Pese a depender de sí mismo para ser campeón, el Barcelona no pudo con Elche. Fue 0-0. El empate del Atlético lo deja con chances a pesar de sus nulos merecimientos.
Sin imaginarlo, pero también sin merecerlo, el Barcelona llegó a la fecha 37 con opciones reales de ser campeón. De hecho, con dos triunfos les alcanzaba al club catalán para consagrarse en La Liga. No ganó y no solo aún cuenta con chaces; incluso dado el resultado del Real Madrid en Vigo, se sacó a un competidor de encima.
Sin imaginarlo, pero también sin merecerlo, el Barcelona llegó a la fecha 37 con opciones reales de ser campeón. De hecho, con dos triunfos les alcanzaba al club catalán para consagrarse en La Liga. No ganó y no solo aún cuenta con chaces; incluso dado el resultado del Real Madrid en Vigo, se sacó a un competidor de encima.
Las palabras de Martino tras el empate en Camp Nou ante el Getafe no solo marcaban a un entrenador resignado a campeonar, sino también que lo exponía en su certidumbre de su salida. Luego, lo sabido: los resultados del Atlético y el Real Madrid lo pusieron de nuevo en carrera, incluso dependiendo de sí mismo.
¿Esos resultados externos borraban los los problemas de juego del Barcelona? ¿Las causas del pésimo cierre de temporada desaparecían así como así? Enfrente de los culés estaba el Elche, un equipo que todavía estaba en la pelea por evitar el descenso. Pese a esto, por más debilidad que expusiera su contrincante, hoy por hoy el Barcelona no otorga garantías, sin ir más lejos, la semana última cedió puntos ante otro frágil adversario como el Getafe.
La película fue la misma que las últimas presentaciones del equipo de Martino. Un sucedáneo de acciones sin cohesión interna. El Barsa hace rato que juega a hacer jugadas, por más redundante que suene. Así, por momentos pueden aparecer algunos de los cracks, así de la nada puede dar vuelta una derrota en el Madrigal ante el Villarreal, así podría haber ganado esta tarde en Alicante si Adriano la colgaba del ángulo en el cierre. Sin embargo, así pierde la esencia de lo que fue su juego, lo hace todo espeso, con monótono, gris.
El Barcelona dejó de dotarlo a Messi de las condiciones para explotar sus enormes virtudes. Además, se sabe, el rosarino tampoco es un rebelde innato: cuando la situación pide un golpe en la mesa y sacar la cara por un colectivo que ya no es tal, Messi termina perdiéndose en la desidia general.
Todo lo contrario pasa con Iniesta. El corazón del manchego es lo que ha mantenido al Barsa en carrera y lo que permitió hoy que se viera algo distinto. Sin Xavi desde el comienzo, si hubo alguien que intentó encontrar desde la paciencia ese fútbol más atildado, fue el Cerebro. Cesc rompía bien, Busquets mostraba cómo ser un prodigió táctico, pero el concepto lo aportaba Iniesta.
Si solo tomáramos en cuenta las situaciones de uno y otro, es claro que el Barcelona debió ganar. Pero se le debe exigir más a aquellos que más recursos tienen. Si ingresaba la opción clara de Rodríguez tras el pase de Boakye, ¿hubiera sido descabellado el triunfo del Elche? Sin apelar a las malas artes, sin hacer tiempo, sin demasiado rigor físico, los locales plantearon un partido dentro de sus posibilidades y sufrieron menos de lo esperado. Por largos pasajes, el Barcelona ni siquiera inquietó.
Las culpas de este andar errante del Barcelona (que sí, que podrá ser campeón la semana próxima si vence al Atlético Madrid en el Camp Nou, pero eso no debería modificar de forma considerable la evaluación del proceso) son repartidas y para examinar de una manera más profunda. Cuando todos creían que esta temporada estaba terminada, el fútbol le dio otra chance al Barcelona. No hizo lo suficiente para tomarla: si Willy Caballero no hubiera tenido esa atajada pletórica a Adrián, los blaugranas ya no podrían aspirar a ser campeones.
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