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Mantiene las formas y algo quedará

Dominio, control y velocidad en la primera mitad. No cerró el partido y acabó sufriendo. Algunos problemas cotidianos de este Arsenal, que ganó 1-0 ante West Bromwich y estará por 18º vez consecutiva en Champions League.





Los años se acumulan sin títulos ni grandes logros, las decepciones toman forma en los últimos tiempos. Sin embargo, el Arsenal mantiene las formas, el estilo, ese que le dio una identidad de juego, que le marca el rumbo. Ese mismo que es respetado más allá de todo, a pesar de cualquier consecuencia, y que sigue llegando a logros históricos. Esta vez, después de ganar ante el West Bromwich Albion como local, ratificó su participación en la próxima Champions League. Arsene Wenger dirigió 18 temporadas al equipo londinense, y en absolutamente todas lo mantuvo en el Top 4 para clasificarlo a Champions. Un logro muy destacable.

Dentro de dos semanas, los Gunners tendrán la posibilidad de alzarse con un nuevo torneo al jugar la final de FA Cup frente al Hull City, pero mientras tanto finaliza una Premier League que lo llegó a ver como candidato, pero en la que finalizó por detrás por las constantes lesiones y una merma en el rendimiento. En el Emirates Stadium frente al WBA, se llevó un triunfo merecido por 1-0, aunque volvió a pasar esos sobresaltos en los minutos finales que cada tanto lo sorprenden por no cerrar los partidos.

El primer tiempo del Arsenal fue muy bueno, jugando de la manera en que lo hacía a comienzos de la actual edición de la liga inglesa. Protección total de la pelota, muy buen manejo, velocidad para atacar. La continua movilidad de sus hombres claves en la creación le ampliaba el panorama de ataque, y permitía que la circulación sea más fluida. El juego comenzaba desde allí a ser más vertical.

Con la recuperación de Mesut Ozil y Aaron Ramsey, el Arsenal incrementó su nivel nuevamente, de hecho se evidenció en las últimas jornadas. Este domingo contra el equipo de Pepe Mel solo estuvo el alemán, y su sola presencia le aportó claridad al colectivo. Cuando está en sus mejores días, es notorio que el teutón es uno de los mejores enlaces/mediapuntas que existen en el mundo. A través de su conducción con pelota pegada al pie, o rompiendo líneas por su gambeta, los de Wenger encontraban los espacios para atacar.

Durante esa etapa inicial, los Gunners fallaron muy pocas veces en salida de balón, más allá de una presión que tampoco llegaba a ser intensa por parte de los visitantes. Desde el acercamiento de Arteta a los centrales para transportar la bola al centro del campo, hasta la capacidad de primer pase que tanto Mertesacker como Koscielny han mejorado en las últimas campañas. Ya en la mitad del terreno, el Arsenal comenzaba ese juego de toque y ataque de espacios con Cazorla y Podolski, y Giroud como referencia. Desde atrás, Flamini se desprendía frecuentemente del doble pivote y llegaba a zona de definición.

De todos modos, el gol que decidió el encuentro no llegaría por las habilidades en conjunto del equipo en ataque organizado, sino fruto de una pelota parada. Cazorla envió un preciso centro desde el córner, y Giroud atacó con fuerza la llegada de la pelota al área chica para establecer de cabeza la ventaja en el marcador. El juego se traducía en el resultado. A pesar de que las chances no habían sido muchas (bajó la intensidad post gol), el control y dominio del Arsenal era total. El West Brom, solo por el equilibrio de Mulumbu y la rebeldía de Berahino, logró mantenerse con vida en esa primera parte.

Igualmente, a este Arsenal le cuesta una enormidad cerrar los partidos. Es un problema que acarrea de antaño; poder mantener la pelota y no pasar zozobras, mantener el control y finalizar con posesión defensiva. Sufrió en los minutos finales ante un WBA que hizo poco, pero que logró llegar al cierre con alguna chance de llevarse un premio que hubiese sido demasiado grande.

De hecho, el conjunto que llega a este final de liga en la parte baja de la tabla ha logrado, con el ingreso de Anichebe, empatar como local ante Liverpool y Chelsea, tras empezar en desventaja. En la última del partido, el atacante nigeriano tuvo su oportunidad, pero en el giro Mertesacker llegó a cortar su tiro. De esa forma, el zaguero alemán decoró una gran actuación de la última línea, que cuando el equipo no pudo tener la pelota respondió para conservar el resultado.

Podolski remató como pudo desde el área chica y la pelota dio en el palo. Otro arranque de Lukas estuvo cerca de finalizar en el segundo gol de Giroud, pero el equipo de Wenger no sentenció el juego. La primera parte fue mejor que el complemento, aunque es cierto que hasta el entretiempo resultó ser muy superior. Es una cuestión de continuidad. Por lo pronto, por 18º temporada consecutiva, estará en Champions, y en dos semanas tiene la chance de volver a celebrar un título.

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