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De Barracas al mundo


Alfredo Di Stéfano, uno de los hijos pródigos de nuestro fútbol, tuvo una trayectoria corta en el país que privó al simpatizante argentino de sus mejores años como futbolista.




Corría el año 1945 y la primera rueda del Campeonato de Primera División entraba en la recta final con los ojos del fútbol argentino observando las hazañas de ‘La Máquina’ de River Plate, que desde principios de la década deleitaba al público en cada cancha y cuyo lustro de apogeo estaba llegando a su fin. La decimosegunda jornada del certamen programaba un encuentro entre Huracán y River Plate que se disputaría en el legendario ‘Gasómetro’ de San Lorenzo de Almagro y que finalizaría con victoria del ‘Globo’ por 2-1, siendo ésta, una de las cuatro derrotas sufridas en todo el torneo por el equipo de Núñez que se consagraría campeón.

Aquel 15 de julio de 1945, River y Huracán estaban propiciando el debut oficial de un hombre que haría historia en el fútbol mundial y que, justamente, vestiría sólo aquellas dos camisetas dentro de nuestro fútbol: Alfredo Di Stéfano. En 1946 pasó a préstamo a la entidad de Parque de los Patricios al año siguiente por iniciativa de su presidente, Tomás Ducó. Allí disputaría 25 encuentros y marcaría diez goles, entre ellos los dos primeros de su carrera en el triunfo de Huracán por 3-1 sobre Estudiantes de La Plata en el mismo ‘Gasómetro’ donde había debutado.

Nacido en el barrio de Barracas el 4 de julio de 1926 y criado en el potrero, el 'alemán', tal como lo conocían en sus inicios por su cabellera rubia, regresó a River en 1947 para consagrarse campeón ese mismo año y marcó 27 goles en 30 partidos en la que fuera su mejor temporada en el fútbol argentino. La cual le permitiría integrar la Selección Nacional que se adjudicó el Campeonato Sudamericano de aquel año en Guayaquil, donde convirtió seis goles en igual cantidad de partidos, incluido un hat-trick en la goleada por 6-0 ante Colombia.

En 1949, debido a la huelga de jugadores organizada por Futbolistas Argentinos Agremiados en busca de salarios mínimos para los jugadores de Primera y Segunda División, Di Stéfano emigró a Colombia y aquel delantero efectivo que se convertiría en un jugador de toda la cancha y dejaría el ‘alemán’ por ‘La Saeta Rubia’. No volvería a jugar jamás en el fútbol argentino.

Su regreso a nuestro fútbol ocurrió a finales  de la década del 60 del siglo pasado como entrenador de Boca Juniors, a quien dirigió en dos oportunidades logrando consagrarse campeón del Nacional de 1969 y de la Copa Argentina del mismo año. En 1981 dirigió al River Plate campeón del Nacional, convirtiéndose en el único entrenador en la historia que consagró a los dos clubes más grandes del país. En 1985, en plena crisis institucional de Boca Juniors regresó para dirigir al primer equipo en una etapa poco feliz que significaría el cierre de su relación deportiva con el fútbol argentino.

Hace algunos días, a los 88 años, la saeta nos eludió a todos y se fue con sus goles y su gloria dejándonos el sin sabor de un vacío imposible de llenar. Hasta siempre Don Alfredo, el fútbol jamás lo olvidará.

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