El seleccionado brasilero derrotó a Colombia y
se clasificó para las semifinales de la Copa del Mundo. Dejó las mismas dudas
futbolísticas y extrafutbolísticas y el mismo panorama dramático que tiñen su
recorrido en el certamen y atentan contra su gloriosa historia.
Hubo un tiempo en que Brasil se distinguía por el paladar
negro que rodeaba su fútbol. Jugadores de técnica excelsa que despertaban
admiración a nivel mundial desde lo individual y maravillaban a todos en lo
colectivo en el triunfo, como en 1970, o en la derrota, como en 1982. Brasil
era fútbol, era belleza, era mediocampistas con manejo, laterales con
proyección, delanteros hábiles y defensores y arqueros de menor nivel que sólo
sumaban presencia a la multitud de talentos que se adueñaban del juego y de quien
quisiera verlo. El orgullo del ‘Jogo Bonito’ era propiedad casi exclusiva del
fútbol brasilero.
Los tiempos cambiaron, los títulos hicieron falta, la
practicidad fue emparejando a la belleza, volvieron las alegrías pero el tiempo
demuestra el resultado final, incluso con el objetivo de un título en casa a
sólo dos pasos de distancia. Cuando a los 71 minutos de juego, con ventaja
brasilera por dos goles, Marcelo no encontró compañía antes de cruzar la mitad
de la cancha y sacó un violento y dirigido derechazo al lateral, festejado por
la multitud presente en el estadio Castelao de Fortaleza, la historia del fútbol
cinco veces campeón del mundo dejó caer una lágrima.
Si el título se consigue, no importarán las dudas en el
juego ni el triunfo conseguido con dos pelotas paradas por sus dos zagueros
centrales. La alarmante falta de creatividad del equipo será irrelevante, no
importarán las ventajas que entregó el árbitro español Carlos Velasco Carballo permitiendo
que Brasil no deje jugar a James Rodríguez y a Juan Guillermo Cuadrado con una
andanada de faltas cada vez que ambos se disponían a dominar el balón. Sancionó y evitó expulsar a Julio César cuando utilizó el último recurso
posible para evitar el descuento de Carlos Bacca que llegó de todos modos tras
el penal ejecutado por James Rodríguez y ni siquiera tendrán importancia las
ventajas que Brasil le dio a Colombia en el último cuarto de hora cuando se
resguardó cerca de su área y terminó sufriendo ante un rival que dejó todo pero
jugó muy poco.
Tras el partido, la conferencia de prensa dejó sobre la mesa
las intenciones de uno y otro. Un José Pékerman con voz temblorosa explicando desde
lo futbolístico lo ocurrido dentro del campo. Con el sello del respeto y la hombría
como marca registrada, a sabiendas de que Colombia pudo dar más pero fue
condicionado por el entorno, es la contrapartida de la maniobra de distracción
de Luiz Felipe Scolari ponderando, por sobre todo, el estado de salud de Neymar
tras el rodillazo recibido en el final del partido de parte de Camilo Zuñiga. Con esto se barrió prácticamente todo lo que ocurrió en los noventa minutos de Fortaleza
debajo de la alfombra.
Mientras todo esto sucede, Brasil sigue avanzando en su Copa
del Mundo. El resultado favorable, como ha ocurrido desde el inicio del torneo,
parece encubrir el bosque detrás del árbol del éxito. Brasil hoy es esto y así es
feliz y sólo se cuestionará el presente con un resultado negativo desde hoy hasta
la noche del 13 de julio. Pero, incluso consagrándose en la final del Maracaná,
su futuro está hipotecado.
aunque para mi los colombianos estan llorando demasiado (las fallas del arbitro no fueron puntuales ni alteraron por si mismas el marcador), tienes razon sobre Brasil. pero asimismo, ese Brasil lujoso del que hablas murio hace muchisimo. murio con la derrota contra Argentina en el 90, donde desplegaron un futbol hermosisimo y avasallador pero perdieron. murio en el 94 con aquella fiera seleccion donde Dunga era el capitan, y la unica magia provenia de Romario. murio con aquella seleccion del 98 que jugaba lindo pero no quedo campeona por la mas practica seleccion francesa, y por la cual se cambio a la seleccion de 2002 que campeono mas por nombres y a los tumbos que por el juego asociado. a la final, en el futbol el resultado es lo que importa. y esto no es exclusivo del caso de Brasil, donde se exponencia por el tema de ser local y a su vez toda la tematica politica y social de la que vino cargado ser local; asi que yo no los critico, aunque si me da pena...
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