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El lobo de Járkov

Las revueltas en Ucrania no solo expulsaron del poder a Viktor Yanukovich, sino que amenazan con una posible secesión al país. Sergey Kurchenko, dueño del Metalist en el que juegan cuatro argentinos, es una de las caras del conflicto y lo señalan como testaferro del ex jefe de estado.   


"Sell me this pen". Esa orden de Leonardo Di Caprio encarnando a Jordan Belfort es una de las grandes escenas de "El lobo de Wall Street", el filme que narra la vida de un brooker no muy apegado a la ley y que en poco tiempo se codea con los grandes peces gordos de la timba financiera norteamericana. 

No sabemos si Sergey Kurchenko gozó de los mismos placeres desenfrenados a lo largo de su vida que el personaje que en encarna Di Caprio, pero sí podemos calificarlo como el Lobo de Járkov, o Kharkhiv, si no españolizamos el nombre de la ciudad ucraniana. Este hombre, de apenas 28 años y que logró amasar una fortuna de dudoso origen en menos de una década, es entre otras cosas, el dueño del Metalist, equipo que cuenta con cuatro futbolistas argentinos (Cristian Villagra, Alejandro Gómez, Juan Manuel Torres y Sebastián Blanco) y que supo tener en sus filas a otros tres en el pasado reciente (Marco Torsiglieri, José Sosa, Jonathan Cristaldo. 

Pero el fútbol no es más que una de las actividades de Kurchenko. El pujante empresario es señalado como posible testaferro del saliente presidente ucraniano: Viktor Yanukovich. La pelota entremezclada en las grandes esferas de la política. 

Qué está pasando en Ucrania

Mientras los grandes popes de la política mundial se cruzan llamados y cabildean para ver qué tajada pueden sacar de esta crisis, mientras otros creen que lo más destacable puede ser que Yanukovich se fugó con su amante, en las calles ucranianas la violencia ha sido la moneda corriente en las últimas semanas. Lo que empezó con pequeñas movilizaciones en contra del régimen de Yanukovich fue increscendo y terminó por derribar al gobierno del líder aliado a Rusia


Kiev, uno de los focos de las revueltas
Este punto no es menor; en verdad, es el eje del conflicto. La tensión post caída de la URSS ha sido ver cómo se relacionaban las ex repúblicas soviéticas para con Moscú (cae recordar a la Comunidad de Estados Independientes como el primer agrupamiento post socialista). La historia ucraniana, en verdad, ha tenido este foco a lo largo de muchísimas décadas e incluso, su inclusión dentro de la URSS fue socavando al nacionalismo ucraniano. 

En estas dos décadas post desmembramiento de la URSS lo que han primado han sido los gobiernos cercanos al Kremlin. Ucrania, por su ubicación en el mapa, es un enclave estratégico de la política europea. En los gélidos inviernos europeos, el gas que llega desde Rusia vía Ucrania es indispensable para el desarrollo de la vida en el resto del continente. 

Esa es una de las explicaciones a porqué Ucrania ha mantenido una ligazón tan fuerte con Rusia, pero luego hay un condimento social. En la región este del país y en Crimea, el ruso es casi tan hablado (o más) que el ucraniano. Así como en Kiev y en la parte occidental del país existen posiciones nacionalistas y pro-europeas. Dos visiones completamente diferentes de lo que debe ser Ucrania se han puesto en tensión y han salido a la luz en estas semanas, como lo hicieran en el 2004 con la llamada Revolución Naranja, la primera gran explosión europeista, tras la caída de la URSS. 

Con Yanukovich fuera del poder -el Parlamento ha pedido la elevación de los crímenes en la represión de los últimos días a un proceso en el Tribunal de La Haya- aparecen cientos de interrogantes en cuanto al devenir del país y la sombra de una balcanización de Ucrania es perfectamente entendible. De hecho, esta diferencia entre nacionalistas y pro-rusos existe en otra nación ex URSS como Moldavia (aunque mucho menos importante geopolíticamente), donde en el Este del territorio se proclama la nación de Transnitria, no reconocida oficialmente, pero con gobierno propio. Ya hablaremos del Sheriff de Tiraspol en algún momento. 

El lugar del fútbol en las revueltas

Lo hemos dicho más de una vez, el fútbol como expresión máxima popular o una de las más importantes, es una caja de resonancia de lo que acontece socialmente. De acuerdo a lo que señaló en su artículo de esta semana Ezequiel Fernández Moores, las diferentes barras de los clubes de punta de Ucrania formaron parte de las protestas. De hecho, pusieron el cuerpo en la calle. 

Sin embargo, existe un punto en el cual no acordamos y es la sorpresa por la presencia de la barra del Shakhtar Donetsk, equipo propiedad de Rinat Akhmetov, el hombre más rico del país y quien fuera un aliado estratégico de Yanukovich. ¿Acaso los violentos del equipo multicampeón se separaron de su dueño? ¿O es que Ahkmetov le soltó la mano al presidente saliente?. Ya volveremos sobre este punto. 

Ahora parece una ironía del destino, pero el nombre del Shakhtar hacía referencia originalmente a Aleksei Stajanov, un minero soviético que se hizo célebre por realizar en 1935 un trabajo 14 veces por encima de la media de sus compañeros. En épocas stalinistas, Stajanov fue impuesto como modelo a seguir y se comenzó a hablar de estajanovismo como referencia a la imposición de un trabajo más fuerte al obrero soviético. 


Akhmetov con la Europa League en sus manos
Akhmetov poco tiene que ver con esos esforzados mineros aunque su principal fuente de riqueza aún sea la minería en Donetsk. Se especula con que es el magnate más rico de las repúblicas ex soviéticas aunque la crisis internacional que se desató en el 2008 redujo su patrimonio. De los logros del equipo naranja y negro, que cuenta con Facundo Ferreyra en su plantel, hablamos acá hace unos años

Sin embargo, un equipo quiere (o quería) disputarle ese lugar de elite al Shakhtar y al Dinamo, el histórico club de Kiev. Entre ambos conjuntos se repartieron todas las Premier Leagues de Ucrania desde 1993 y solo la de 1992 tuvo otro vencedor (el Travriya Simferopol, club de la zona de Crimea). 

Lobo suelto

El Metalist precisamente es el outsider que empezó con un proyecto muy ambicioso, quizás demasiado. "No quiero ver las espaldas del Shakhtar Donetsk y del Dinamo de Kiev. No quiero que todos los años celebremos haber ganado el bronce de la Liga", dijo Kurchneko en la web del club. El que es conocido como el Rey del Gas se hizo con las acciones del club en diciembre del 2012; el proyecto de crecimiento del Metalis de Járkov ya había comenzado. 

Su procedencia es incierta y es lo que se puede definir con todas las letras como un nuevo rico. Su fortuna se estima en 1700 millones de dólares y la amasó en la última década. Proveniente de una familia de recursos limitados, sus estudios fueron en economía, administración y abogacía, más recientemente. 

Sus antecedentes datan de su propia biografía y hay muchos lugares oscuros. Allí se afirma que Kurchenko comenzó a trabajar a los 16 años en una empresa llamada Ekpogaz y que tres años después había montado su propio negocio en el rubro. El sueño del pibe. En verdad, la historia de Kurchenko es una más de magnates que construyeron castillos de naipes de la noche a la mañana en las ex repúblicas soviéticas. Sin datos firmes de sus actividades a comienzos de los 2000, se sabe que en 2009 Gaz Ukraine 2009, su plataforma de despegue a la riqueza. 

Sin embargo, hay una diferencia entre Kurchenko y otros multimillonarios como Akhmetov: la temporal. Al dueño del Metalist se lo señala como miembro de La Familia, el término con el que se reconoce a un grupo cercano a Aleksander Yanukovich, hijo del presidente. A su vez, sus vínculos con Viktor Pshonka -fiscal general- también facilitaron su meteórico ascenso. "Un verdadero niño prodigio: de la nada a héroe", lo definio Vitaly Klitschko, ex campeón del mundo en boxeo y uno de los líderes de la oposición europeista en un muy buen artículo de The Guardian

En esa misma nota, Kurchenko se niega a dar un reportaje y habla -off the record- uno de los miembros de La Familia y si bien niega que Kurchenko sea un testaferro de alguno de los políticos de Yanukovich, sí reconoce que ha tenido facilidades para generar sus ingresos debido a la cercanía con el poder. 

La "vieja" oligarquía (hablamos de multimillonarios de 20 años de antigüedad, pero que muchos de ellos tenían en el pasado rangos importantes en el politburó del PC soviético...) comenzó a verse molesta por estos nuevos lobos -por los miembros de La Familia- prepotentes y con cada vez más injerencia en la economía ucraniana. Así, vemos como las palabras de Kurchenko al hablar del Metalist en relación al Shakhtar de Akhmetov en realidad decían mucho más de lo que parecía. 

No solo en los aspectos económicos y futbolísticos se metió de lleno Kurchenko. Forbes Ucrania lanzó una investigación profunda acerca del origen de la riqueza del Lobo de Járkov. Se preguntaban, como todos, cómo había logrado hacer de la nada esa fortuna. La respuesta de Kurchenko fue clara: a fines del 2013 adquirió el 99,9% de las acciones del UMH Group, la firma que controla Forbes y Korrespondant, dos medios que hasta ese momento estaban por fuera de la órbita de Yanukovich.


El Lobo con el Principito

Luego de la Euro 2012, un conflicto entre Aleksandr Yarovslavsky y el ayuntamiento de Járkov (por la cantidad de dinero invertida en el estadio que fue sede del torneo continental) le dio la hendija a Kurchenko para meterse de lleno en el club de su ciudad natal. Tanto lo apasiona el tema que prácticamente no delega decisiones en el Metalist: así lo atestigua esta nota en torno a la cesión de José Sosa.  

Con el estallido del conflicto, uno de los primeros en dejar el club ha sido el entrenador, Myron Markevich, quien desde el 2005 era el técnico. Se fue admitiendo que el club puede llegar a desaparecer por falta de pago. Markevich, de Lyiv -uno de los epicentros de las protestas-, apoyó las revueltas que derribaron a Yanukovich. 

Cordero atado

Así como el futuro de los miembros de La Familia es una incógnita, la oligarquía más asentada tiene otra estabilidad y su futuro no corre riesgo. Así lo señalan diversos analistas que insisten con señalar que Akhmetov se vería tan cómodo con Yanukovich como con un opositor; se ocupó de tejer lazos con ambos bandos para garantizar su futuro. Así se mueve la vieja guardia.

Es por eso que no llama la atención la presencia de la barra del Shakhtar en las calles de Kiev en las últimas semanas. Ese puede ser tomado como uno de los símbolos del camaleonismo del magnate minero.   

Mientras tanto, la Premier League de Ucrania ha pospuesto su inicio, que debía darse el último fin de semana. Algunos equipos -como el Dinamo, frente al Valencia- han disputado sus juegos por copas europeas en Chipre. Lo que sí se ha mantenido ha sido el amistoso de esta semana de la selección ante Estados Unidos.


Un delantero mortífero
¿Y qué ha pasado con aquel poderoso Dinamo de Kiev? El conjunto de la capital ha sido históricamente el equipo más grande y exitoso de Ucrania. Desde aquel famoso partido en épocas de ocupación nazi ante el ejército alemán, pasando por el primer campeón del torneo de la URSS no ruso hasta el conjunto que tenía a Andriy Shevchenko en sus filas y fue semifinalista en Champions League en 1999, el Dinamo ha sido la referencia obligada. 



Sin embargo, el crecimiento del Shakhtar lo ha puesto un escalón por debajo. Sus barras también formaron parte de las protestas y en sus filas existe una importante fracción de nacionalistas de derecha. "Ni proeuropeos ni rusos, ucranianos", podría ser su lema. 

El Dynamo no cuenta con un propietario tan fuerte como Akhmetov, ni con alguien ligado a La Familia. Sin embargo, sus destinos lo han regidos los hermanos Surkis. Hrihoriy Surkis es el actual presidente de la Federación Ucraniana y se ha alejado de los asuntos del club. Además, es miembro del Comite Olímpico Ucraniano y ya en tiempos soviéticos llegó a ser diputado, entre otros cargos políticos. En el 2004, fue ubicado en el puesto 24 de la lista de los hombres más poderosos del país. Hoy, el club lo maneja su hermano Ihor.

El futuro en un escaparate 

Mientras tanto, el foco de tensión se trasladó a Crimea, la península de la cual salió el primer campeón de la Premier League Ucraniana, el Travriya Simferopol, único club en romper la hegemonía Dinamo-Shakhtar. Históricamente foco de conflictos, la península cambió de manos innumerables veces, pero Nikita Jruschov se la cedió a Ucrania en 1954

Sin embargo, Rusia mantiene una base naval hasta 2047 allí y es por eso que Vladimir Putin envió tropas para reforzar la zona, aludiendo a que simplemente defendía sus intereses. Los habitantes de Crimea han votado en diferentes referendos para obtener la independencia de Ucrania, aunque por el momento tienen el estatus de república autónoma dentro del país. La mayor parte de la población es de ascendencia rusa, el idioma más hablado en la península. Por su ubicación, Crimea es un punto estratégico. El líder ruso, dijo que si llega una petición oficial de los habitantes rusos del este de Ucrania de protección, podría llegar a tomar medidas. Una bomba de tiempo la situación, más aún cuando el mismo Yanukovich hizo ese pedido. La sombra de Yugoslavia a lo lejos se proyecta sobre Ucrania.   

El futuro arroja demasiadas incógnitas, entre ellas qué pasará con Kurchenko, su fortuna, el Metalist, los futbolsitas argentinos. El sitio oficial debió lanzar un comunicado en el que aclaró que el funcionamiento del club aún sigue siendo normal. Desde ya que en el Shakhtar no debieron realizar ningún anuncio. El proyecto de la liga fusionada entre Rusia y Ucrania parece menos factible ahora, la idea del CEO de Gazprom deberá esperar. 

Políticamente, no hay inocentes en este juego, ni carmelitas descalzas. La bandera de la no corrupción desde el 2004, la zarina del gas y abanderada de la revolución naranja, Yulia Timoshenko, pasó de tener entre 1989 y 1992 un videoclub -que logró lanzar con un préstamo en los tiempos de la perestroika de 5.000 rublos- a ser en poco menos de diez años una de las máximas empresarias de su país, partiendo del monopolio de la venta de combustible a las granjas colectivas.

De la resolución de este enorme conflicto terminará saliendo en limpio el futuro del país y por ende, el futuro del fútbol en estas tierras. Y pensar que el seleccionado ucraniano estuvo a un paso de dejar a Francia afuera de la Copa del Mundo y podría estar en estas horas preparándose para la máxima cita del fútbol con tamaña incertidumbre.
  

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