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Disfrute señor, esto no pasa todos los días

Argentina ya hizo historia al llegar a su quinta final en Mundiales. Un equipo que se hizo fuerte en sus carencias y que deberá dar un nuevo salto de calidad para quedarse con la copa.





Pasó la locura pero no la alegría ni la emoción. Ya no hay lágrimas ni nudo en la garganta, aunque sí sonrisas y piel de gallina. El tiempo del análisis de Alemania y las claves de la Final del Mundial ya llegará. Aún queda margen para el disfrute, al menos para nosotros. 

Porque en el campamento en Cidade do Galo la cabeza ya está puesta en ese juego con el cual soñó toda una generación, la nuestra, la de los futbolistas, la de los que eramos o muy chicos o ni habían nacido en el '86 o el '90.  

Quedan 90 minutos. O 120. O 120 y los penales. Como sea el gran objetivo está ahí, a un paso. El domingo, cuando salgan a la cancha, la Copa del Mundo dividirá a los dos equipos, y no de manera figurada, sino que el trofeo mediará entre alemanes y argentinos. Una imagen única. 

Hasta acá ha sido la Copa de los ignorados, sumado a Messi en la primera ronda y a Mascherano desde los octavos de final. Romero, Garay, Rojo, Biglia, Enzo Pérez, tipos en los cuales o no se confiaba o simplemente se los atacaba y que hoy son parte fundamental de un equipo sólido en defensa (en los últimos juegos casi no recibió opciones de gol) que hizo de algo frágil una de sus virtudes. Mérito acá para el entrenador, otro que también fue demasiado castigado en la previa. 

Seguramente deba dar un salto más de calidad para derrotar al rival más duro con el que se habrá medido en Brasil 2014. De cualquier manera, se enfrentarán los dos mejores equipos que han competido en el Mundial. Ambos con carencias y virtudes, los dos con cinco triunfos y un empate. Será la tercera final entre alemanes y argentinos (la más repetida en la historia de las Copas del Mundo), un duelo clásico en este tipo de torneos.

La clave será disfrutar estos días, estas horas. Vivir la final y su previa, respirar olores diferentes, ver los rostros iluminados por la ilusión y la alegría en la calle. La charla con amigos, compañeros de trabajo, familiares. Las mil y una especulaciones. Solo por días como estos, la invención de ese algo llamado fútbol está plenamente justificada.   

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