Victoria culé en el derbi de Catalunya. Barcelona derrotó 2 a 0 a Espanyol y continúa siendo líder de la Liga de España. Los goles fueron convertidos por Neymar y Messi, ambos durante el primer tiempo.
Ya con la mirada puesta en el cruce de Semifinal contra Bayern Munich, Barcelona visitó a su clásico rival con el fiel objetivo de continuar siendo únicos líderes de la clasificación. El equipo saltó a la cancha con dos cambios si tenemos en cuenta los once que iniciaron el encuentro contra PSG, Rafinha le dio descanso al croata Rakitic, y Claudio Bravo por Ter Stegen como ya es costumbre en la Liga.
El equipo de Luis Enrique jugó probablemente uno de los mejores partidos de la temporada, frase que comienza a repetirse con mayor frecuencia, sobre todo en los primeros 45 minutos en donde los blaugranas hicieron todo a su antojo. Los locales apostaron a dos líneas de cuatro en defensa, la intención era negarle espacios y pases entre líneas a sus rivales, y apostar por una eficaz transición defensa-ataque que permitiera sorprender a la defensa blaugrana. Nada de esto sucedió, los locales fueron sometidos al juego de Barcelona.
La posesión de la pelota no es un objetivo, sino una herramienta para lograr un determinado fin que durante el primer tiempo se consiguió. Rozando porcentajes que hacen recordar a viejas épocas y que en un juego más directo parecían haber desaparecido, los culés se pasaron la pelota y se ordenaron alrededor de ella, la movilidad de los receptores fue letal para una tenue defensa propuesta por Espanyol. Las dos líneas de cuatro no pudieron ante la circulación de pelota.
Ambos goles del encuentro fueron consecuencia de tales movimientos. El primer gol del partido es ya una marca registrada de este equipo, cuando recordemos la primer temporada de Luis Enrique en Barcelona, seguramente recordaremos a Messi enganchando hacia su zurda, lanzando la "colgadita" hacia el costado opuesto para ser recibida por Jordi Alba o Neymar, y finalizando la jugada por el centro. Así fue a los 16 minutos de la primera parte, el receptor del cambio de frente de Messi fue Jordi Alba y Neymar terminó rematando de frente al arco tras asistencia del lateral. Si bien en las estadísticas figurará que la asistencia fue de Jordi Alba, sería injusto no mencionar a Luis Suárez como parte esencial del gol. El uruguayo dio uno de esos pases que se dan sin tocar la pelota, y su amague fue decisivo para que el brasileño reciba de cara al gol.
El segundo gol llegó como producto de la movilidad y la circulación de la pelota. Movilidad que propuso Suárez corriéndose hacia el extremo derecho, y circulación de pelota que alimentó al uruguayo en ese costado. El Pistolero recibió, se quitó la primer marca y jugó una deliciosa pared con Andrés Iniesta que le permitió ingresar al área, jugando al borde del offside, y asistió a Lionel Messi que la metió en un hueco que solo él puede ver. Porcentaje alto de posesión que tuvo una clara finalidad, ordenar al equipo y desordenar al rival, la posesión hoy volvió a ser una herramienta que contribuyó al juego blaugrana.
El segundo tiempo fue de relleno, algo que viene sucediendo también muy seguido, Barcelona define el partido en un tiempo y lo controla en el siguiente. La expulsión de Jordi Alba a diez minutos de comenzar el complemento pudo haberle dado un empujón anímico a los locales, que llegaron a rematar al arco por primera vez a veinte minutos del final. La inferioridad numérica no se hizo notar, nuevamente la posesión sirvió y en este caso para tener controlado el partido hasta que se cumpla el tiempo.
La figura del partido fue el equipo completo, desde el arquero que respondió en las pocas veces que se lo exigió, los laterales que fueron funcionales al equipo en ambas fases del juego, los centrales que presionaron a metros de la mitad de cancha y recuperaban la pelota a segundos de haberla perdido, el mediocentro que distribuyó y presionó en la misma medida y los tres delanteros de arriba que mientras más alimentados de juego se sienten más confianza en los últimos metros adquieren. De todas formas Luis Suárez merece unas líneas aparte, el delantero maneja a la perfección la doble función de ser una referencia de área para fijar a los centrales tanto como la movilidad que se necesita para encontrar espacios en un bloque defensivo tan cerrado.
Lionel Messi merece de igual manera que Suárez un párrafo aparte. El partido del argentino fue excepcional, no fue el extremo derecho que venía siendo, ni el enganche entre los medios y los delanteros, Messi jugó de Messi. Influyó en todos los frentes de ataque del equipo, incluso jugando de interior tras la expulsión de Jordi Alba. En defensa retrocedió cada vez que fue necesario. Cuando Messi juega de Messi no hay quien lo pare. Barcelona blindó la cima de la clasificación y aguarda la serie contra Bayern Munich por un lugar en la final de la Champions League, antes de eso, dos partidos de Liga que pueden ser decisivos para asegurarse el título.
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