Louis Van Gaal suma un nuevo capítulo negativo a su campaña
como entrenador de Manchester United en la que aún no consiguió saborear la
victoria en cuatro presentaciones oficiales. El empate sin goles de hoy ante Burnley
en el Turf Moor, fue una muestra más de la impotencia colectiva de un equipo
que suma estrellas y acumula falencias, incluso, siendo amplio controlador de
la tenencia del balón. El United controló el balón durante gran parte del
encuentro e incluso denotó intenciones de ganar el juego ante un rival que, sin
puntos en dos presentaciones, no veía el empate como mal negocio pese a la localía.
Pero ese control del balón no tuvo caminos trascendentes hacia el arco de Tom
Heaton, el portero del equipo anfitrión.
En la salida desde el fondo, Manchester United muestra
cuantiosos problemas y más de una vez corre riesgos mayores por las
imprecisiones de sus defensores y mediocampistas que no se sienten cómodos, por
lo menos hasta ahora, con la línea de tres defensores ni con la pelota, ni sin
ella. Una vez superado con dudas ese primer escollo, la mitad de la cancha del
equipo de Van Gaal carece de sorpresa y no encuentra sociedades para terminar
en el cambio de frente, anunciado y poco gravitante, ante un rival que ya espera
con la mayoría de sus hombres de frente al balón.
De tres cuartos de campo en adelante, con todo el talento individual contenido en hombres como Antonio Valencia que arriba a posición de ataque sin que el equipo le permita sorprender, Wayne Roone y Juan Mata que más de una vez terminan chocando en busca del común lugar donde se sienten más cómodos en el campo y Robin Van Persie, sin espacios, aislado entre una maraña de camisetas rivales, Manchester United termina constituyéndose a sí mismo en un equipo absolutamente inofensivo que encuentra en el centro a dividir su única chance de ingresar al área adversaria.
De tres cuartos de campo en adelante, con todo el talento individual contenido en hombres como Antonio Valencia que arriba a posición de ataque sin que el equipo le permita sorprender, Wayne Roone y Juan Mata que más de una vez terminan chocando en busca del común lugar donde se sienten más cómodos en el campo y Robin Van Persie, sin espacios, aislado entre una maraña de camisetas rivales, Manchester United termina constituyéndose a sí mismo en un equipo absolutamente inofensivo que encuentra en el centro a dividir su única chance de ingresar al área adversaria.
Este análisis, al que hoy debemos agregar una poco
productiva aparición de Ángel Di María, ubicándose detrás de los dos delanteros
junto a Juan Mata e intentando asociarse con Ashley Young por el sector
izquierdo, que es difícil de evaluar en lo colectivo tras un solo entrenamiento
junto a sus compañeros, puede aplicarse de manera muy similar a las tres
presentaciones de Manchester United en Premier League en la que cosechó dos
unidades sobre nueve posibles ante rivales que, en la previa, eran accesibles.
De Burnley, aquel del que menos se esperaba a priori, no se
puede resaltar demasiado. Orden y agrupamiento defensivo multitudinario como
base para tratar de sumar alguna unidad. Sin embargo, el local dispuso de
algunas chances claras que no supo aprovechar, mayormente provenientes de las
imprecisas salidas del equipo foráneo, que fueron la mayor muestra de peligro que
tuvo el encuentro. Dentro de ese planteo conservador, Dean Marney y Scott
Arfield fueron los jugadores más destacados del equipo y, muy probablemente,
del encuentro.
Por un lado, Burnley cosechó su primer punto en el certamen ante
un adversario con más nombre que presente y se queda justificadamente conforme, si miramos uno y otro presupuesto, a pesar de que la victoria aún parece quedar lejos. Por el otro, la directiva de los ‘Red Devils’
tendrá una ardua tarea para conseguir, de aquí al cierre del mercado de verano,
el próximo lunes cerca de la medianoche europea, algún refuerzo más que pueda
modificar considerablemente una situación complicada. Cerrado lo de Marcos Rojo
y Di María y con mínimos detalles por resolver con Daley Blind, Arturo Vidal
será el gran objetivo para entregarle a este equipo la dinámica y el carácter que el chileno puede aportar a la causa. De allí
en más, quedará todo en la magia que el entrenador holandés le pueda imprimir
al equipo para que, de una vez por todas, tome la senda ganadora que hasta ahora se posterga de manera alarmante.
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