En el primero de los encuentros de las semifinales de Champions League, el Barcelona superó por 3 a 0 al Bayern Munich como local y se perfila como un serio candidato para disputar la final en Berlín.
Lo anunciaba Guardiola en la previa: "No hay sistema ni entrenador para parar a Messi". Sin saberlo, el técnico del equipo alemán, que volvía al Camp Nou después de casi 3 años, estaba vaticinando lo que luego sucedería sobre el césped.
Porque ante jugadores así, poco se puede hacer. El entrenador puede planificar horas y horas por donde va a atacar, la manera en que quiere defender, que espacios suele no ocupar el rival y miles de cosas más, que son parte de su trabajo. Pero siempre habrá un Messi que rompa esquemas, que no siga caminos previsibles y que busque lo inesperado, lo impensado, lo que solo los elegidos pueden aspirar a realizar.
Primero, cuando el partido iba derecho al empate sin goles, sorprendió a Neuer, quien meses antes le había quitado su sueño de conquistar la Copa del Mundo, con un remate desde afuera del área. Poco después llegó la joyita de la tarde: con la pelota pegada a su zurda encaró al recio Boateng -otro de los que le ganó la final en el Mundial-, amagó a ir hacia adentro pero, con un sutil toque, engaño a su marcador y se fue hacia afuera. El defensor, mareado, sólo pudo mirar desde el piso la excelsa definición del argentino con su pierna derecha ante el gigante arquero alemán.
Antes de todo eso, se había observado un partido parejo, equilibrado, con ambos equipos buscando el arco rival y dejando muchos espacios en zonas defensivas. Es cierto que, de todas maneras, en la estadística, el Barcelona tuvo las más claras; Ter Stegen fue prácticamente un espectador.
En los primeros minutos el encuentro se pudo contemplar el plan que tenía Guardiola para el partido de hoy, pero que rápidamente desecho. En ese breve período, su equipo jugó con una línea de tres defensores más dos laterales/volantes. Así, presionaba en la salida al Barcelona bien arriba, y marcaba uno contra uno en toda la cancha. Claro, ante los tres monstruos que tiene arriba el equipo catalán, esa estrategia parecía kamikaze, y así lo fue. Sólo que la puntería de los de Luis Enrique impidió que se traduciera en el resultado.
Luego sí, el Bayern formó una línea de 4 defensores y, sumada la merma en la intensidad del equipo culé, el partido se tornó más disputado. Hasta que el genio salió de la lámpara, como antes contabamos.
Una diferencia de dos goles en contra, a pesar de ser una ventaja muy buena, era factible de revertir. Pero, cuando en la última jugada del encuentro, Neymar puso el 3 a 0 tras pase de Messi, dio la sensación de que el Barcelona se estaba clasificando a la final aunque todavía faltara la vuelta. Para decir eso con seguridad, habrá que esperar hasta la próxima semana, cuando estos equipos se vean las caras nuevamente en Munich. Hoy, Barcelona dio un gran paso.
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