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Humildad, nobleza y largo plazo

El duelo entre Bayern Munich y SC Paderborn 07  por la quinta jornada de la Bundesliga, mostró, más allá del resultado final, las virtudes por las qué el fútbol alemán domina Europa y el mundo.




El fútbol alemán vive un momento de gloria en el último lustro que va de la mano con un cambio generalizado desde el corazón de la Bundesliga tanto en lo organizativo como en lo futbolístico con el fin de potenciar al máximo representante del fútbol alemán: el Seleccionado Nacional, actual campeón del mundo. Detrás de esa modificación se esconden dirigentes, entrenadores, jugadores, políticas, proyectos, empresas, instituciones y, por sobre todos ellos, una serie de valores fundamentales sobre los que se construye un fútbol que domina y es ejemplo.

La quinta fecha de la presente edición de la Bundesliga, enfrentaba a dos equipos que, mientras compartían el liderazgo del certamen, eran representantes de uno y otro extremo de la realidad económica e institucional de la división de honor del fútbol alemán. Bayern Munich, el más prestigioso de los clubes germanos, con cinco títulos de Liga de Campeones de Europa, 24 ligas locales, 17 DFB Pokal,  un Mundial de Clubes FIFA y una Copa Intercontinental en su haber, entre otros logros, con el presupuesto más alto de los 18 equipos que participan del torneo, enfrentaba al recién ascendido SC Paderborn 07, debutante en la categoría mayor, con un plantel modesto, gran presencia de aquellos jugadores que consiguieron el milagroso ascenso en la pasada temporada, que sólo cuenta con dos jugadores que han sido convocados alguna vez a un seleccionado mayor -Idir Ouali para Argelia sin disputar minutos y Alban Meha para Albania- y con un entrenador que, lejos del reconocimiento mundial de Pep Guardiola, proviene del fútbol regional alemán. Pero esas distancias son sólo estados de situación actuales de dos instituciones que pese a sus enormes diferencias  de todo tipo y nivel, persiguen y se ajustan a la misma escala de valores que el fútbol alemán utiliza como bandera y que se basa en tres pilares primarios: Humildad, nobleza y largo plazo.

Humildad

No es extraño encontrar este valor de grupo en un plantel cuyo valor de mercado estimado apenas supera los 22 millones de Euros y que pertenece de lleno al ‘underground’ del fútbol alemán. En el caso de SC Paderborn 07, la humildad es parte integrante de una estructura que se encuentra por debajo del límite mínimo esperado para un equipo de elite. Esos 22,35 millones de Euros que representan el valor estimado de venta de todos los jugadores de la plantilla, sólo superan mínimamente, la mitad del valor estimado para el plantel de FC Köln que, con 41,25 millones, es el plantel con menos valuación estimada si quitamos a Paderborn de la discusión. Con esto, la humildad debe ser la base de toda estrategia pergeñada por André Breitenreiter que, sabiéndose  menos desde lo individual, debe poner énfasis en lo colectivo para alcanzar el éxito de un equipo que, hasta el choque con el Bayern, no conocía la derrota en cuatro encuentros y se ubicaba al tope de la tabla de posiciones.

Lo que resulta llamativo es  que ese valor también se encuentra en Bayern Munich, un equipo conformado por megaestrellas del fútbol que provienen de 11 países distintos, que tuvo entre sus titulares a una decena de jugadores internacionales en sus respectivos  países – Sebastian Rode es el único que no representó a la Selección absoluta de su país- y que alineó a ocho futbolístas que participaron de la última Copa del Mundo y siete que alcanzaron las semifinales de dicho certamen. El  valor de este conjunto de jugadores alcanza la estratosférica suma  de 564,35 millones de Euros o el equivalente al valor del plantel de Paderborn multiplicado por 25. Sin embargo, Bayern es un equipo solidario, que coloca lo colectivo por sobre lo individual, que deja los egos individuales en el estacionamiento junto a los lujosos autos de cada uno de los millonarios jugadores del plantel, que despliega la humildad de intentar superar al rival mediante un sistema  táctico que presente diferencias apuntadas a lastimar sus puntos débiles demostrando un respeto enorme por ese rival tan inferior. La presencia del primer valor fundamental, aparece inequívocamente en unos y otros sin distinción de tamaños y posibilidades.

Nobleza

La nobleza como valor se puede asociar a la honestidad y a la generosidad de alguien respecto al prójimo. Bayern y Paderborn tuvieron todas las posibilidades de eludir aquel valor humano y convertir un partido en el cuál dos tantos de diferencia a favor del local podían causar desinterés y aburrimiento en los 71.137 espectadores  que concurrieron al Allianz Arena de Munich. La visita, sin demasiado compromiso, sabiendo que el partido era más un aprendizaje que la exigencia de mantener un liderazgo excesivo para sus posibilidades, pudo haber recurrido a la defensa extrema para tratar de evitar lo inevitable. Pero tras el nerviosismo inicial y los dos tantos en contra, Paderborn se fue soltando, trató de seguir su patrón de juego y lastimar a bayern con balones cruzados a las espaldas de los centrales y hasta dispuso de chances para marcar un gol que hubiese sido histórico y merecido.

Bayern, por su parte, mostró la nueva cara de un Pep Guardiola que supo escuchar los reclamos de un público alemán que gusta del fútbol pensado en vertical que en horizontal. Entonces el entrenador catalán tuvo  que convertirse y tratar de trasladar a un juego orientado hacia adelante la posesión pensada hacia los costados con la que en Barcelona garantizaba la defensa de su arco y hacía añicos cualquier posibilidad de reacción de un rival que no tenía manera de conseguir el balón monopolizado dentro de una andanada de pases por un Barcelona que, incluso siendo extremadamente estético, atentaba contra  el espectáculo de ver a dos equipos compitiendo por ser más que el adversario. Y este Bayern, con elementos coincidentes con aquel Barcelona en la presión y en la estética, es mucho más noble con el rival, lo deja jugar y le demuestra que es mejor sin la necesidad de borrarlo del juego, guardarse el balón y terminar en un partido de un solo equipo en campo. No sólo Bayern ha evolucionado con Guardiola sino que Guardiola ha evolucionado con Bayern y con el fútbol alemán hacia un mayor respeto por el espectador y por un fútbol más socialista donde participen todos y no uno sólo.

Largo Plazo

El destino, la casualidad o simplemente la causalidad han querido que todo comience el mismo día. El primer día del mes de julio de 2013, André Breitenreiter comenzaba su inolvidable estadía en Paderborn mientras que Josep Guardiola tomaba el cargo de entrenador del reciente campeón de Europa de la mano de Jupp Heynckes. Lo que no puede atribuirse a designio divino alguno  es que ambos contratos, que iniciaron con la segunda mitad del año pasado, finalicen el mismo día, tres años después  del inicio, el 30 de junio de 2016.

Es evidente ante esta realidad que el largo plazo es una manera  de trabajar de todo el fútbol alemán, desde la Selección Nacional y la continuidad de los ciclos de Jürgen Klinsmann y Joachim Löw hasta el más pequeño de los clubes de la Bundesliga, pasando por aquel club insignia del fútbol alemán, todo es orden, proyecto y largo plazo como medio para alcanzar los objetivos planteados. El resultado no es el final del camino, es un eslabón de la continuidad de un proyecto y el cumplimiento de una parte del objetivo.

El fútbol alemán renace, vive y crece de la mano de estos tres valores que el más grande y el más pequeño de sus exponentes aplican a un modelo que merece el éxito, que lo tiene y que lo mantendrá. La estadística dirá que Bayern ganó 4-0, pero uno siente que Alemania ya empezó a ganar el próximo mundial.

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