Los goles de Icardi dieron ilusión al Inter, pero los errores
defensivos hicieron que el partido finalice empatado 2-2 frente a Bologna. Una
igualdad que poco le sirve a los de Mazzarri. Milito falló un penal sobre el
final.
Transcurre
el último minuto del partido. Hay una pelota parada ofensiva para el Inter, que
se juega el resultado en ese lapso del encuentro. Pero lo ejecutan mal, y se
lanza la contra. Con una velocidad supersónica, Lazaros corre y gana el balón.
Llega hasta tres cuartos, lo envía al centro, Acquafresca llega de frente y
patea. Tapa Handanovic, toma el rebote el mismo delantero y la envía al lado
del palo. Increíble, en la jugada que cerró el partido, el Bologna estuvo a muy
poco de llevarse la victoria del Giuseppe Meazza.
Un Inter
inmiscuido en una temporada intrascendente, en la que esta jornada y el
marcador final seguramente lo perjudicarán en su ambición –corta, pero ambición
al fin- de ingresar a la próxima Europa League. En los planes, estaba una
victoria ante este rival como local para llegar a lograr los objetivos
propuestos al comenzar el año. Aunque termina el choque con los murmullos y
silbidos de los aficionados, que ven como se les escapó una muy buena
oportunidad.
Al
principio, todo era ilusión en la nochecita de Milán. Porque Palacio se recostó
sobre la banda izquierda, se asoció con Nagatomo, y llegó el primer gol. El
japonés envió un preciso centro al corazón del área e Icardi, con un muy buen
anticipo, convirtió el tanto que empezaba a darle la victoria al Neroazurro. Durante
la primera media hora de juego, el Inter tuvo una buena actuación, porque hubo
rotación en ofensiva, muchos y productivos movimientos. Acumuló situaciones,
frente a un rival que solo esperaba y no tenía con qué lanzarse a la contra.
Pero el equipo
que dirige Mazzarri, además de no solucionar las facetas de su filosofía,
también se encarga de facilitar las cosas a su adversario. En la primera jugada
con claridad que desarrolló Bologna, el resultado pasó a ser el de empate en
uno. Gestación por la derecha, Handanovic tapó un remate y dio un rebote largo.
Desde el ingreso al área, Pazienza le pegó con tanta fuerza que nada pudo hacer
el portero local.
El conjunto
dueño de casa tuvo el dominio, manejó la pelota, pero en la primera situación
clara del rival, concedió la igualdad. Junto a eso, nunca ganó en pelotas
aéreas defensivas. Hizo más, pero se fue al descanso empatando. Cambiasso
equilibraba los ataques masivos que desarrollaba el Inter, pero eso no
alcanzaba y, con poco, el Bologna se aprovechaba de una defensa que no supo en
ningún tramo del partido ocupar los espacios en las transiciones.
Las características
marcadas en el juego de los de Mazzarri continuaron, pero se acentuaron durante
la segunda mitad. En cada minuto que pasó, ante la obsesión de ir por el único
marcador que servía, la victoria, se hizo repetitivo, atacó por mera obligación
de asumir riesgos, sin ideas ni variantes en los últimos metros. Llegaba hasta
tres cuartos de cancha, y ante la gran cantidad de jugadores en faz defensiva
del visitante, se nublaba y no podía terminar lo que producía.
Más allá de
esa anemia futbolística, nuevamente emergería Icardi, el salvador de una mala
noche para el local. Recibió cerca del vértice izquierdo del área, se hizo el
espacio y sacó un derechazo precioso. La pelota fue al ángulo, pegó en el palo
e ingresó. Un golazo que sigue marcando la evolución en el rendimiento del
delantero argentino, después de sus ya conocidas apariciones mediáticas y
lesiones.
Icardi hizo dos. El segundo, un derechazo precioso. |
Luego de la
conquista del ex chico de La Masía y la ventaja, ahora sí Inter parecía
llevarse la victoria. Pocas veces lo atacaban, pero escalonaba las marcas de
una manera esperpéntica en su línea de tres y en el retroceso, y las mínimas
llegadas contrarias se traducían en peligro. Entre esas escasas oportunidades,
Koné consiguió empatar nuevamente ante una pasmosa defensa, que miró
atentamente como el volante envió la pelota a la red.
Los de
Mazzarri tomaron la lanza y fueron nuevamente en búsqueda del triunfo. El
ingreso de Kovacic, que propició el necesario juego interior, daría sus frutos
a pocos minutos del cierre. Inició la jugada, y dentro del área Palacio quiso
girar cuando lo tomaron de la camiseta. Penal claro, una chance única para
maquillar el mal nivel con la positividad del resultado. Pero no, Milito, que
recién había ingresado, pidió ejecutarlo y se lo tapó Curci, después de un
adelantamiento evidente que el árbitro no sancionó.
Con este
final, la crisis del Inter sigue agigantándose. No tuvo un buen juego, le costó
muchísimo poder desequilibrar ante un esquema cerrado del Bologna, y en cada
transición defensiva reinó el pánico. Pudo perderlo al final, pero esa vez la
suerte estuvo de su lado. El empate no es lo que mejor se ajusta a su objetivo
de entrar a competición europea. Mientras, en la visita consiguieron lo que
fueron a buscar, estuvieron cerca de lograr algo más, pero siguen en la parte
baja de la clasificación.
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