River puede pasar del mejor partido al peor. Se derrumbó tras arrancar
bien, el triunfo ante San Lorenzo le dio aire, e incluso cambió el esquema.
Hasta aquí, siete fechas de buenos momentos y problemas que se repiten.
Pasadas
siete jornadas, es tiempo de analizar la evolución (o involución) del River de
Ramón Díaz. En lo que representa un tercio de campeonato, sucedieron muchísimas
cosas, en un entramado lleno de presiones, cambios de esquemas tácticos,
resultados a favor y en contra, un rendimiento que puede variar de un momento a
otro y muy pocos goles en el arco contrario (lleva 20 partidos sin convertir
más de un gol por juego). Hay varios déficits a los que este plantel deberá
responder, aunque también es cierto que se nota una idea futbolística, ausente
en el pasado semestre.
Primeramente,
para identificar lo que tendremos en cuenta al analizar a River, veremos los
resultados. Estas han sido las siete fechas del conjunto de Núñez:
River 1 –
Gimnasia de La Plata 0
Rosario
Central 1 – River 1
River 1 –
Godoy Cruz 2
Colón 3 –
River 1
River 1 –
San Lorenzo 0
Tigre 0 –
River 0
River 1 –
Arsenal 0
En todas
estas fechas se notó el andar ciclotímico del equipo de Ramón Díaz. El nivel
varió de una fecha a otra con incapacidad de poder sostener lo demostrado
anteriormente. Así, el equipo todavía no puede construir una identidad, pese a
que desde afuera se noten buenas intenciones, y que se ve que la idea de
constitución de un equipo está cada día más arraigada. Pero las presiones desde
afuera calaron hondo en el equipo, que cambió el dibujo, y también sufrió
algunas bajas propias de una extraña secuencia.
Teniendo en
cuenta el primer partido, River fue superior a GELP, pero lo definió con un
tiro de afuera del área. Ante Central tuvo un buen partido y empató frente a un
equipo muy agresivo en su cancha, con un gol de contra que demuestra lo bien
que le viene a esta delantera atacar con espacios. Ante los mendocinos comenzó
una debacle: un primer tiempo en el que fue superior, y un complemento en el
cual aparecieron todos los fantasmas juntos. Ante Colón el rendimiento fue muy
bajo, y vs los de Bauza se observó el mejor partido, con la filosofía colectiva
y un encuentro que pudo haber terminado en goleada. Frente a Tigre no sucedió
mucho, y ante los de Sarandí se definió por un penal, ante la
pasividad con pelota exhibida.
En todos
estos partidos, hay un denominador común, más allá de cambiar el parecer de una
semana a otra en el rendimiento. El elenco millonario
muchas veces despliega una posesión inofensiva, un problema importante que
ya tuvo el semestre pasado, y del que le había costado una enormidad salir. Se hace
repetitivo, no elige los mejores caminos, es previsible. Los índices de
tenencia se disparan, por ejemplo ante Arsenal ha llegado a ser 68 % vs 32 %,
pero el equipo sufría atrás ante la mínima mala entrega.
Casi
siempre, esta fase del andamiaje colectivo se ve influida por la salida del
balón jugado desde atrás. Si bien River siempre intenta darle continuidad a
esta premisa, la realidad dice que ha variado poco, y que algunas lesiones en
la zaga lo han golpeado bastante. Las lesiones y suspensiones hicieron que
modifique mucho, aunque de eso hablaremos luego.
La salida
se resintió ante una presión alta rival (Arsenal lo hizo bien) y los constantes
cambios, y en el centro de la cancha Ponzio siguió con un nivel tan bajo que
debió salir del equipo titular para, contra Tigre, ni siquiera ir al banco. El
ex NOB hace tiempo que no está en el nivel que supo tener, es poco asociativo,
muy impreciso, desordenado, y por más raro que parezca, patea innumerables
veces al arco. Además, no anduvo bien ni cuando fue de stopper por derecha, un
puesto en el que supo jugar. El segundo gol del Tomba es un ejemplo claro de su desconcentración y falta de actitud
en la marca; se cerró, salió lejos y dejó el hueco para que los de Almirón ganaran el
partido.
Ante Godoy Cruz, Ponzio salió lejos, no cortó, corrió de atrás y dejó el hueco |
Por otro
lado, más allá del rendimiento de Leo, Kranevitter apareció con suficiencia
para realizar lo que marcábamos en el análisis anterior, meterse entre los
centrales para dar eficacia a la salida. Se sabe de la precisión que tiene el
juvenil, y gran parte del sustento en conjunto de este River se debe a su
despliegue, tanto para tocar como con su energía para recuperar el balón. No estuvo
en dos partidos por llegar a cinco amarillas y perder la titularidad, aunque
rápidamente la recuperó ante un Ledesma que anduvo bien pero rápidamente sufrió
el desgaste físico. Rojas, que volvió al once, supo cerrarse para dejar el
carril libre a Vangioni mejor de lo que lo hacía el certamen anterior.
Por la
derecha, el colombiano Carbonero fue de menos a más. Antes de comenzar el
campeonato marcábamos su extraña tendencia a cerrarse en lugar de abrir la
cancha, pero con el correr de los partidos su nivel creció, y el ataque al
vacío por su costado fue una de las principales armas. Del otro lado, Vangioni
y Lanzini siempre arman un buen tándem por allí, dado que Manuel suele recostarse por ese lado. Pero desde esos buenos rendimientos por banda, el
punto es no hacerse previsible, y a River le cuesta salir de esas
combinaciones, que le dan resultados parejos, para dar lugar a otras formas de
ataque.
Precisamente
en la delantera se observó un cambio que no es para nada menor. En la previa llegábamos
a decir que Teo Gutiérrez sería quién se tirase atrás para crear juego con los
volantes, tal como lo hace en la selección de Colombia, aunque con Cavenaghi
han variado mucho el entrar y salir del área, siendo el Torito quién más veces realizó una función similar a la del enlace
para conectar. Ante Colón, el centro delantero que volvió para este torneo jugó
casi todo el segundo tiempo en tres cuartos, dejando el lugar a un Gio Simeone
que había ingresado por el cafetero. Ante el ingreso de Fabbro, recién ahí
Fernando pudo adelantarse unos metros. Su alejamiento del área quita peso
ofensivo, y esa es una de las razones que explican la poca cantidad de goles.
De todas maneras, el ‘9’ no evidenció fallas al hacerlo de enganche (no
clásico, lógico), de hecho lo hizo bien, y Teo muchas veces fue el definidor.
Cuando están bien y alternan, River tiene muy buen ataque |
Más allá de
esa función de salir del área para llegar por sorpresa, veremos los goles de
Cavenaghi. El primero de la cuenta personal que ya lleva tres, fue de una gran
sociedad colectiva entre Teófilo y Carbonero que él culminó, ante Godoy Cruz.
Luego, como sosteníamos unas líneas arriba, ante Colón se ubicó unos metros más
adelante en el final del encuentro, recibió de Lanzini tras un gran slalom del ‘10’
y definió con categoría. El tercero, fue de penal ante Arsenal, con una
ejecución certera al medio.
Defensas bajas y cambio
El equipo
arrancó jugando con tres defensores atrás, un método que Díaz había entrenado
todo el verano, y le había dado resultados. En el primer partido se observó un
muy buen rendimiento de esa zaga, compuesta por Mercado, Maidana y Alvarez
Balanta. Jonathan, incluso, fue de lo mejor en esa jornada de debut en el
torneo, siendo solvente, tiempista y muy eficaz en la marca.
Luego, esa
defensa comenzó a cambiar, y pronto se resentiría la línea de tres. Se lesionó
Maidana, luego Mercado, y expulsaron a Balanta. Ante Colón, River debía jugar
con otros jugadores en el fondo de los que había entrenado durante toda la
pretemporada e inicio del campeonato. No estaba ni uno. Luego volvería Balanta,
pero no aún los golpeados.
Frente a
los santafecinos se vio el peor partido. Inexplicablemente, River perdió a toda
su defensa titular, y el entrenador improvisó. En una decisión arriesgada, el
riojano optó por seguir con la línea de tres, pese a que incluyó jugadores que
nunca habían jugado juntos y que no estaban acostumbrados como los titulares.
Cabrera, un juvenil, Pezzella (demostró ciertas dificultades al jugar de
líbero) y Ramiro Funes Mori conformaron la última línea ante los de Osella, y prácticamente
no pararon a nadie. Los sabaleros llegaron
tres veces y marcaron en misma cantidad de oportunidades. Como ante los de
Almirón en la fecha anterior, Díaz nuevamente ubicó en el segundo tiempo a
Ponzio como stopper, pero el subcapitán no hizo casi esfuerzos para marcar a
Luque, que acabó convirtiendo el segundo.
Antes estas
duras bajas y las presiones, Díaz colocó nuevamente a cuatro defensores para
jugar frente a San Lorenzo. Como sucedió en el año pasado, la idea de tres
atrás otra vez se vio pospuesta para una mejor ocasión. Pero esta vez Mammana
fue la baja, y sin Mercado el DT ubicó a Solari -volante por derecha- allí
(extrañamente no puso a Vega, lateral de inferiores). Pero Augusto lo hizo
bien, retornó Maidana, Balanta volvió de la expulsión, y Vangioni regresó a su
lugar de ‘3’. Así, en el Monumental ante los de Bauza, River jugó el mejor
partido en mucho tiempo. Luego volvería Mercado y actualmente el ex Racing es el
LTD.
Funcionamiento colectivo, vital en ataque
En el artículo de análisis previo, destacábamos lo menester que era para este equipo
la presión alta, para no dejar avanzar al rival hasta la mitad de la cancha, y
más teniendo en cuenta el desorden defensivo exhibido en el retroceso con las
grandes ausencias de una fecha a otra. En algunos partidos, ese achicamiento de
espacios se vio desarrollado con eficiencia, y permitió ver los mejores
momentos de River.
El equipo
recupera rápido y encara en velocidad. Lanzini puede conducir, Carbonero
aparece libre, y Cavenaghi y Teo se alternan, como dijimos anteriormente, para
ubicarse en el ingreso al área y entre los centrales. Un ejemplo de esto es el
único gol ante San Lorenzo. Recuperación de pelota ante un medio compuesto por
tres mediocampistas centrales, ataque por derecha, el ‘9’ hizo un gran taco y
Carbonero lanzó un preciso centro que conectó a la red Gutiérrez. En ese mismo
encuentro, el conjunto de Díaz tuvo varias similares, pero no pudo convertir,
erró muchas situaciones de gol, y acabó sufriendo un partido que debió haberlo
terminado de manera mucho más holgada.
Por otra
parte, el equipo se siente cómodo si ataca con espacios para recorrer. En el
partido ante Central, si bien los rosarinos son de sufrir ese tipo de
transiciones, Lanzini culminó una gran jugada que comandó Teo. Y frente al Ciclón, hubo otras tantas oportunidades
de gol de esta forma cuando el rival intentó volcarse sobre el arco de Barovero
para conseguir la igualdad.
Con espacios, River suele conducir buenas contras |
Actualmente,
River es un equipo que por momentos repite los mismos errores del Torneo
Inicial, que tuvo que cambiar el esquema, aunque se ve su idea de juego
interior, de posesión y agresividad en tres cuartos de cancha. La intención,
que seguramente demandará tiempo (ese reloj que no abunda en tierras
argentinas) será no hacerse repetitivo, encontrar las mejores armas ofensivas
y poder explotar las cualidades de este equipo. Barovero, pese a seguir siendo
de lo mejor, no brinda la misma seguridad que antes. Atrás, la defensa se
equilibró un poco mejor con cuatro defensores, aunque tampoco se ve con malos
ojos que intente nuevamente con tres. Las bajas lo debilitaron sobremanera. De
21 puntos, River cosechó 11. Y en tres fechas se viene el Superclásico.
Análisis previo
River: un contexto que obliga
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