Ads 468x60px

.

Líderes por actitud

Gran victoria de Barcelona en el clásico de España. Ganó 2-1 con goles de Mathieu y Suárez, Cristiano Ronaldo había empatado para Real Madrid. Fue un partido muy cambiante en el que los culés aprovecharon los minutos a su favor.




Carlo Ancelotti tenía un plan y sus jugadores lo acataron de manera formidable durante los primeros 45 minutos. La idea consistía en ralentizar cada uno de sus ataques, asegurar todos los pases que se den en el mediocampo y negarle a los locales la posibilidad de correr. La tendencia de los últimos años se dio vuelta, los que antes querían verticalizar todos sus ataques hoy fueron los que eligieron un pase seguro antes que una transición peligrosa. En defensa los merengues formaron una línea de cuatro en el medio, Kroos y Modric en el eje, e Isco y Bale como sus laderos. Los mediocampistas no presionaron la salida rival, tomaron una actitud pasiva aguardando el error contrario o en todo caso presionaban al momento que un jugador blaugrana recibía de espaldas, el objetivo fue no otorgarle espacios que pudieran aprovechar los catalanes. Nuevamente se repetía la idea, Real Madrid proponía un juego lento y de pocos espacios en ambas fases del juego. 

La propuesta de Ancelotti funcionó durante todo el primer tiempo, incluso a pesar de comenzar cuesta abajo el partido. A los 18 minutos de la primera parte Mathieu conectó de cabeza un impecable envío de Messi, los locales comenzaron abriendo el marcador en un encuentro que en los pocos minutos jugados no les era favorable en el desarrollo. Real Madrid no se bajó de su plan, Kroos y Modric no verticalizaron el juego ni una sola vez a menos que sea sumamente necesario. El dominio visitante se basó durante la primera parte en el control de la pelota sin cometer fallos en el manejo que permitieran ataques directos de Barcelona. 

El sometimiento que los visitantes aplicaron en la primera parte se terminó reflejando en el marcador, delicioso taco de Benzema para asistir a Cristiano Ronaldo que definió de primera ante la salida de Bravo. Luego del gol, las posibilidades de aumentar la diferencia fueron constantes, y tanto el arquero Bravo como Piqué fueron los encargados de mantener a los culés dentro del partido. Tras finalizar los primeros 45 minutos la mejor noticia para los locales fue el resultado, a pesar de no dominar ninguna faceta del juego la eficacia en una pelota parada le permitió soñar con revertir el desarrollo del partido. 

Los primeros minutos del complemento se jugaron bajo la misma ideología de la primera parte. Pero la imprevisibilidad que rodea a este deporte apareció para modificar todo dentro del rectángulo de juego. El desarrollo cambió a los diez minutos, Barcelona sacó provecho de una jugada totalmente aislada del juego, Luis Suárez marcó una diagonal entre los centrales merengues que fue advertida por Dani Alves, el brasileño lanzó uno de esos pases que lo caracterizaba en tiempos no muy lejanos y todo lo demás es lo que sucede cuando se conjugan en una misma oración las palabras Suárez y área, gol y nuevamente los culés arriba.

Luego del 2 a 1 del uruguayo, la pirámide de objetivos que se había armado el director técnico merengue se fue desmoronando. En la fase defensiva la actitud pasiva para evitar otorgar espacios cambió por completo a una actitud de querer robar la pelota como sea, en la ofensiva el objetivo de asegurar cada uno de los pases y disminuir la verticalidad dejó de ser prioritario, los merengues ante la desesperación de encontrarse abajo en el marcador buscaron acortar todos los caminos que lo conducían al gol. Ambos cambios construyeron el escenario ideal para Barcelona, una escenografía en donde el mediocampo es una autopista de paso veloz para hacerle llegar la pelota a la brevedad al tridente ofensivo. La diferencia de un gol pudo haberse aumentado si los locales hubiesen tenido la eficacia de otros partidos. 

En el desarrollo podemos decir que fue un tiempo para cada uno. La diferencia se estableció en ambas áreas, Bravo, Piqué y Suárez fueron los ejes de Barcelona, cada uno en su momento y con su protagonismo le dieron vida a los locales. El arquero chileno intervino en más de una ocasión en la que el viento a favor soplaba en contra de su arco, Piqué jugó un partido excepcional en el que casi no tuvo un solo error en los 90 minutos y Suárez lo hizo todo, desde el trabajo sucio de pivotear de espaldas, fijar a los centrales y cargarlos de faltas, hasta el gol que supuso los tres puntos. 

El tridente ofensivo quiere correr, quiere espacios, quiere transiciones, el juego de Barcelona se sostiene mientras la pelota le llegue lo más rápido posible a ellos. La deuda queda en trabajar para tener variantes en el ataque posicional y con pocos espacios. Los culés blindaron la cima de la clasificación y la diferencia es ahora de cuatro puntos. 

0 Comentarios..:

Publicar un comentario