El Taladro es el líder indiscutido de la Primera B Nacional. Un equipo de carácter ofensivo y que trata bien la pelota. Radiografía del conjunto dirigido por Matías Almeyda.
La frase repetida, como tantas otras, se utiliza a menudo sin procesar: “Para jugar en la B Nacional tenés que tener buenos defensores, un grandote arriba y pegarle para adelante. Es otra cosa, no es lo mismo que Primera”. Palabras más, palabras menos el concepto se venció hace rato en el fútbol argentino y, por varias razones que no incumben a este artículo, la Primera y la Segunda categoría del fútbol argentino son cada vez más parecidas. Podrá discutirse cuál es mejor o cuál más difícil pero en cuanto al juego no hay una fórmula mágica definida. En este escenario, Matías Almeyda cuenta con el plantel más rico de los 22 que integran la B Nacional. Walter Erviti, Nicolás Tagliafico, Santiago Salcedo, Nicolás Bertolo, Andrés Chávez, Nicolás Domingo y Enrique Bologna podrían jugar –sin desentonar- perfectamente en la mayoría de los equipos de la elite nacional. Lo más interesante es que a este nutrido listado de nombres que forman parte de la base de Banfield, el entrenador supo inculcarles un funcionamiento y una idea de juego ofensivo que escapa a la media del fútbol local.
La frase repetida, como tantas otras, se utiliza a menudo sin procesar: “Para jugar en la B Nacional tenés que tener buenos defensores, un grandote arriba y pegarle para adelante. Es otra cosa, no es lo mismo que Primera”. Palabras más, palabras menos el concepto se venció hace rato en el fútbol argentino y, por varias razones que no incumben a este artículo, la Primera y la Segunda categoría del fútbol argentino son cada vez más parecidas. Podrá discutirse cuál es mejor o cuál más difícil pero en cuanto al juego no hay una fórmula mágica definida. En este escenario, Matías Almeyda cuenta con el plantel más rico de los 22 que integran la B Nacional. Walter Erviti, Nicolás Tagliafico, Santiago Salcedo, Nicolás Bertolo, Andrés Chávez, Nicolás Domingo y Enrique Bologna podrían jugar –sin desentonar- perfectamente en la mayoría de los equipos de la elite nacional. Lo más interesante es que a este nutrido listado de nombres que forman parte de la base de Banfield, el entrenador supo inculcarles un funcionamiento y una idea de juego ofensivo que escapa a la media del fútbol local.
Almeyda
llegó al club del Sur del Gran Buenos Aires en abril de 2013 para reemplazar a
Daniel Garnero, cuyo ciclo fue de mayor a menor y terminó deshilachado, sin
ideas y con el equipo fuera de la zona de ascenso. El Taladro ocupaba la
sexta posición con 40 puntos, a diez de Olimpo, el tercero y en la última
posición para subir a Primera, a 12 del escolta Gimnasia y 16 del líder Rosario
Central. “Encararemos lo que resta del
campeonato con esperanza y buscaremos el ascenso. De no conseguirlo, igualmente
nos va a servir para formar la base para la próxima temporada", dijo el
Pelado en su presentación. Y acertó con la base que eligió para encarar la
nueva temporada.
Se fueron muchos hombres de experiencia como Pablo Santillo,
Marcelo Bustamante, Roberto Brum y Andrés Silvera. Por ese entonces empezaba a asomar
la línea de tres defensores con el ingreso de pibes del club polifuncionales
como Nahuel Yeri, Gustavo Toledo y Gonzalo Bettini. Almeyda confió en la
continuidad de Noir, que jugaba poco, con más pena que gloria. Y puso el ojo en
varios futbolistas conocidos para empezar a moldear el nuevo equipo: llegaron
Nico Domingo y Juanito Cazares a quienes había dirigido en River y también
retornaron conocidos de la institución como Bologna, Tagliafico y Bertolo.
¿Cómo juega?
En el
caso de Banfield los famosos números telefónicos del sistema táctico son
importantes. Hay posiciones fijas aunque vayan rotando los intérpretes que las
ocupen. Cazares es el enganche. Domingo es el único volante neto de marca y es
quien se suma a los defensores cada vez que haga falta. Arriba, siempre hay dos
extremos y un hombre de área: Noir-Salcedo-Chávez; Noir-Chávez-Bertolo; Bertolo-Salcedo-Chávez.
El mediocampo es una zona de paso para el Banfield de Almeyda. Yeri,
generalmente por derecha, debe oficiar de rueda de auxilio de Domingo y a su
vez formar uno de los pequeños triángulos
que ya tiene aceitado el equipo: Toledo-Yeri-Noir. Por la banda
izquierda ocurre lo mismo con Tagliafico. En este caso, la sociedad se completa
con el Negro Chávez (o Bertolo si juega de extremo izquierdo) y Cazares, el
hombre que tiene menos responsabilidad de marca pero debe asumir la obligación
de ser el eje del medio hacia arriba.
En el
fondo, Toledo-Bianchi Arce-Noguera forman la línea de tres defensores. El
primero es el más veloz de todos. Petiso, ágil, busca anticiparse a la jugada
pero, por sus inicios como lateral puro, suele fallar en los cierres de los
centros cruzados que llegan de derecha a izquierda. Así llegó, por ejemplo, el
empate de Ferro. En el otro extremo, Noguera es el más firme de los de atrás en
el mano a mano: se siente mucho más cómodo con una referencia de atacante rival
cercana que en la marca a distancia, cuando espera plantado en el fondo y lo encaran
con velocidad y espacios. Bianchi Arce barrena el fondo con experiencia y
solidez pero es el menos preciso a la hora de la salida limpia desde abajo. Ese
es otro de los mandamientos de Almeyda: hay que salir jugando por abajo. Ya
está mecanizado que cuando Bolgna pone la pelota en el piso, uno de los dos
zagueros se abre, el volante por ese costado baja unos metros, Nico Domingo
aparece suelto en el medio para la descarga y Noir pica al vacío para el pelotazo largo.
Toledo, Bianchi Arce y Noguera forman la línea de tres defensores. Almeyda apuesta a la salida por abajo. |
Llegó Erviti. ¿Y ahora?
Para
ningún entrenador la incorporación de un jugador como Erviti podría suponer un
problema. Pero para que eso no ocurra había que encontrarle un lugar y una
función que logren potenciar a un equipo que ya estaba puntero y había logrado
superar a la mayoría de sus rivales en la primera rueda del certamen. El cambio cantado era Erviti por Cazares,
pero el ecuatoriano cerró 2013 con grandes actuaciones (sus primeros goles
fueron los dos que le hizo a Unión en la última jornada del año pasado) y el
entrenador le respetó su lugar. Al mismo tiempo, Erviti ya no es aquel
mediocampista de ataque sino que, desde aquel Banfield campeón de Julio
Falcioni, se convirtió en un conductor desde el círculo central, con panorama
para cambiar de frente o tirar un pase en profundidad y también como una buena
ayuda para recuperar la pelota. Algo similar al rol de Juan Sebastián Verón en
Estudiantes. La apuesta, entonces fue redoblar la apuesta: Erviti + Cazares +
los tres delanteros.
En la 26ª
fecha ante San Martín de San Juan los once que paró Almeyda fueron su máxima
expresión de ambición ofensiva. El equipo venía de dos derrotas (una injusta,
ante Sportivo Belgrano y otra justa, frente a Gimnasia de Jujuy) y tenía que
recuperarse de local. Sin Noguera (zaguero izquierdo) ni Domingo (el único
mediocampista de marca) por haber llegado al límite de amonestaciones, el DT
los reemplazó con Erviti y Salcedo. El equipo: Bologna; Toledo, Bianchi Arce,
Tagliafico (retrasado a la defensa); Yeri, Erviti, Bertolo (retrasado al
medio); Cazares; Noir, Salcedo, Chávez. Seis hombres con vocación de ataque. La
idea no se pudo plasmar en efectividad y el Taladro recién consiguió quebrar el
marcador a 12 minutos del final.
Con
Erviti en el equipo, las transiciones defensa-ataque ya no son tan
vertiginosas. El ex Boca le mete más pausa, gira y descarga hacia atrás o a los
costados. Esta característica por momentos hace detener a un equipo que sale
lanzado como una flecha pero muchas veces oficia como calmante ante tanto
apuro. Otra cara positiva de su llegada es que potenció las posibilidades de
gol a partir de pelotas paradas y por jerarquía se puso el equipo al hombro en
momentos difíciles como los segundos tiempos contra Almirante Brown (perdía 1 a
0 y lo dio vuelta) y San Martín de San Juan (empataba 1 a 1 y terminó
ganando). A la hora de defender no es lo
mismo que juegue Erviti o Yeri para
equilibrar y ayudar a Nico Domingo en el medio. Y en este punto, los partidos
contra Independiente y Defensa y Justicia serán una interesante vara para medir
cómo se la rebusca el conjunto de Almeyda para tener la pelota con sus buenos
intérpretes y, a su vez, para no quedar en inferioridad numérica al momento de recuperarla.
Respeta la idea
Si hay
algo que puede destacarse de este Banfield es que logró imprimirle a su manera
de jugar una etiqueta, que no se la saca
de visitante ni se la cambia ante la dificultad del rival. Esta condición, que
para muchos puede resultar ingenua o incorrecta, le dio resultados por la riqueza
de sus apellidos y porque el torneo es largo y no alcanza con un par de buenas
rachas para estar arriba. El equipo de Almeyda intenta ser siempre el
protagonista de los partidos. Esta ambición lo ha llevado a perder puntos por
no cuidarse como debía en defensa y también a rebotar innumerable cantidad de
veces contra los bloques defensivos rivales en esos partidos en los que no se
filtra ningún último pase y las gambetas terminan en enredos. Ese es el precio
que elige pagar el puntero de la B Nacional.
Y lo
hace sabiendo que cuenta con las mejores cartas para ganar los partidos. En la
primera rueda, el Toro Chávez se inventaba su propia situación de gol, ganaba
en cada pelota dividida y era infalible en la definición. Otras veces fue
Salcedo quien apareció con su olfato y desniveló un trámite parejo. Bertolo también aportó goles importantes como
ante Instituto y Talleres, ambos en Córdoba. En el arranque de la segunda rueda
fue Noguera quien convirtió el diluvio en el Sur en un final épico con remontada
y 2-1 ante Almirante Brown. Por si fuera poco, en este último tramo, Lihué
Prichoda se consolidó como uno de los recambios importantes en los segundos
tiempos para intentar abrir -con más velocidad y gambeta larga que juego
asociado- defensas que resultan impenetrables.
Apuesta a las sociedades para armar juego en el medio. Toledo,Yeri y Noir, por derecha; Tagliafico, Cazares y Bertolo, por izquierda. |
Esta
ambición que parte del banco hacia dentro de la cancha, a veces termina siendo
contraproducente y lo que era un empate se convierte en una derrota. Por
ejemplo, en la fecha 16 Banfield perdió por primera vez como local, ante Huracán.
El encuentro, como casi todos, era dominado por el Taladro, pero no encontraba
los huecos para traducir la tenencia en el marcador. Con el 0-0 Almeyda mandó a
la cancha a Cazares en lugar de Toledo (enganche por defensor a los 9 minutos
del segundo tiempo) y el Globo se puso en ventaja minutos más tarde. El DT
respondió con otra modificación del mismo estilo: Requena por Bettini (enganche
por defensor a los 20 del segundo tiempo) y el encuentro finalizó 2 a 0 para
los visitantes.
Lo
mismo ocurrió en la siguiente derrota en el Florencio Sola, contra Sportivo
Belgrano por la 24ª fecha. Banfield atacó todo el partido, transformó en figura
al arquero rival, contó con una docena de situaciones de gol y terminó
descompensado en el fondo. Con Erviti,
Prichoda, Salcedo, Chávez y Bertolo en la cancha, un par de contraataques de
los cordobeses, ya en tiempo adicionado, lo dejaron con las manos vacías: 0-2.
Cambian los nombres pero se mantiene el cuarteto ofensivo: El ecuatoriano Cazares es el eje y arriba sobra peso ofensivo y variantes con Noir, Chávez, Salcedo y Bertolo |
La cara
positiva de esta moneda es la búsqueda constante, el hecho de priorizar los
tres puntos antes que cuidar la unidad obtenida. Y eso también se refleja en
los números: contando hasta el empate
contra Ferro en la fecha 27, Banfield triplicó su cantidad de goles en el
segundo tiempo en relación con el primero. Por insistir, por ir quebrando al
rival, por mantener su vocación de ataque, metió 34 tantos en la segunda etapa
y 11 en la primera. Es, por lejos, el mejor equipo en los segundos tiempos,
sólo sufrió 10 goles en contra en los 27 partidos y consiguió casi el 70% de
efectividad. El contraste es llamativo con la primera parte de los partidos,
cuando los rivales están más frescos y concentrados para abroquelarse cerca de
su arquero, el Taladro apenas cosechó el 38% de efectividad y se fue ganando al
vestuario en sólo 4 de los 27 primeros tiempos.
Con
sólo decir que en la fecha 27 no ganaron ninguno de los 11 primeros del
campeonato alcanza para graficar lo parejo que está la B Nacional. Cuanto más
se acerca la recta final más aumentan los nervios (el caso de Independiente es
el más simbólico por peso específico) y cada punto puede cotizar caro para
volver a Primera. En este escenario, el líder Banfield sacó diez de los 18 puntos
en disputa en las primeras seis fechas de 2014; su escolta, Defensa y Justicia,
cosechó nueve y el Rojo, que está tercero, apenas cinco. Todos bajaron su
performance, pero el equipo de Almeyda respetó como ninguno esa etiqueta que
supo colocarse como distintivo. Por nombres y por cantidad, sabe que tiene las
mejores cartas del mazo de la B Nacional. Su saludable apuesta es jugarlas todas
juntas. Algo que es poco habitual en el fútbol plagado de cuidados y miedos.
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