El próximo domingo, Real Madrid y Barcelona se juegan un clásico que puede ser decisivo en La Liga. 90 minutos que pueden llegar a marcar la tendencia del certamen.
Llega el partido más visto a nivel mundial año a año (excluyendo finales de torneos). El Real Madrid-Barcelona de este año tendrá un plus: puede llegar a ser decisivo en una Liga que viene muy pareja. Pero además, tiene un tercer pasajero que avistará el juego y esperará que el líder ceda alguna unidad.
Lo que cuando se sortearon los cruces de octavos de final de Champions League podía parecer un problema para los blancos (tener la vuelta en la semana previa), terminó por ser una mera formalidad: el 6-1 en la casa del Schalke le dejó la serie resuelta a Carlo Ancelotti. Darle minutos a los suplentes, confianza a alguno que la necesite y más goles a Ronaldo; poco más se verá en el Bernabéu en el juego ante los alemanes.
Del otro lado, el Barcelona tiene la semana íntegra para preparar el partido. El Tata Martino dijo que tiene el equipo casi decidido para el juego más importante desde que llegó al Camp Nou: una derrota lo deja afuera del campeonato. Un empate lo mantiene a más de un juego de la punta y un triunfo abriría la puerta a otra liga.
De reojo, el Atlético de Madrid de Simeone esperará -con su boleto a cuartos de UCL también sellado- lo que ocurra en la casa de su rival de toda la vida. Un empate o un triunfo catalán le abrirían más opciones a los Colchoneros. Por ahora, están a tres unidades de la punta.
El Real Madrid atraviesa una etapa a nivel colectivo impresionante. Probablemente hoy por hoy sea el mejor equipo del mundo detrás del Bayern Munich de Guardiola. Con un Xabi Alonso puntual y brillante, un Modric que está jugando mejor que nunca en Madrid, y un Ronaldo al cual ya no le caben los calificativos, Ancelotti llega muy tranquilo. No solo por los números, sino también por el rendimiento. Luego de un comienzo muy dubitativo, el equipo mejoró y encontró una identidad. La vuelta de Alonso luego de su lesión marcó un antes y un después.
Del otro lado, Martino no llega de la misma forma. No solo por el batifondo que tiene el club a nivel institucional, sino por la andanada de críticas. Sí parece contar con el apoyo total de su plantel y eso no es un detalle menor. A contramano de lo que ocurrió el último año, los culés llegan a esta etapa de la temporada increscendo sus prestaciones, en especial en el plano individual. Ese buen momento de los jugadores -mérito muy grande del rosarino-le ha servido para maquillar defectos colectivos. Sin embargo, fuera de casa el Barsa aún no es reconocible. En Madrid deberá demostrar estar a la altura de un señor equipo.
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