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El muro del Castelao

Guillermo Ochoa la rompió frente a Brasil y en CR te dejamos algo de la historia de este portero que poco a poco hace que los mexicanos dejen de discutirlo. Una historia de esfuerzo en medio del Mundial. 




Francisco Guillermo Ochoa Magaña: Paco Memo para sus benefactores, Fransuá Memé, para sus detractores. Tuvo el partido con el que todo niño que se pone los guantes para salir a la cancha sueña: en un Mundial, ante la selección más ganadora de todas, en su cancha y con su gente. Todo en contra menos la voluntad, la confianza en sí mismo para ponerle candado a su portería, para ahogar el grito más hermoso en el fútbol: el Gol.

¿De dónde demonios salió éste Guillermo Ochoa que hoy acapara los reconocimientos y los elogios? Pareciera a simple vista que las sonrisas y los halagos han sido el común denominador en la carrera internacional del guardameta; nada más lejano a la realidad.


Con 28 años aún no consolida su posición como guardameta de la Selección Nacional pese a sus grandes condiciones. Las circunstancias le han ido jugando una mala pasada y nunca, salvo ayer se le vio asentado frente a las cámaras, sereno y pleno. Siempre osco, resentido y molesto, razones ha tenido de sobra.

Ochoa debutó en Primera con el América hace casi diez años, y sus espectaculares vuelos lo hicieron deidad en el club capitalino. Con ellos ganó un título y se consolidó. Para 2011 el Ajaccio puso sus ojos en él y lo llevó a Córcega a pelear partido a partido su lugar en Primera. Con él como figura rutilante eludieron el descenso en dos temporadas consecutivas. Pero la última, la más amarga los condenó a la Ligue 2 con muchísima antelación. En clubes, Ochoa siempre ha sido garantía, siempre. Pero ese carisma nunca lo había podido trasladar al Tri.


Sólo fracasos y frustraciones acumuló Ochoa vistiendo de verde a lo largo de estos diez años. Primero fue convocado para disputar los juegos olímpicos en Atenas en 2004, pero no pasó de la suplencia, el titular fue José de Jesús Corona y México no superó la fase de grupos de esa competición. Después no consiguió llegar al Mundial Juvenil de 2005 en Holanda. México se quedó en la fase del Pre-Mundial, Ochoa era el capitán de ese equipo y se le cargó con toda la responsabilidad.

El arquero debutaría con la Selección mayor en diciembre del 2005, ante Hungría y recibiría posteriormente el llamado al Mundial de Alemania 2006, donde fungió como tercer guardameta, por detrás de Oswaldo Sánchez y el propio Corona, México fue eliminado en Octavos de Final por Argentina, con el recordado gol de Maxi Rodríguez.


Para el próximo proceso mundialista, Ochoa alternó la titularidad con la suplencia. En un momento dado parecía que se perfilaba para ser el titular en el Mundial de Sudáfrica 2010. Debido a que su eterna competencia: JJ Corona, se bajaba del barco por problemas extra cancha. Joven, bello para las féminas y talentoso bajo los tres palos, parecía ser ése su Mundial… pero Javier Aguirre le bajó el pulgar y se decantó por el veterano Conejo Pérez. Ochoa no podía ocultar su frustración por ser suplente nuevamente.

Paco Memo que se podía decir, vivía momentos gloriosos con el Ajaccio. No lograba despegar su carrera internacional y recibió otro duro golpe cuando no fue elegido como refuerzo mayor de 23 años para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, donde México alcanzó por primera vez la histórica presea dorada y dónde otra vez, el elegido fue Corona; que cumplió con creces en tierras británicas.


Así se pasaban los años de decepción para Ochoa y un nuevo capítulo inundó su triste historia con la Selección, cuando en la desastrosa eliminatoria mexicana rumbo a Brasil 2014, Ochoa manifestó que si no era titular no atendería un nuevo llamado de la Selección, por el desgaste que le significaba viajar desde Francia para observar cómo el arco lo ocupaba otro.

La prensa lo mató, lo tachó de todo; máxime porque cuando tuvo sus oportunidades en el arco nacional, no parecía ser el mismo del que semana a semana se escuchaba que brillaba en Francia.

Sin embargo su historia comenzaría a dar un giro una vez que México aseguró su permanencia en el Mundial de Brasil. Con el boleto en la mano, Miguel Herrera viajó a Córcega para entrevistarse con Memo, le abrió las puertas de la Selección, pero sin garantizarle la titularidad.


Durante las semanas previas, entrenamiento a entrenamiento, partido a partido. Ochoa fue convenciendo al Piojo de que podía ser el titular, y horas antes del debut por fin Herrera develó el misterio del arco mexicano y fue Francisco Guillermo Ochoa quien por fin pudo ganarle la partida a Corona y al destino mismo.

Hoy comparan sus atajadas con las de Gordon Banks, hoy todo es felicidad. La ilusión de una nación crece y no hay más dudas en el arco; Ochoa por fin se graduó con la Selección de México. Por fin un portero que prometía desde sus inicios vino a constituirse como la figura de un equipo entregado, hambriento y determinado. Sacó todo Ochoa, sendos cabezazos de Neymar y Thiago Silva, arrojo frente a Paulinho cuando parecía que su marco caería y un fierrazo del mismo Neymar, son su póker de salvadas que le hacen merecedor al título de mejor jugador del partido, un auténtico muro en Fortaleza, en el Castelao.

MVP

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