El Milan venció al Chievo Verona por 2-0, no sin antes mutar varias
veces en el encuentro y pasar sobresaltos al intentar sacar el balón. La
dinámica de Menez terminó siendo vital.
Desde el
arribo de Filippo Inzaghi como entrenador y el comienzo de la presente
temporada, la tónica se repite. Las limitaciones del Milan con balón terminan
perjudicando las propias ambiciones. Por momentos, es un equipo híbrido que se
basa en la dinámica de sus futbolistas en tres cuartos de campo para generar
peligro. Aunque existen tramos en los que no puede sacar la pelota y la única
arma son los laterales.
Ante el
Chievo, los síntomas que venía exhibiendo en pasadas jornadas se repitieron. La
imposibilidad de una salida clara desde atrás no le permite llevar el balón
hacia campo contrario con comodidad. Si bien Abbiati, Rami y Alex (primera vez
en la campaña que ambos centrales juegan de arranque) no se caracterizan por su
capacidad de salida, siempre lo intentaron y en más de una oportunidad debieron
enviar en largo para salir de apuros.
La presión
alta, sin ser asfixiante, de los veroneses, fue elemental en ese sentido. Los
tres hombres de ataque que dispuso Eugenio Corini en San Siro obligaron siempre
a los locales cuando buscaban generar superioridades desde el fondo. De todas
maneras, ni siquiera podía lograrlo cuando De Jong bajaba a incrustarse entre
centrales. Ante este panorama, Abate y De Sciglio dieron aire al conjunto al
poder correr e imponerse por ambas bandas.
Más allá de
que Maxi López, Paloschi y Birsa iban sobre cada efectivo del Milan, los
marcadores de punta continúan siendo sustanciales para Inzaghi. Incansables,
ambos se internan en terreno adversario al unísono. Mediante sus desdobles, el
Milan halló una variante para comenzar a hacer pesar su posesión. Menez se
acercó a zona de pelota, con libertad en el transcurso de la primera etapa. El
mediapunta francés, en muchas ocasiones, se excede en conducción y no toma las
mejores decisiones, pero era el hombre clave para generar juego.
Por su
lado, Corini plantó un 4-3-1-2 con el fin de tapar la salida, pero también de
prohibir que Milan encuentre pases entre líneas. Así, los interiores Cofie y
Hetemaj mantuvieron el orden en los 45 minutos iniciales. Pese a la casi nula
creatividad y lo lejos que le quedaba el arco adversario para atacar post robo,
el Chievo lograba hacer del Milan un equipo partido y largo. Conjuntamente, la
presión le permitía ganar en segundas jugadas, pero pocas veces pudo recuperar
alto.
Mientras
tanto, en el desarrollo del primer tiempo, el entrenador milanista mutó tres
veces en su dibujo táctico. Con el propósito de conseguir un nexo entre sus
líneas, Bonaventura salió de titular como interior izquierdo. Pero ante los
problemas en salida, nuevamente varió, esta vez al 4-2-3-1 que venía colocando
en semanas previas. Finalmente, en los últimos instantes, ubicó un 4-4-2 – con Menez
más cerca de Torres- que, con ciertos matices, mantendría para comenzar el
complemento.
La
agresividad con la que salió a disputar el período final le allanó el camino
para encontrar la ventaja. Tras un centro lateral, Muntari recibió el despeje
y, desde la frontal, convirtió con un zurdazo de pique al suelo. La apertura
del marcador se ajustaba al trámite del encuentro. Milan arriesgó y decidió
salir a jugar en campo del Verona para establecer diferencias. Los volantes
internos visitantes comenzaron a perder en inferioridad numérica, y Milan empezaba
a recuperar cada vez más rápido el balón.
El mejor
momento de los de Filippo coincidió con la adaptación de Menez a un nuevo
sector en la cancha. Por detrás de un irresoluto Torres, pisó más el área,
descargó con claridad ante la llegada de los laterales, y no se perdió en
conducciones que quitaban velocidad a las llegadas del dueño de casa. De
cualquier modo, al equipo Rossonero le
cuesta crear juego en estático. A pesar de que halló mayor calidad en
asociaciones en la segunda mitad, no generó muchas chances de gol.
Al no poder
definirlo, sufrió en pasajes del encuentro cuando fallaron las coberturas de De
Jong. El mediocentro holandés es una garantía muchas veces por su capacidad de
cubrir el ancho del terreno y cortar una jugada ofensiva rival, pero fue
amonestado cuando se vio obligado a frenar una contra del Chievo. Unos minutos
más tarde, Muntari perdió el balón ante Lazarevic en la mitad, pero el esloveno
no decidió bien y desaprovechó la superioridad numérica de la acción.
Cerca del
final, un tiro libre perfecto de Honda quitó todo tipo de opciones a Bardi y
sentenció el partido. El Milan modificó con el correr del partido y halló la
mejor variante para poder hacer daño al Chievo. Deberá evolucionar en su salida
de balón (incluso, es casi imposible un progreso al modificar en tantas
ocasiones, por lesiones o suspensiones, la dupla de zagueros). El triunfo es
meritorio, y le da tiempo a Inzaghi para mejorar y comenzar a generar
superioridades desde su primera línea.
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