En la previa al inicio de la actual temporada de la English
Premier League, casi media docena de equipos eran señalados como candidatos a
alzarse con el título o, al menos, a ser protagonistas en la pelea por los
puestos de privilegio en el final de la temporada. La falta de regularidad y
solidez que han presentado Arsenal y Liverpool, alguna dudas en el funcionamiento
de un Manchester City que dejó puntos importantes en el camino, los tremendos
problemas defensivos de Manchester United que contrastan con un temible
andamiaje ofensivo y la tibieza de Everton y Tottenham Hotspur que eran tenidos
en cuenta como posibles integrantes de ese grupo de animadores del torneo,
dejan a Chelsea, un equipo serio, sólido y contundente como líder y como máximo
exponente dentro de la categoría de elite del fútbol inglés y a Southampton, un
equipo que se desarmó con la venta de sus principales valores y la llegada de
un nuevo entrenador, como la grata sorpresa del inicio de la temporada, tras
una sexta jornada que dejó un claro reflejo de la situación.
Paciencia, solidez y
contundencia
Chelsea viaja con comodidad por la presente temporada de
Premier League. Cinco victorias y un empate a elección en su visita al Manchester
City que por poco no fue victoria, indican que el equipo de José Mourinho es,
hasta hoy, el rival a vencer en la búsqueda del título. Triunfo por 3-0 ante Aston Villa no dejó dudas. Chelsea
lo ganó consiguiendo temprano la ventaja, llevando el juego a campo contrario,
manteniendo la paciencia que le facilitaba el resultado ante un rival que
presentaba un cúmulo de ocho o nueve jugadores delante del área defendida por
el norteamericano Brad Guzan pese a estar debajo en el marcador y martillo la
pared visitante hasta que ésta cayó definitivamente en el complemento.
El brasileño Oscar inició el camino de la victoria a
los siete minutos de juego, tras una
asistencia de su compatriota Willian que previamente había exigido a Guzan tras
una habilitación de Branislav Ivanovic. Luego, con Aston Villa tratando de
mantenerse en el juego juntando gente en campo aunque con escasa capacidad de
respuesta y un peso ofensivo casi inexistente, Chelsea se dedicó a utilizar la
virtudes técnicas de Csec Fábregas y Nemanja Matic en la distribución del balón
para desgastar a su rival y dejar correr los minutos sin, por ello, olvidarse
del rostro exigido del arquero del equipo de Paul Lambert.
El desgaste físico de un Aston Villa que corría detrás del
balón y la contundencia de un equipo que no necesita de demasiadas situaciones
para imponer presencia en el marcador terminó con una diferencia
inevitablemente estirada. Primero un cabezazo de Diego Costa, anticipando a
Nathan Baker tras un centro de César Azpilicueta desde la izquierda y luego,
tras un remate del propio Costa y una atajada de Guzan, un rebote desafortunado
en Aly Cissokho le permitió a Willian, una de las figuras del encuentro, empujar
el esférico a la red sin resistencia alguna. El triunfo final, justo, trabajado, contundente y sin sobresaltos,
no hace más que demostrar por qué Chelsea es puntero, invicto y principal
animador de la Premier League.
Empates que suman
dudas y agrandan diferencias
Liverpool y Arsenal dejaron más puntos en el camino
igualando, en ambos casos, ante sus rivales más acérrimos. Liverpool, que
saboreaba una victoria necesaria en el Anfield tras un gol de tiro libre de
Steven Gerrard, terminó sufriendo un agónico golazo de Phil Jagielka que penó
la falta de decisión y de funcionamiento ofensivo de un equipo que parece haber olvidado el brillante juego que
desplegó en la temporada pasada y, pese a la enorme cantidad de variantes individuales
que posee, no genera situaciones de gol en cantidad y termina regalando puntos
que serán vitales en el final del certamen.
Arsenal, también en condición de local, dejó escapar dos
puntos más en un partido que le fue favorable desde el desarrollo pero no tanto
en las llegadas a cada una de las áreas. Los lesiones de Aaron Ramsey y Mikel
Arteta en la primera etapa le dieron poco margen de movimiento a Arsene Wenger
y la diferencia conseguida por Tottenham a los diez minutos del complemento
convirtieron al Emirates Stadium en una caldera que se calmó con un gol de Alex
Oxlade Chamberlain con poco más de un cuarto de hora de partido por delante
pero que no quedó conforme con una igualdad que aleja a los ‘Gunners’ a seis unidades de líder.
El conjunto de Wenger, sin desplegar una de sus mejores
actuaciones, manejó los tiempos del juego y mantuvo a los ´Spurs´ lejos de Wojciech
Szczesny durante gran parte del encuentro, pero sus propias deficiencias
terminaron complicándole la existencia. Un Danny Welbeck que no es capaz de sustituir con éxito a un
Olivier Giroud con mayor presencia en el área y un error de Mathieu Flamini,
reemplazante de Mikel Arteta, perdiendo un balón con su equipo en plena salida
ante el danés Christian Eriksen, fueron determinantes en un partido que Arsenal debió ganar pero no supo
encontrar el camino desde el dominio del balón y el territorio hacia el arco defendido
por el francés Hugo Lloris que tuvo un par de participaciones rutilantes.
Tottenham, sin demasiado que resaltar en el juego colectivo, dispuso de algunas
situaciones en contraataques rápidos derivados de un Arsenal demasiado lento en
sus movimientos y de la velocidad, no conjugada siempre con la precisión, de
los integrantes de su aparato ofensivo.
Tanto Liverpool como Arsenal comienzan a perder terreno
importante respecto a Chelsea y sus ilusiones de campeonato, si bien es
temprano en la temporada, comienzan a esfumarse, más aún considerando las
expectativas de uno y otro tras la ventana de transferencias del último verano
europeo. Everton y Tottenham continúan entregando esa imagen de equipos que pueden aspirar a algo más pero no logran dar ese salto de calidad que los puestos de elite exigen.
Las dos caras de
Manchester
Los equipos de Manchester transitan realidades distintas
pero los números, que muestran sólo tres puntos de diferencia entre los 11 de los ‘Citizens’ y los ocho de los ‘Red Devils’, no reflejan la
diferencia entre un City maduro y potente, que agregó jerarquía al plantel
campeón pero que ganó con sufrimiento en su visita a Hull City luego de tres partidos
sin victorias y un United que se asemeja al histórico Doctor Jeckyll y Mister
Hyde de Robert Louis Stevenson, pasando en pocos minutos una mutación desde un
equipo temible y espectacular a uno indefenso y endeble que sufre cada minuto
de juego paralizado por su temor.
El equipo del chileno Manuel Pellegrini, que había sacado
dos goles de ventaja en su visita a Hull City, de la mano de Sergio Agüero y
Edin Dzeko en el primer cuarto de hora, sufrió diez minutos terribles de del defensor
francés Eliaquim Mangala que convirtió un gol en propia puerta y cometió un
infantil penal al uruguayo Abel Hernández que terminó con el propio delantero
decretando el empate del local sobre la media hora del primer tiempo. Pero tras
la tormenta, Manchester City fue recuperando las formas y Edin Dzeko a los 68 y
Frank Lampard a tres minutos del final consiguieron un 4-2 final para
mantenerse a cinco puntos de Chelsea, con quien el City igualó en la jornada
anterior. Ahora, los hombres de Pellegrini deberán esforzarse por conservarse en
la senda ganadora y esperar algún tropezón de Chelsea que enfrentará en sus
próximos cinco juegos a Arsenal, Manchester
United y Liverpool.
Lo de Manchester United es más complejo. El equipo de Louis
Van Gaal continúa dirimiéndose entre la sonrisa y la preocupación, entre la
tranquilidad de la diferencia conseguida por el brillo de su jerarquía ofensiva
al temor absoluto a un colapso defensivo inmediato, de la ovación para una
maniobra individual al festejo de un rechazo salvador. Manchester United es dos
equipos en uno y uno de ellos atenta contra el otro.
Durante poco más de media hora Old Trafford fue una fiesta.
Juego asociado, lujos, vértigo, goles y un 2-0 corto para un equipo que dominó
claramente y que dispuso de varias situaciones de gol, más allá de los tantos
marcados por Wayne Rooney y Robin Van Persie a los 5 y 22 minutos respectivamente. Pero a los 37, un tiro de esquina
en el cual la defensa de Man Utd permitió tres cabezazos en el área –uno de
ellos golpeó en el travesaño- terminó con el último de ellos, realizado por
Diafra Sakho en la red del arco defendido por David De Gea y los vientos del
partido comenzaron a cambiar.
Los fantasmas de lo ocurrido una semana atrás en Leicester
comenzaron a sobrevolar el ‘Teatro de los Sueños’ y la infantil expulsión de
Wayne Rooney, por una falta tan innecesaria como vistosa a Stewart Downing cuando
se cumplía el cuarto de hora de la etapa final, terminó de animar a West Ham a
invadir territorio local e ir en busca de un empate que no llegó por la falta
de claridad de la visita para encontrar los espacios abiertos por un United que
cada vez se metía más atrás sin el oficio necesario para hacerlo y con Van
Persie absolutamente solo en el ataque, ni siquiera podía sostener el balón en
su poder.
El United terminó festejando la victoria como un campeonato,
pero deberá corregir el rumbo tambaleante y remediar los problemas en la
retaguardia que, incluso, llevaron Van Gaal a cambiar drásticamente su defensa
colocando a Marcos Rojo como central, incluyendo por primera vez en el once
inicial a Luke Shaw y haciendo debutar en primera división al chico norirlandés
Patrick McNair que cumplió una correcta actuación y hasta impidió el empate con
un cabezazo salvador a metros de su arco cuando restaban pocos minutos para el
final.
Southampton, escolta y sorpresa
La salida de Mauricio Pochettino y de la mayor parte de los jugadores que cumplieron una más que aceptable campaña en la temporada pasada a cambio de sumas enormes de dinero que engrosaron las arcas de la institución, parecían poner fin a las ilusiones de repetir una actuación similar en esta edición de la Premier League. Sin embargo, Ronald Koeman se las arregló para armar un conjunto tan fuerte como el de Pochettino con aquellos jugadores que se quedaron en el club y algunos arribos de costo no tan oneroso que colocan hoy al 'Soton' como escolta absoluto de Chelsea a sólo dos puntos de los blues.
Southampton ya tiene cara propia, se sabe a que juega y marca diferencias desde la presencia de valores como Dusan Tadic, Morgan Schneiderlin, James Ward-Prowse y el sólido arquero Fraser Foster a quienes ahora se agrega la cuota goleadora que se esperaba del italiano Graziano Pellé, autor de un verdadero golazo que le entregó la victoria a su equipo ante Queen´s Park Rangers por 2-1. Los Saints, que obtuvieron su cuarto éxito consecutivo y sólo perdieron el partido inicial de manera injusta ante Liverpool en Anfield, se habían puesto en ventaja con un violento remate de Ryan Bertrand a los 9 del segundo tiempo pero Charlie Austin había empatado el partido con una preciosa definición un par de minutos antes del gol de Pellé con una pirueta espectacular, tras dominar el balón con Steven Caulker a sus espaldas, que hace soñar a su público a partir de un juego de tono ofensivo y de buen trato del balón como premisas fundamentales.
0 Comentarios..:
Publicar un comentario