messi como Suárez y Neymar
son incontrolables en un juego de transiciones. Guardiola había expresado,
previamente a la vuelta de semifinales de Champions League, que se encontraba
ante el equipo que mejor contragolpea del mundo. Y ante la mínima falla, los
atacantes sudamericanos penalizaron a los bávaros.
Los
desmarques, diagonales o apoyos en corto del uruguayo son tan importantes como
su juego físico ante los centrales. Messi vuelve a iniciar sobre la banda,
aunque los movimientos colectivos le brindan la oportunidad de cerrarse y asistir
al lado débil con su ya característico alley-oop
(Suárez atrae y Ney –o llegadores de segunda línea- ataca el espacio). El
brasileño acumula una estadística digna de un año inmejorable, solo superada
por dos colosos como Cristiano Ronaldo y el crack argentino.
No
obstante, el punto más importante de Luis Enrique es que construyó un escenario
propicio sobre el que Messi pueda volver a brillar. El colectivo ha aumentado
su valía y se encuentra en el mejor momento del año, pero se sustenta cada día
más en el ‘10’, que ha decidido partidos y en varios juegos se convirtió en una
fiera insaciable.
Por si
fuera poco, Dani Alves retornó a su mejor versión, preciso como antaño y
asociativo. Rakitic ejerce de interior de ruptura y sus ayudas son elementales
para equilibrar la banda derecha. Incluso, la faceta excelsa de Iniesta se hizo
presente en algunos tramos del curso, haciendo renacer ese ataque posicional
propio del ADN del Barcelona. El cuerpo técnico introdujo diferentes soluciones
puntuales que, a lo largo de la campaña, han hecho trascender al colectivo con
y sin balón.
La
evolución competitiva del Barça ha sido tal que solo cuenta dos derrotas, a día
de hoy, posteriormente al encuentro contra los vascos. A la caída en el Allianz
Arena, se suma la victoria del Málaga en Camp Nou, allá por el mes de febrero.
En medio, el equipo llega a jugar todos los partidos posibles de la temporada,
con dos finales y una liga encarrillada. Además, alcanzó el partido cumbre de
Champions por cuarta vez en los últimos nueve años.
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