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Oficio, trabajo y audacia

Sunderland le arrebató un empate a Chelsea en el Stadium of Light con un planteo inteligente que equilibró fuerzas y repartió chances de triunfo entre el líder y un equipo que navega en la parte baja de la tabla de posiciones de la Premier League. 


La decimotercera jornada de la Liga más importante del fútbol inglés enfrentaba a dos equipos con realidades y objetivos distintos. Por un lado, un equipo conducido por José Mourinho que lidera sin sobresaltos el certamen, que juega bien y que se propone hacerse con el campeonato al tiempo que no desatiende la competencia continental en la que, tal como ocurre en el torneo doméstico, lidera el grupo sin conocer la derrota. Por  el otro lado, el dueño de casa aparece como uno de los equipos que deberá eludir el descenso y que ve cada punto conseguido como un escalón más hacia la continuidad en la máxima categoría, de la mano del uruguayo Gustavo Poyet, un hombre acostumbrado a este tipo de realidades.

Las diferencias individuales y colectivas entre ambos, invitaban a pensar en un Chelsea favorito a llevarse la victoria y a un Sunderland que concentraría energías en defender su arco sin pensar demasiado en el área de enfrente. Sin embargo, el análisis previo sólo se cumplió parcialmente y un andamiaje inteligente fabricado por Gustavo Poyet y llevado a la práctica casi a la perfección por sus jugadores, elevaron la figura del equipo local en el partido y neutralizaron el funcionamiento de gran nivel que Chelsea venía desempeñando en las últimas semanas que venía de atropellar al Schalke 04 en Champions League en la mismísima Alemania durante la semana.

Poyet aprovechó al máximo las virtudes que tiene su plantilla. Gente confiable en la zona defensiva –por abajo y por arriba- en espacios reducido como los experimentados, Anthony Réveillere, Wes Brown y John O´Shea y un versátil Santiago Vergini, capaz de juntarse con los centrales como de ser salida clara por el sector derecho, se complementó con un Lee Cattermole que hizo de rueda de auxilio donde se lo necesitó, partiendo desde las narices de los dos centrales para sumar gente a la línea de fondo como al mediocampo cuando fuera necesario. Delante del eficiente Cattermole, Poyet ubicó cuatro jugadores con la instrucción de ubicarse en campo propio para equilibrar numéricamente a un Chelsea que ataca con cantidades mayoristas, pero con la técnica necesaria para que el balón no regrese rápidamente a las cercanías del área defendida por el rumano Costel Pantilimon. Adam Johnson, Jack Rodwell, Sebastian Larsson y Connor Wickham –de gran partido- tuvieron la capacidad necesaria para reducir el campo de acción de los dinámicos mediocampistas y laterales de Chelsea, pero también supieron y principalmente quisieron encontrar los caminos para lastimar al equipo de Mourinho y entregarle trabajo a Thibaut Courtois.

En este escenario, el motor de juego de Chelsea, liderado por Cesc Fábregas y Nemanja Matic, quedó dividido entre la tarea creativa y la necesidad de controlar al grupo de jugadores que manejaban con eficiencia el balón y que tenían en Steven Fletcher, el único delantero, un gran pivote que les permitía descargar y pasar a campo contrario con el campo de frente y el balón dominado. Los blues tampoco pudieron utilizar a sus laterales ni a sus extremos con la continuidad de siempre. Tanto Eden Hazard y César Azpilicueta por izquierda como Branislav Ivanovic y Willian por derecha, siempre fueron superados en cantidad en los últimos metros y sólo el brasilero consiguió imponer su talento en contadas ocasiones para generar espacio donde no lo había y alcanzar a preocupar a Pantilimon, mientras Diego Costa y Oscar eran casi espectadores de lujo del juego en la zona central.

Con este panorama, el partido se jugó en campo local pero las oportunidades se dividieron y el segundo tiempo tuvo un ida y vuelta que nació del agotamiento de un Chelsea con mucha carga de minutos que había hecho el desgaste de ir a buscar el partido ante un rival  que respondía con astucia y que terminó con Sunderland al borde de la victoria tras el ingreso de Jordi Gómez y del potente Jozy Altidore  para aprovechar la inestabilidad de las piernas de los jugadores visitantes con Wickham más adelantado y con el atacante norteamericano jugando directamente sobre la posición de Gary Cahill. Ni siquiera el último intento ofensivo se Mou con el ingreso de Didier Drogba y de Loïc Remy en reemplazo de Oscar y Costa, consiguió dar el golpe en la mesa que cambiara un resultado que se ajustaba a la paridad existente.

Sunderland se queda con un punto que fue poco para su esfuerzo pero que es mucho para su lucha y enseña el camino al resto cuando se proponga encontrar los senderos para vencer a este equipo que no había sido preocupado como hoy en lo que va de esta edición de Premier League. Chelsea deberá pensar en el recambio que resguarde del agotamiento que promete el exigente fixture inglés que incluye partidos de todos los colores en diciembre y enero, mientras Mourinho revisa variantes que modifiquen la estructura  ante aquellos planteos de  juego similares que puedan llegar tras esta demostración de debilidades propias que hasta ahora no se habían dejado  ver.

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