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Posesión, efectividad y ¿estética?

Este Chelsea ganador e invicto, que lidera la Premier sin sobresaltos, muestra una nueva cara de Mourinho con tenencia del balón como base fundamental del juego de su equipo por encima de las rápidas transiciones tan asociadas con la etiqueta de fútbol defensivo. ¿Es esto más bello que lo anterior?


Chelsea cosechó un nuevo triunfo en su visita a Selhurst Park, donde derrotó por 2-1 a Crystal Palace, con tantos de Oscar de tiro libre y Cesc Fábregas tras una gran jugada colectiva, en un encuentro que tuvo en la visita al dueño casi absoluto del balón y del juego. Pese al gol marcado en el final del juego por Fraizer Campbell, que deja una equivoca sensación de paridad en el score de un encuentro que tuvo a los Blues como total protagonistas, con el balón en su poder durante más del 70 por ciento del tiempo de juego y a Crystal Palace como un espectador de lujo que parecía esperar el final del partido observando como la pelota corría de un costado a otro del campo.

Los números no mienten

Las estadísticas finales del juego no hacen más que confirmar la supremacía visitante y el cambio de prioridades en el juego del versátil equipo de José Mourinho, tan capaz de recurrir a las réplicas rápidas desde posiciones más atrasadas –el clásico juego de transiciones tan criticado y etiquetado como defensivo- como de hacerse dueño del balón en el 72 por ciento del tiempo de juego en la victoria número siete en ocho jornadas de Premier League. También desde lo individual se observa aquel lugar del campo donde Chelsea construye su posesión y en que jugadores confía esa tenencia. Durante la victoria ante Crystal Palace, los cinco jugadores que más tuvieron el balón en sus pies fueron del conjunto de José Mourinho, con cuatro de ellos con área de acción entre la línea media y tres cuartos de campo. 

Fábregas, el máximo poseedor del balón a pesar de haber soportado una marca personal de parte de James McArthur durante toda la primera etapa, Nemanja Matic y Oscar fueron quienes tuvieron más participación con un margen bastante extenso sobre Gary Cahill –el único defensor entre los cinco- y Eden Hazard. Esto no sorprende en lo más mínimo en un equipo que tiene el cerebro de su juego en el sector central y que mueve  el balón de un sector a otro a lo ancho del campo en busca de espacios libres con Fábregas y Matic como principales referencias y con aquel que ocupa el sector central de la línea ofensiva que se ubica entre estos y el centrodelantero como rueda  de auxilio.

De esta posesión de Chelsea surgen números muy claros de lo sucedido en la cantidad de pases de uno y de otro equipo y en la participación de Fábregas, Matic y Oscar en la tenencia de los londinenses. Chelsea intentó 757 pases y acertó 673 -un 89 %- y 298 pases acertados -44,2 %- corresponden sólo a estos tres jugadores. Esto habla a las claras de la relevancia de esta zona central en el juego del equipo y marca a las claras la efectividad y la confiabilidad del juego de posesión de Chelsea, ante un rival que, pese a acumular un 74% de pases correctos, sólo pudo intentar 288 pases, es decir, poco más del 38% de los efectuados por el ganador.

Oscar, el polifacético

El jugador brasilero ha ganado protagonismo de manera notable dentro del andamiaje del equipo de Londres y ha sido, sin duda, el mejor jugador de la cancha en Selhurst Park. Con pasado más relacionado al juego por las bandas, tanto en Chelsea como en el seleccionado de su país en la etapa de Luiz Felipe Scolari, Mou parece haberle encontrado su lugar en el equipo en un sector donde cumple funciones diversas y donde ha conseguido sus mejores rendimientos en la naciente temporada. Colocándose por delante de Fabregas y Matic para ser parte de la creación y auxiliar de aquellos en la distribución del balón, Oscar sólo se ubica detrás de Diego Costa en los intentos a gol de su equipo con 2,7 por partido y se ha vestido de asistidor e incluso de goleador con dos pases gol e igual cantidad de tantos en 500 minutos disputados a lo largo de sus siete presencias en Premier.

Pero además de su importancia en la ofensiva, Oscar es un enorme trabajador en la faz defensiva, tanto en la presión alta sobre la salida rival como en la barrida de los espacios generados en ambas bandas derivados de las excursiones ofensivas de los laterales. Chelsea suele enviar a los laterales a campo contrario con asiduidad y juntar gente en los costados del área para triangular allí, abrir espacios a los mediocampistas y estirar al rival a lo ancho del campo en busca de espacios que permitan el desequilibrio en las cercanías de la portería rival. Si, por algún caso, su equipo le cede al rival la posibilidad de una contra, Oscar, veloz y solidario como ninguno en la ofensiva, suele recorrer varios metros para cortar el avance lo más lejos posible del área propia, constituyéndose en un factor importantísimo en las transiciones defensivas. Oscar sólo se ubica por detrás de César Azpilicueta y de Matic en cantidad de entradas sobre los rivales y es quien más faltas ha cometido en promedio con 2,5 por partido y, casualidad o no, sólo estuvo fuera del equipo en el triunfo por 6-3 ante Everton que aún es el partido en el que Chelsea recibió más goles en la actual edición de la Liga Inglesa.

Efectividad casi perfecta y ¿la estética?

Hace varios años, más aún después de los enfrentamientos entre los equipos de Mourinho y el Barcelona de Josep Guardiola, se ha etiquetado al portugués como un entrenador de corte defensivo, que apostaba a la defensa por sobre todas las cosas y a las rápidas transiciones que le garantizaban jugadores rápidos y técnicos como los que entrenó en Real Madrid. El encasillamiento incorrecto de un entrenador que se aferra a lo que más le conviene respecto al rival que tiene enfrente y a los intérpretes con los que cuenta, tal como lo recomienda el ABC de la estrategia en cualquier ámbito donde se utilice, ha olvidado que, si bien ha utilizado esquemas más conservadores en algunos choques relevantes –y ultra defensivo en gran parte de aquel memorable partido ante Barcelona en Camp Nou por la vuelta de semifinal de Champions League en 2010, donde dirigió a un diezmado Inter que había sufrido la expulsión temprana de Thiago Motta- nunca ha renunciado a la búsqueda de la victoria y sus resultados en todas las Ligas y en competencias continentales con varios clubes distintos así  lo indican y certifican.

Habría que discutir si es más defensivo quien agrupa gente en su área entregando balón y terreno al rival para luego aprovechar los espacios libres que este entrega en su excursión a campo rival o quedarse con el balón durante gran parte del partido para evitar que el rival pueda actuar de manera alguna y monopolizar en gran parte las posibilidades de triunfo en un partido, que sólo dejan de ser absolutas para quien tiene el balón por esos misterios de la injusticia que hacen del fútbol un deporte apasionante e impredecible.

Lo cierto es que este Chelsea que apuesta a la posesión del balón no parece, para nada, más estético que otras versiones anteriores, ni que otros planteos de Mou en Porto, Internazionale o Real Madrid. Cada partido en que el once de Mou se propuso adueñarse del balón, terminó en un bodrio descomunal como ocurrió este sábado ante Crystal Palace y no sólo desaparecen las equivalencias en el campo que hagan del juego algo entretenido de ver, sino que hasta el mismo Chelsea parece adormecerse con la inacción del rival y termina por recibir goles sorpresivos y fuera de contexto como ocurrió ante Schalke 04 por Champions, ante Swansea en el final del partido y el que marcó Campbell en este nuevo triunfo por Premier. Sin embargo, si hay algo que no puede discutirse de este Chelsea es la efectividad. Al contraataque o con la pelota en los pies, Chelsea es un holgado líder que hasta la fecha y con un par de rivales de alto vuelo en su camino ha demostrado ser tan efectivo como eficiente y no dejó lugar a dudas a quien quiera saber cuál es el rival a vencer.

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