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Ángeles, demonios y el camino hacia el futuro

Manchester United sumó un nuevo capítulo de irregularidad a su andar por la presente temporada de Premier e igualó como visitante ante West Bromwich Albion en dos tantos, pese a haber dominado las acciones fue víctima de sus propias deficiencias defensivas.

Suena extraño señalar que un equipo que sólo acertó dos remates al arco y realizó otros seis intentos a gol sin demasiado riesgo, haya convertido dos goles y estado a pocos minutos de quedarse con los tres puntos ante un rival que disparó veintidós remates a la portería con diversa suerte y que tuvo el balón en su poder durante el 62,5 % del juego. Algo funciona muy mal en un equipo que necesita tanto despliegue para marcar la misma cantidad de goles que recibe en muy poco tiempo y con pasmosa facilidad. Esto ocurrió entre un Manchester United que fue a Hawthorns a buscar tres puntos necesarios de cara a un fixture complicado que lo enfrentará en las próximas cuatro fechas a Chelsea, Manchester City y Arsenal, que se trajo un empate agónico en un encuentro que lo tuvo como dominador y como su peor enemigo y West Bromwich Albion, un equipo con buenas intenciones futbolísticas, de juego prolijo y asociado cuando encuentra el balón y con Saido Berahino y Stéphane Sessegnon como puntos altos de desequilibrio en su ofensiva.

Los demonios aparecen pronto

Plantado con cuatro defensores, un volante central fijo, dos mediocampistas que juegan por delante de este y por detrás del único delantero de punta y dos extremos que recorren su costado a lo largo del campo, Manchester confiaba en presionar bien arriba a un rival que trata de asociar juego desde posiciones bajas. Inicialmente, el sistema defensivo se activaba con Ander Herrera y Juan Mata presionando la salida junto a Robin Van Persie, con una segunda línea que implicaba a Adnan Januzaj y Ángel Di María por los costados y a Daley Blind por el centro aunque los laterales solían sumarse por uno u otro costado a esa línea para sumar chances de recuperación del balón.

Poco había ocurrido cuando a los ocho minutos de juego, Sessegnon marcó la primera diferencia a favor de los ‘Baggies’, gracias a la encomiable colaboración del sector izquierdo defensivo del United. Luego de un envío del arquero Boaz Myhill desde su área, Luke Shaw salió lejos de su posición al encuentro del balón, pero llegó tarde y le permitió a Graham Dorrans abrir la bola a la derecha para la subida de Andre Wisdom que había escapado a Ángel Di María. El moreno lateral derecho de WBA aprovechó para avanzar hasta la altura del área rival, escapando a la persecución estéril de Daley Blind quien debió intervenir desde una posición muy lejana y, utilizó la falta de coordinación entre Phil Jones y Marcos Rojo, envió un pase a la entrada del área para Sessegnon, quien sacó un violento remate que se clavó arriba y a la izquierdo de David De Gea. En ocho minutos, Manchester United había regalado el beneficio de la ventaja a su rival y le había permitido conocer las ventajas de atacar por el sector izquierdo de su andamiaje defensivo.

Louis Van Gaal intentó corregir la endeblez del flanco izquierdo de su defensa. Acompañó a Daley Blind con el ingreso de Marouane Fellaini en la mitad de la cancha, lo cual le entregó mayor participación en los relevos sobre ese lateral al polifuncional jugador holandés. Fellaini, capaz de desdoblarse entre el combate en la mitad de la cancha y la llegada a las cercanías de la portería rival, posibilitó una mejora notable en el equilibrio de la mitad de la cancha que Mata y Herrera no le entregaron al equipo y le facilitó el trabajo ofensivo a Di María, ya menos preocupado en el regreso constante hacia su propio campo y más abocado a la contención de las excursiones ofensivas de Wisdom. 

Pero cuando todo parecía controlado para el Manchester United y tras lograr el empate con un gol de Fellaini, llegó el segundo error defensivo desde el centro mismo de la defensa. Jones se adelantó varios metros y dejó un enorme hueco entre Rafael y Rojo que Berahino aprovechó para meter una diagonal y recibir, habilitado infantilmente por Rafael, un pase perfecto de Chris Brunt desde la zona media y encarar hacia el arco antes de definir contra el palo izquierdo de un indefenso De Gea.

El empate final le quitó un poco de violencia al impacto de estos dos errores que, no solo permitieron los goles del rival, sino que generaron las únicas dos chances claras que el conjunto de Alan Irvine obtuvo en los noventa minutos de juego. Claro está, entonces, que el peor enemigo del United es su propia estructura defensiva.

El Ángel que frota la lámpara

Manchester United se caracteriza por un potencial ofensivo notable que se hace carne en los nombres de peso que componen su formación de ataque. La ausencia de Wayne Rooney y la necesidad de colocar a Radamel Falcao en el banco de relevos por la fatiga acumulada en los viajes para representar a su Selección, redujeron notablemente  el poder creativo y la presencia en el área rival. Juan Mata y Ander Herrera nunca fueron solución creativa en la zona media y deambularon en la intrascendencia. Robin Van Persie, nuevamente lejos de sus mejores momentos, sólo mostró pinceladas esporádicas de su olfato goleador. Pero el conjunto de Van Gaal tiene en Ángel Di María al jugador capaz de cambiar el rumbo del juego con sus intervenciones, ya sean discontinuas, como en la etapa inicial, o permanentes como en el primer cuarto de hora del complemento.

El ex Rosario Central es quien rompe juego desde la mitad de la cancha, quien mejor asiste a los delanteros pese a la inclusión de otros dos mediocampistas más abocados a esa función en la zona central, quien remata al arco y genera peligro desde posiciones externas al área, quien busca el espacio para ejecuta centros como el que termino en el gol de Fellaini y quien, en definitiva, hace la diferencia cuando el sistema ofensivo no la provoca. Actualmente, Manchester United va inclinando el juego hacia él y no es casualidad que el argentino haya sido el segundo jugador que mayor posesión del balón acumuló detrás de Rafael. Incluso sin haber disputado su mejor partido, Fideo termina constituyéndose en la máxima esperanza ofensiva de un equipo que aún no encuentra su mejor forma ofensiva en lo colectivo.

Blind, el inicio de todos los caminos

Los nombres rutilantes que posee Manchester United en su plantilla son indudablemente una carta de presentación del equipo rojo. Ángel Di María, Radamel Falcao, Wayne Rooney y Robin van Persie son jugadores que atraen al espectador con sólo nombrarlos y que, sin duda alguna, se encuentran entre la elite del fútbol mundial. Pero detrás de ellos aparece un jugador que hace del orden y la inteligencia una subcultura particular dentro de la constelación de estrellas que constituyen la plantilla de los ‘Red Devils’: Blind.

Su apellido, hereditariamente asociado a Louis Van Gaal desde la presencia de su padre, Danny, como factor estratégico determinante en el juego de aquel grandioso Ajax de la década del 90, parece haber sido predestinado a entender casi a la perfección lo que pretende el entrenador holandés y entrega notables muestras de conocimiento de este precioso juego. Un Blind, parece nacer sabiendo cómo y cuándo moverse dentro del campo pese a carecer de las cualidades técnicas de un fuera de serie.

Blind es el termómetro del equipo, el que apacigua las aguas cuando se necesita tranquilidad, el que busca a Di María cuando necesita aceleración, el que juega con tanta precisión en corto como en largo como lo demuestra su 93,2 % de exactitud en 74 pases intentados y sus siete aciertos sobre nueve pases de larga distancia, el que releva con claridad cuando los laterales pasan al ataque y el que, además de todo aquello, tiene tiempo para llegar a las cercanías del área rival y convertirse en el jugador que más remató al arco con cinco intentos. Sí Di María es el corazón ofensivo del equipo, Blind aparece tan vital como aquel como el cerebro organizativo de un Manchester United que desde su presencia dejó atrás el terrible problema que se le presentaba en la salida asociada desde su campo.

Un mes para crecer o derrumbarse

Manchester United tiene por delante un mes clave en sus aspiraciones a futuro. De los próximos cuatro encuentros dependerá gran parte de la temporada y al final de ellos sabrá para que está. Chelsea en casa el domingo próximo, Manchester City de visita una semana más tarde, Crystal Palace en Old Trafford como un probable alivio en medio de una exigencia suprema y Arsenal en Londres tras la fecha FIFA de mediados de noviembre, entregarán una clara pauta del nivel del equipo de Van Gaal. lo cual acarrea un gran peligro de crisis interna si esta seguidilla no se supera con resultados aceptables. Tres derrotas, probables si se tiene en cuenta que Chelsea aún no perdió y que Manchester City y Arsenal serán anfitriones, podrían generar un desastre de magnitudes impensadas en un proyecto para el que se han invertido sumas millonarias con un objetivo impostergable desde lo deportivo y desde lo financiero que puede verse seriamente comprometido ante una racha negativa como no clasificar a la próxima edición de Champions League.

La hora de la verdad parece haber llegado y Manchester United aún no parece estar totalmente preparado para enfrentarse a Chelsea o Manchester City en igualdad de condiciones. La astucia táctica de su entrenador y la jerarquía individual de sus principales figuras, deberán aparecen oportunamente para torcer todo aquello que en lo colectivo parece insuficiente y convertir en sólido lo que hasta ahora deja dudas. El futuro del United estará en juego.

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