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De un tiempo a otro

Los cambios en el entretiempo mejoraron un rendimiento pobre del seleccionado argentino. Messi encontró en Gago a su mejor socio y convirtió un golazo. Fue 2-1 ante Bosnia, que exhibió sus cualidades asociativas para atacar.





Después de analizar durante tres años la posibilidad, Alejandro Sabella se inclinó por la filosofía de juego que más siente para el primer juego del Mundial. Luego de llevar a cabo un proceso entre matices y otras naturalidades, el entrenador eligió su modelo fetiche para enfrentar el que, hasta ahora, ha sido el partido más importante desde que asumió el cargo.

La línea de 5 atrás es una de sus preferencias máximas. Forma parte de su paradigma, de su razón de ser en el banco. Por eso citaciones como las de Mercado en Eliminatorias en detrimento de otros laterales con mayor profundidad, caso Peruzzi. Para enfrentar a Bosnia, el DT alineo tres centrales y dos marcadores de punta, al no poder contar con Higuaín de arranque y jugar como lo hizo en el período de clasificación.

Campagnaro como stopper por derecha respondía a la necesidad de corregir en los espacios que Zabaleta dejaba al subir. El central del Inter es el más capacitado para esa labor dentro del plantel argentino, y realmente cumplió con eficacia. Los tres zagueros comenzaron el partido con orden. Los laterales abrían la cancha constantemente y hacían ancho el juego.

Era el desarrollo ideal para el combinado de Sabella. En los primeros instantes de juego, una pelota parada derivó en la apertura del resultado. Centro preciso de Messi, Rojo peinó y el balón se desvió en Kolasinac para posteriormente ingresar al arco. Una acción fortuita que proyectaba el partido deseado para la albiceleste. Sobre todo, al abrir rápido el marcador.

Pero pronto empezaron a aparecer las fisuras en la defensa. Si bien Bosnia no se caracteriza por tener transiciones ofensivas veloces, cualquier pérdida en campo contrario significaba  una dificultad extrema para recuperar el balón. El conjunto balcánico no encontraba en Dzeko un apoyo rápido para trascender, pero igual lograba ganar metros en el campo y retrasar al combinado argentino.

Los dirigidos por Safet Sušić arriesgaban en el fondo al salir pero lo hacían con claridad. Transformaban ese convencimiento en un ataque en juego estático con asociaciones de calidad por el flanco derecho, la banda de Rojo. Volcaban el juego por allí y el hombre del Sporting Lisboa se veía desbordado y perdía siempre su espalda. Pjanic iniciaba y Misimovic, junto a Lulic, desequilibraban.

A Messi se lo veía desconectado y lejos del área. Argentina se retrasó ante la imposibilidad de recuperar. Mascherano se encontraba solo en el centro del campo para ese trabajo y Maxi Rodríguez nunca comprendió su rol. Más allá de las buenas basculaciones por derecha entre el hombre de NOB, Zabaleta y Campagnaro para intentar generar superioridad numérica y quitar, los europeos encontraban rápidamente una salida para girar su ataque hacia el otro costado. Por si fuera poco, el equipo carecía de primer pase y quedaba muy largo para atacar.

Sin embargo, los cambios de Sabella modificaron el partido. A pesar de que salió con un esquema que quitó fuerza ofensiva y capacidad de ser directo en ataque (una de las mayores virtudes colectivas), el técnico sí supo leer los problemas argentinos y cambiar en el descanso para mejorar el rendimiento. Gago entró por Maxi, que se vio incómodo al jugar metido adentro, e Higuaín ingresó por Campagnaro. Pasaba a defender con cuatro y a tener una ofensiva con el póker clave.

El del Napoli presionó para evitar la salida limpia contraria. Gago aportó al sacar el balón yendo siempre a buscar al área propia. Messi encontró su socio ideal en la selección. El hombre de Boca siempre ha sido con quién mejor se entendió con la camiseta blanquiceleste en funciones de creatividad. Los de Sabella pudieron sacar aire para volver a adelantarse en el campo y hacer que Bosnia tenga menos efectivos para atacar. Ante mayor presencia arriba, cuidados más intensivos de Sušić.

Tanto Di María como Agüero e Higuaín profundizaron el juego albiceleste y el equipo pudo encontrar su juego interior. La sociedad Gago – Messi hizo que llevar a campo rival el balón fuese más fácil, y el trabajo de espaldas del Pipa comenzó a ser importante. De hecho, el ‘9’ pivoteó y fue un apoyo clave para Messi en una obra maestra de Lio. El crack del Barça aceleró, descargó en Gonzalo y arrancó su clásica diagonal hacia adentro. Frente a cada obstáculo, un toque corto exquisito con su zurda para generar un nuevo espacio. Cuando por fin vio el hueco, soltó un remate al palo más lejano del arquero. Esa obra del ‘10’ parecía culminar el juego.

De todos modos, el equipo evidenció la falta de equilibrio en la mitad. Ese aspecto que tantas veces fue remarcado en Eliminatorias, de ser dos equipos en uno por la débil transición defensiva ante la temible fuerza ofensiva, se vio en el descuento bosnio. El entrenador europeo hizo cambios para buscar el resultado y logró el 1-2 con un buen ataque al espacio y definición de Ibisevic.

El ingreso de Biglia, que se planeaba en la jugada previa al gol rival, terminó siendo luego. En cada contra, la velocidad amenazaba con el tercer tanto. Aunque una falla atrás hizo que el juego finalice cerrado. Sin dudas que no fue un gran partido argentino, pero dio un paso adelante ante un rival que de ninguna manera iba a ser accesible.

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