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Cuando las figuras no hacen la diferencia

En Stamford Bridge, Chelsea perdió 2 a 1 contra el Sunderland. Con el resultado, los dirigidos por Poyet se ilusionan con la salvación, mientras que los de Mou ven cada vez más lejos el titulo de Premier.


El resultado era imperioso para los dos bandos. El Sunderland había conseguido un amargo empate contra el City al que a punto estuvo de ganarle. Ese agónico gol de Nasri fue un mazazo para un equipo que cada fecha se lo toma como si fuese una final. Parecía que el sueño de la salvación se iba alejando y se hundían en el profundo y oscuro pozo llamado Championship.

Por el lado del Chelsea, la ilusión bordaba todo Stamford Bridge. La victoria ante el PSG en Champions y al Swansea en Premier auguraban un futuro de esperanza en los hinchas blues en alzar al menos un titulo este año, pero en con grandes dudas en cuanto al juego colectivo, tema que viene empezando a sufrir.

En Stamford Bridge, el Chelsea salió con una mezcla de titulares y suplentes, resguardando ciertas piezas para el encuentro ante el Atlético de Madrid por Champions. En cambio, el Sunderland se mostró con su once habitual. El partido empezó manejándolo rápidamente el Chelsea, asentándose en terreno ajeno y llegando por las bandas. Fue cuando Vito Mannone tomó protagonismo y de a poco, su figura comenzó a emerger.

Poco tiempo duró el empate a cero, ya que Eto’o remató un gran córner lanzado por Willian para poner en ventaja al Chelsea. El partido siguió a merced del Chelsea, quien controlaba la pelota y acumulando gente en banda para generar huecos en terreno ajeno.

Matic distribuía, Oscar y Salah regateaban a placer, Willian buscaba el hueco en terreno enemigo y Eto’o terminaba las jugadas o bien se animaba a tirarse a un costado y eludir marcas. Todo marchaba perfecto, pero pronto se vendría la noche en Londres.

Una jugada preparada por parte del Sunderland dejó solo a Marcos Alonso. El español remató cerca de la medialuna y tras un largo despeje de Schwarzer, Wickham remató y puso el 1 a 1. Desde el gol del inglés, el Chelsea por alguna razón empezó a perder lentamente su esencia.

Sus llegadas no eran claras y cuando se llegaba a tres cuartos, la duda invadía a los jugadores blues que, en la improvisación absoluta, terminaban en acciones individuales o centros sin destinatario. Esa duda azotó Stamford Bridge todo el primer tiempo y parte del segundo, cuando José Mourinho decidió intervenir.

Demba Ba ingresó por Oscar y, pocos minutos después, Schürrle por Salah. La intención era clara: la pelota siempre estaba en área contraria, pero esos espacios que en los primeros minutos eran moneda corriente, esta vez eran una odisea encontrarlos. Hacía falta gente que se creara esos espacios.

El Sunderland seguió a lo suyo, y en ocasiones con alguna contra aspiraba a llevarse una victoria. Chelsea continuó empujando a base de centros y esperando en sus delanteros un rescate como el gol de Ba ante el PSG.

Los corners llenaban de aliento al público local, pero los cambios no hacían efecto ni ante una pelota parada. Mou decidió poner todo su poderío ofensivo y Torres entró por Eto’o, quien poco hizo más que intentar un gol de chilena que de haber sido realidad, hubiese tapado la pobre actuación del Chelsea colectivamente.

Las salidas desde propia área no duraban ni medio minuto y se hacían a toda prisa, pero un resbalón de Azpilicueta hizo que Altidore tenga vía libre para llegar mano a mano contra Schwarzer. El vasco se lanzó para tapar el tiro del estadounidense y el árbitro marcó penal.

Fabio Borini fue el encargado de patearlo, quien con gran tranquilidad marcó el 2 a 1 y rompió la racha de 77 partidos invictos en casa con Mou como técnico del Chelsea. El Sunderland se ilusiona con salir de la zona del descenso y, con 4 partidos más por jugar, la lucha por la salvación tanto o más disputada que la de quien se llevará la Premier este año.

Seguramente haya sido una gran oportunidad perdida para los blues, pero saben que todavía hay que esperar resultados. Por la Liga, salir campeones ya no depende de ellos. En cambio, la Champions pinta ser la gran recompensa en la vuelta de Mourinho a Londres.

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