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El rey otra vez se impuso ante el príncipe

Bayern Munich se impuso en el tiempo extra al Borussia Dortmund en la final de la Copa de Alemania. Con un gol de Robben y una contra de Müller, los de Guardiola festejan otro título.



En el estadio de Berlín, donde hace de local el Hertha, se enfrentaban el campeón y el runner up de la Bundesliga con el anhelo de conseguir la Copa de Alemania. Para unos, el seguir demostrando que era el rey; para otros, era el hecho de demostrar porque es de los más fuertes del mundo.

Tácticamente, Guardiola fue quien se llevó la primera mitad da manera muy amplia. Salió a jugar con una línea de tres conformada por Dante, Javi Martínez y Boateng, dejándolo liberados a Rafinha (que jugó por un Alaba que se resintió poco antes del partido) y a Hojbjerg, el danés, en la mitad de la cancha junto a Lahm y Kroos, completando la ofensiva con Götze, Müller y Robben de falso nueve. Obviamente, Neuer en el arco

Klöpp se mantuvo firme con su esquema que tanto rédito le dio: Weidenfeller; Piszczek, Sokratis, Hummels, Schmelzer; Sahin, Jojic; Mhkitaryan, Reus, Grosskreutz; Lewandowski como única referencia –quién en la próxima temporada, vestirá la roja de Munich-. Los amarillos recuperaban a sus dos laterales titulares, aunque aún siguen sufriendo la baja de Subotic, de Gündogan y de Blaszczykowski.

Con un perfecto Lahm, Bayern manejó los tramos del partido e incluso tuvo la más clara en la primera jugada en la que Weidenfeller dejó la cara, para que Müller no sea el primer anotador del cotejo de manera temprana. Y todo se jugó a merced del capitán de la selección alemana, hoy jugando en el doble eje central.  

El Dortmund jugó como podía. Trataba la pelota como el Bayern se lo permitió y apostó a Reus y a Lewandowski de contra, que no pudieron verle la cara a Neuer debido a una presión agobiante en todos los sectores que comenzó desde los centrales.

Y en este sentido el encuentro fue equivalente, Hummels se transformó en seguro de vida de este Dortmund que solo debió replegarse ante el avasallamiento del Munich, el cual solo consiguió dos llegadas claras. Gran tarea de Grosskreutz, jugando como volante en ofensiva y como defensor, armando una línea de cinco, empujando a Schmelzer como tercer central.

Se hizo más lento el juego cuando Lahm debió salir por lesión, lo que le dio el ingreso a Franck Ribery, quien jugó unos minutos como volante central, junto a un Kroos bastante impreciso, para pasar la segunda mitad a jugar como extremo, con lo cual Götze pasó a ocupar ese lugar.

El segundo tiempo fue otra postal. Tendría que presentar la nota nuevamente, porque fue otro partido. Todo se debió en base a un jugador y la ausencia de otro. Faltaba Lahm y se agrandó Sahin. El turco se empezó a hacer eje en ese mediocampo que Klöpp mandó unos metros más adelante, aunque se expuso a algunas contras.
 
Cabecea Hummels, Dante la saca de adentro. El árbitro no cobró el gol
Apareció otra figura, una que llamaron a su juego. Las papas ardían y Neuer fue el bombero que apagó ese incendio. Hasta que salió mal en un centro que peinó Sokratis y Mats Hummels cabeceó a arco vacío, Dante la sacó claramente adentro del arco a lo que el réferi aplicó el “siga, siga”, fue gol para todos, menos para el que realmente importa. Apareció la suerte del campeón.

Javi Martínez seguía pegado a Reus, mientras que Dante y Boateng luchaban contra el incansable Lewandowski, que contó con algunas chances esporádicas más. Ante replicas decentes, quien aparecía era Hummels, carta magna en esa defensa ahora más avocada a labores ofensivas; y si el alemán llegaba a fallar el griego Sokratis estaba para completar un fantástico trabajo.

Entraron Kirch y Aubameyang para ofrecer un revulsivo en un Dortmund que solo vio correr el reloj y aplaudió a Weidenfeller que dos veces cual arquero de handball logró milagrosamente mantener la valla en cero, una frente a Götze y otra contra Robben. Botines de mármol llevaban los jugadores que aprovechaban cada parate del tiempo extra y cada caída para estirar sus músculos e hidratarse, sabiendo que aún faltaban otros quince.

Fue justamente en los otros quince cuando los mejores del partido pagaron caro: atajadón de Weidenfeller a Robben, lo vio a Grosskreutz y se la dio rápido, Boateng la robó y mandó el centro, los centrales del Dortmund estaban saliendo y solo vieron la redonda pasar. El holandés la puso por entre las piernas del guardameta alemán, rememorando esa bendita final de Champions donde fue héroe también.

A la carga fue el Dortmund y en una contra mortífera y hecha a media máquina (literalmente al trote), Müller ejecutó el dos a cero y le dio el triunfo definitivo al Bayern Munich.

Define Müller tras superar a Weidenfeller
Ante los ojos de Joachin Löw, el equipo de Pep Guardiola se llevó un partido en el que avasalló un primer tiempo y sufrió en el segundo; administró bien las energías y cuando tuvo que aplicar la estocada final, hizo lo que no pudo en los noventa en los últimos diez del alargue. Jurgen Klöpp, en el final, quedó derrotado en un encuentro que fue a buscar después de un flojo arranque. Otra vez, el príncipe no pudo ante el rey.

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