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Una Champions ganada a puro potrero

El Real Madrid alcanzó su décima copa de Europa de la mano de un Di María pletórico. El conjunto blanco igualó el juego en el tiempo de descuento y en el alargue liquidó al Atlético. Terminó siendo 4-1. 




El fútbol puede muchas veces ser tan injusto como cambiante. Una acción en tiempo de descuento no solo terminó siendo decisiva, sino que además modifica los análisis posteriores, las fotos, los elogios. El Real Madrid no merecía irse perdedor de Lisboa pero estuvo a segundos de que así sucediera. El Atlético de Madrid hizo una final dignísima, acarició la gloria, pero no le alcanzó y terminó goleado; cosas del fútbol. 

Como contábamos ayer, 12 años pasaron desde la última vez que el Real Madrid llegó a esta instancia. Pasaron jugadores reconocidísimos, grandes estrellas, técnicos de suma reputación. Incluso hoy en el campo estaban Cristiano Ronaldo, último Balón de Oro, y Gareth Bale, el fichaje más caro de la historia, quien llegó esta temporada a la capital española. Sin embargo, las piezas claves en este triunfo fueron otros, muchas veces subestimados (pese a que también fueron pagados en muchísimo dinero). 

El juego de Ángel Di María de hoy fue excelso. Él, junto con Modric y Marcelo (esencial su ingreso) entendieron cómo y cuándo, y tuvieron la personalidad para llevar adelante la remontada madridista. El rosarino, un espectáculo todo el juego. Fue desequilibrio permanente, no le pesó el juego, la responsabilidad de la final y demostró tener un físico superdotado, pese a lo que evidencia su imagen. En el minuto 110 pudo apilarse a tres rivales en la jugada que terminó con el tanto de Bale, otra vez puntual en una final. 

Di María fue vital

Sin embargo, podríamos estar hablando de otra cosa. Las loas al sacrificio y la autoconfianza a los pupilos de Simeone tienen que seguir estando. Sin embargo, algunas decisiones de su DT -responsable principal en esta campaña de ensueño de los colchoneros- hoy condicionaron a su equipo. La primera y fundamental la del ingreso desde el comienzo de Diego Costa. Arriesgo en una instancia no recomendada, perder a los 8 minutos del primer tiempo un cambio fue un costo demasiado alto, más aún en un juego que terminó en suplementario. 

Por otro lado, el equipo rojiblanco fue acercándose cada vez más a Courtois cuando había demostrado que si presionaba la salida rival, el Real Madrid era muy endeble. La sociedad entre Gabi, Koke y Adrián sucumbió ante un repligue que también tuvo que ver con las decisiones de Ancelotti. El italiano se jugó lo que le quedaba y terminó teniendo en campo siete hombres netamente de ataque. 

Godín estuvo cerca de ser nuevamente el muchachito de la película. El uruguayo puso el 1-0 tras la colaboración de Iker Casillas, quien extrañamente falló en un match decisivo. Hasta ahí poco desequilibrio, mucha paridad y pierna fuerte. Solo Di María en una gambeta con olor a tierra de potrero había logrado desarticular a una defensa con precisión suiza.

Bale erró muchas opciones en el complemeto. Ronaldo había hecho más bien poco y el tiempo se agotaba en la segunda mitad hasta que Sergio Ramos, que compensa muchas veces carencias tácticas y técnicas graves con una confianza y personalidad supremas (como lo hiciera el año pasado ante el Borussia Dortmund en el Bernabéu), empató el juego en el minuto 93 con un cabezazo perfecto. 

En el alargue se veía que un equipo tenía con qué y el otro no. El Real Madrid, además de disponer de un envión anímico tras el empate, tenía elementos para ir a buscarlo. Modric oxigenaba con sus pases, Di María era la gambeta y el centro venenoso, Marcelo se asociaba siempre abriendo la cancha e Isco metía pinceladas de su talento. 

Luego de ese gol de Bale, el Atlético supo que su tren había pasado. Estuve cerca Tiago tras otro error grosero de Iker pero ya luego se quedó sin resto. Marcelo disparó a piaccere ante un equipo roto y en el final Ronaldo pudo ponerle su sello al juego con un penal; premio a su gran Champions, fue clave a lo largo de toda la campaña, más allá de su final gris. 

Ancelotti, sin estridencias de ningún tipo, terminó con la sequía europea del Real Madrid. Junto a él trabajo todo el año Zidane, autor del golazo del 2002. Entre ellos cerraron el ciclo, los Merengues volvieron a ser campeones de Europa.     

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