El Manchester City sufrió ante el Sunderland, pero no se puso nervioso y dio vuelta el partido. Se quedó con la Copa de la Liga y Manuel Pellegrini conquistó su primer título en Inglaterra.
En el marco de una clásica final inglesa como lo es el
partido definitivo de la Copa de la Liga, existía un enfrentamiento
latinoamericano. Pellegrini y Poyet se enfrentaban en Wembley con la vista
puesta en el mismo objetivo: campeonar en la primera competencia que llega a su
fin.
El uruguayo salió a la cancha con un 4-5-1 con mucha
contención defensiva para poder anular a los talentos individuales que poseen
los citizens. Cada movimiento estaba previamente pensado y todo tenía lógica,
desde la salida por abajo sin regalarle la posesión al medio rival, hasta los
pelotazos a las espaldas de los centrales (preferentemente de Demichelis). En
cambio, el chileno paró el mismo equipo que suele utilizar sea cual sea la
situación. El hecho de ser protagonista y favorito, lo condena a tener que
imponer el juego y que su rival juegue en base a lo que ellos planteen. Así,
salió con el clásico 4-4-2 con Nasri y Silva abiertos por las bandas cuando
tienen la pelota y como internos cuando el juego esta por el otro lateral.
Los primeros minutos fueron como se esperaba, el Sunderland
se quedó a la espera y el City sin apuro esperó el momento oportuno para
lastimar. Sin embargo, la primera defensa en ceder no fue el muro de Poyet, sino
la del City, que tras un mal retroceso, Adam Johnson jugó a la espalda de
Kompany para Borini y el italiano definió con categoría y poco ángulo ante la
salida en falso de Pantilimon.
Y con el gol la historia cambió por completo. A los de
Pellegrini se le derrumbaron todos los planes en una jugada, el partido había
cambiado completamente y el Sunderland jugaba con la ventaja de tener el
resultado a su favor. Los de Poyet se recularon y jugaron a la falta de ingenio
de lo citizens y las contras que en tan sólo diez minutos ya le habían dado
rédito.
El camino fue el correcto. Los de Manchester se veían
escasos de ideas y con el planteo ultra defensivo y todo el Sunderland en campo
propio, sufrió durante 35 minutos la impotencia de no hallar los medios para
romper y profundizar en una defensa de diez hombres que tan sólo dejaba a
Borini parado donde habitualmente lo hace en retroceso un centrocampista
ofensivo. Ni Silva ni Nasri lograron ser precisos con la pelota en sus pies. La
defensa estaba compacta en el fondo y la única forma de generar espacios era
mover la pelota y junto a ellos la defensa, pero el ritmo no era suficiente y
la velocidad con la que giraba la pelota de lateral a lateral regalaba segundos
para acomodar una defensa entera. Además la falta de fútbol de Agüero tras la
lesión, y la poca movilidad de Dzeko dentro del área aportaron más problemas
que soluciones.
En el segundo tiempo, el city salió con el mismo objetivo:
presión alta, no dejar jugar al Sunderland de contra y dar vuelta el resultado.
Los de Poyet en cambio, fueron a buscar más arriba el intento de sentenciar el
partido con otro gol, porque de seguir el mismo partido tenía todas las de
perder. Sin embargo, poco le duro el intento de querer ser protagonista. Los de
Pellegrini se reencontraron con su juego y desde el arranque del complemento
jugaron en terreno rival aunque con falta de juego, pero con mucha categoría
individual.
El City se encontró con el gol porque hace un par de años
pagó alrededor de 30 millones por el talento de Yaya Touré. El nacido en Costa
de Marfil sacó un derechazo desde 25 metros que terminó colando en el ángulo
superior del palo derecho de Mannone. La paridad después de 45 minutos con
ventaja del Sunderland duró poco, un minuto después del empate apareció otro
talentoso como Nasri para sacudir el arco rival desde el borde del área con un
remate soñado.
El City lo ganaba sin merecerlo demasiado. Tampoco era
injusto, pero la posesión y el dominio de la pelota en campo rival no había
sido tan hiriente como para pasar arriba en el marcador en escasos minutos.
Había hecho poco el equipo de Pellegrini como para estar ganando. El golpe en
el equipo de Poyet cayó como un balde de agua fría, y buscó en Fletcher y
Gardner opciones para buscar el empate en los últimos minutos.
Nada cambió demasiado, el City siguió siendo el dueño del
partido y lo liquidó por la vía preferida de los albirojos: de contra. En uno
de los últimos intentos de los de Poyet, Alonso perdió la pelota cerca del área
y corrió contra una defensa jugada al ataque. La conducción de Touré fue
perfecta para aprovechar la superioridad numérica, y la velocidad de Navas fue
clave para recorrer 80 metros a tiempo y llegar con resto para definir con
derecha.
Al festejo fueron todos, inclusive Pantilimon, y se soltaron
los primeros gritos de campeón. El 3 a 1 a falta de cinco minutos (cuatro de
adicional), fue demasiado para un equipo que había perdonado minutos atrás en
un centro que Fletcher no se animó a concretar con pierna diestra y lo
desperdició.
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