La llegada de Juan Román Riquelme y un grupo de gente nacida en la casa, para intentar el retorno de Argentinos Juniors a Primera División, no hace más que traer a la memoria la multitud de jugadores de primer nivel que surgió desde este pequeño cuadrilátero ubicado en el corazón de la Capital Federal.
Son días de alegría y recuerdo que tapan la tristeza de
fondo de un momento repetido e insólito en el club que representa a un barrio
que respira fútbol. La Paternal, ubicada en una zona privilegiada de la Capital
Federal, tiene su corazón en la manzana encerrada entre la Avenida Boyacá y las
calles Gavilán, Juan Agustín García y San Blas que, sólo técnicamente,
pertenece al lindero Barrio Villa General Mitre. Allí se levanta el pequeño y coqueto Estadio Diego Armando
Maradona, inaugurado en madera el 27 de abril de 1940 y reinaugurado en cemento
el 26 de diciembre de 2003 bajo el nombre actual tras haber cerrado sus puertas
para partidos oficiales en 1981 a la espera de una reforma que tardó largos 22 años en cristalizarse.
El lugar, patrimonio indiscutido de la historia del fútbol
mundial, vio a su dueño arraigarse en Primera División a partir de 1955 y fue
el espacio que observó los primeros minutos en el fútbol de Diego Armando
Maradona allá por 1976 en la apertura de una cantera de talentos de excepción
que llevaron la camiseta de Argentiinos Juniors, la de la Selección Nacional y
la de muchos de los clubes gigantes del fútbol mundial a la cima del
deporte más popular del mundo. Ese pequeño recinto que Claudio Borghi, uno de sus
máximos exponentes, denominó “esta manzana de mierda” extrañándose, con su característica honestidad brutal, de la
cantidad de talento que esa pequeña ventana a la magia y la ilusión de quienes
amamos el buen juego le entregó al fútbol del mundo.
Fernando Cáceres, Sergio
Batista, Juan Pablo Sorín, Esteban Cambiasso, Diego Cagna, Leonel Gancedo, Fabricio
Coloccini, Diego Placente, Silvano Espíndola, Néstor Lorenzo, Armando Dely
Váldez, Carlos Mac Allister, Diego Markic, Andrés Grande, Nicolás Medina,
Cristian Ledesma, Matías Caruzzo, Julio Arca, Lucas Barrios, Federico Insúa,
Lucas Biglia, Leonardo Pisculichi, Nicolás Pareja, Silvio Rudman, Renato Corsi,
Hugo Maradona, Carlos Marinelli, César La Paglia, Christian Dollberg, Víctor Zapata y Adrián
Domenech, entre tantos otros, fueron tremendos exponentes surgidos sólo en los
últimos cuarenta años de una escuela que alcanzó su techo en Fernando Redondo, Juan
Román Riquelme, Claudio Borghi y Diego Armando Maradona.
Claro ejemplo de lo mal que se administran los clubes en
nuestro país, Argentinos Juniors, con la venta de estos jugadores, debió
conservar una notable tranquilidad financiera y la estadía en Primera División
no debió peligrar en lo absoluto. Pero ese “semillero del mundo” dejó tres
veces la máxima categoría en los últimos veinte años y pasó –y pasa- por
situaciones financieras complicadas que han hipotecado su futuro de la mano de
movidas dirigenciales muy poco claras que se acercaron como mínimo a la
sospecha de lo fraudulento en las salidas de Riquelme, La Paglia, Coloccini,
Rudman, Cambiasso y Redondo como casos ejemplares.
Hoy Argentinos Juniors vuelve a soñar con la pelota bajo la
suela, con el toque preciso, con un estilo de juego acorde a su historia, con
el lujo de galera y bastón, con un rápido regreso a Primera y con que esta
historia no vuelva a repetirse. La Paternal se vuelve a vestir de gala para la inminente
temporada de transición de la máxima categoría de ascenso de nuestro fútbol. Seguramente, aquel soñador como quién escribe, que tenga la convicción de que el fútbol bien jugado es
mejor cuando la estética acompaña, dirigirá su mirada o su voluntad hacia el
Diego Armando Maradona. La pelota agradece y los ojos también.
0 Comentarios..:
Publicar un comentario