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Emociones repartidas

En un encuentro cambiante y emotivo, Arsenal y Manchester City igualaron en dos tantos. El resultado reflejó la paridad existente en el campo a pesar de los momentos favorables para uno y otro equipo a lo largo del juego correspondiente a la cuarta fecha de la Premier League.


La apertura de una nueva jornada, la cuarta, del fútbol inglés entregó buen juego, emociones varias e incertidumbre hasta el pitazo final de Mark Clattemburg, cumpliendo con las expectativas previas a un juego estelar entre Arsenal y Manchester  City en el Emirates Stadium de Londres. Un desarrollo cambiante, con dominio de uno y otro equipo, tuvo en el primer cuarto de hora un dominio claro del dueño de casa que mantuvo a Joe Hart en acción ante un par de remates desde afuera del área y que dispuso de una chance clarísima en los pies del debutante Danny Welbeck que, tras un incorrecto pase hacia atrás de David Silva, quedó mano a mano con Hart para picar el balón por encima del guardameta y acertarle  al poste derecho de una portería ya indefensa.

Superada la primera mitad de la etapa inicial, los de Manuel Pellegrini iban a tomar las riendas del encuentro e incluso se pondrían en ventaja cuando Sergio Agüero ganó una disputa ante Mathieu Flamini en el  centro del campo para luego recibir y convertir en gol un centro rasante y perfecto de Jesús Navas a espaldas del mismo Flamini que, más atento en el balón que en la marca del goleador, volvió a perder con el delantero argentino. Tras el golpe sufrido, Arsenal desapareció del campo y dependió de un par de intervenciones de su arquero, el polaco Wojciech Szczesny, para no irse al descanso con una derrota más abultada.

Arsenal  salió a busca la igualdad desde el inicio del complemento pero se fue diluyendo en la poca participación de Welbeck,, en la poca trascendencia de Aaron Ramsey y en la inexistencia futbolística de un Mesut Özil que cada vez muestra menos pinceladas del talento que supo ostentar en un pasado no tan lejano. Cuando parecía que el City tomaba nuevamente las riendas del encuentro, Jack Wilshere y Alexis Sánchez, los únicos dos jugadores que con su ímpetu y sus destellos creativos sostenían vivo a los de Arsene Wenger, armaron una jugada que nació en un quite del mediocampista inglés a Agüero ya en campo visitante y terminó con el propio Wilshere recibiendo una habilitación de Sánchez y definiendo con clase ante la salida de Hart para igualar el score. Allí, el partido se hizo de ida y vuelta y Arsenal volvió a sacar provecho de esa incisiva dupla cuando Wilshere cabeceó hacia el área un rechazo imperfecto de Vincent Kompany y Alexis Sánchez, con una definición extraordinaria, voleando con la cara interna del pie derecho, hizo inútil la estirada de Hart ante la explosión de júbilo del público local. 

Pero, cuando el dominio de Arsenal parecía acercar tres puntos importantes a las huestes locales, la lesión de tobillo –que parece a priori bastante grave- de Mathieu Debuchy, tuvo un efecto revitalizador en un Manchester City que dependía mucho de David Silva y de Samir Nasri y extrañaba al ausente Yaya Touré en la creación. El juego, con poco menos de una decena de minutos por delante, fue a parar a las cercanías de Szczesny y un tiro de esquina ejecutado por el serbio Aleksandar Kolarov, que había ingresado un rato antes a ocupar el sector izquierdo del mediocampo visitante, terminó en la cabeza de un solitario Martín Demichelis que aprovechó las constantes falencias defensivas del Arsenal en las pelotas quietas para convertir el empate que pudo ser victoria agónica en el arrollador final de la visita que contó con tres chances inmejorables de allí en más. Primero Kolavor reventó el poste derecho de Szczesny, luego un forcejeo entre Laurent Koscielny y Edin Dzeko terminó con el balón estrellándose en el otro poste de un portero ya vencido y por último, el portero polaco salvó el punto con una atajada fenomenal ante una entrada solitaria de Dzeko.

No faltó prácticamente nada en el Emirates Stadium. Sobraron emociones, respeto por el balón, errores, aciertos, goles y el nerviosismo de todo aquel match que pretende ser considerado de alto nivel, aunque el resultado no deja conformes ni a unos ni  a otros, que pierden puntos que los aleja de su ambición por mirar a los demás desde arriba de la tabla de posiciones.

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