Diferencia de intensidad, equipo largo contra equipo corto,
arrestos individuales ante trabajo colectivo. Así fueron los 90 minutos en el
Camp Nou. El partido comenzó con la
serie cuesta arriba para quienes hoy fueron visitantes, debían remontar un 3 a
1 en contra. Blanc, director técnico de PSG, había declarado en la previa del
partido que tenía plena fe en poder convertir los tres goles necesarios para
dar vuelta el mano a mano, sin embargo temía en no poder mantener el cero en su
arco.
Desde el primer minuto la tendencia del partido fue a favor
de los blaugranas. Diferencia de intensidad entre los equipos, mientras PSG
realizaba una tenue presión individual no acompañada por todo el equipo, los
catalanes demoraban tan solo segundos en recuperar la pelota tras una pérdida. Gran
parte de esta labor fue llevada a cabo por un excepcional Busquets que se
encargó de negar todo intento de pase entre líneas, ejerciendo un especial
control sobre la figura del argentino Pastore, quien no tuvo un gran encuentro.
Ante la presencia de un gran Busquets intentó emerger del
equipo contrario la figura de Verratti, el italiano se propuso ser el eje
conductor de su equipo en la expedición que fue para los parisinos adentrarse
en terreno contrario. La falta de compañía terminó decretando que Verratti tome
un papel secundario dentro del partido. A la ya mencionada ausencia en el
desarrollo de Javier Pastore, se sumó la escasa participación de la figura de
PSG, hablamos de Ibrahimovic. El sueco fue víctima de los problemas de
su equipo, la desconexión entre las diferentes líneas más la constante presión
culé trajo como resultado un solo disparo al arco de Zlatan en los 90 minutos
de partido.
A la ya mencionada figura de Sergio Busquets, cabe destacar tres jugadores más que completaron junto al canterano el podio del partido.
Dani Alves cumplió un partido soberbio y continúa metiendo presión a la
dirigencia de su equipo para dar por finalizada su renovación, el brasileño es
pieza clave para activar la recuperación de la pelota tras pérdida y si además
le suma la eficiencia en cada una de sus aventuras en campo contrario, hablamos
de un lateral-volante sumamente necesario en el circuito de Luis Enrique.
Andres Iniesta jugó el mejor partido de la temporada, mejor
dicho los mejores 45 minutos de la temporada ya que fue sustituido en el
entretiempo con la idea de no exponerlo a más minutos de los necesarios. El
cerebro volvió a patinar sobre la cancha, volvió a dar esa sensación de flotar mientras
esquiva a sus rivales, y en una jugada propia del Andrés de hace unas temporadas,
se quitó de encima la presión rival y rompió líneas para dejar de cara al arco
a Neymar en el primer gol del partido. Muy importante que Iniesta demuestre
esta versión de si mismo en la recta final de la temporada.
Para completar el podio de jugadores no podemos dejar afuera
a Neymar. El autor de los dos goles del partido derrochó a diestra y siniestra
su talento. A la influencia que tenía en el juego del equipo le agregó
influencia en el resultado, el brasileño se siente cómodo ante el juego directo
que propone su equipo, la recuperación alta y salida rápida es un escenario que
domina apelando a su velocidad y a su desequilibrio individual. Con los dos
goles de hoy multiplica por dos su estadística goleadora de la temporada
pasada.
Función de gala en el Camp Nou y al partido le sobraron 45
minutos. El equipo de Luis Enrique demostró que cuando tiene espacios para
correr es letal, tres o cuatro pases alcanzan para poner a sus delanteros en el
área rival, mientras más rápido llegue la pelota al tridente ofensivo más
cómodo se siente el equipo. No es un dato menor que el nombre Messi sea utilizado
por primera vez a punto de finalizar estos párrafos. Es importante que el juego
del equipo no sufra de Messi-dependencia, lo libera de la absoluta
responsabilidad de ser el generador de juego. El equipo de Luis Enrique es cada
vez más equipo y menos individualidades, deberá refrendarlo en lo que queda de
temporada.
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