El Liverpool aniquiló a un muy tibio Arsenal. Fue 5-1 en Anfield; los locales ya se imponían 4-0 en apenas 19 minutos. Los de Wenger perdieron el liderazgo en la Premier.
El partido de la semana tenía cita el sábado temprano, y en la previa el duelo iba a ser reñido y difícil de elegir un favorito. El Liverpool llegaba con mejor ritmo, pero a las irregularidades del Arsenal en los últimos partidos, las tapaba el privilegiado puesto de líder. Sin embargo, en la cancha no se respetaron posiciones, y los Reds se hicieron fuerte ante su gente, ya que perder una vez más les sacaba todo tipo de ilusión de pelear hasta el final por el campeonato.
El partido comenzó y los dirigidos por Rodgers salieron a jugar el partido como una final, concentrados y dispuestos a pelear cada pelota como si fuese la última. El trámite del partido era una invasión armada a un pueblo indefenso sin métodos para resistir el avance. Es que los de Wenger estuvieron 20 minutos sin encontrar un propósito en la cancha, sin atacar, sin lastimar, y defendiendo mal, mientras tanto, el Liverpool hacía lo que quería, jugaba por abajo, preciso, y casi que no le costaba pisar el área de Szczensy.
Sin dudas, esos trágicos 20 minutos fueron los peores del Arsenal en el año, y el costo fue realmente caro y asombroso: cuatro goles en contra en apenas 19 minutos de juego sin presentar oposición. En la primer pelota parada el visitante ya perdía uno a cero, y eso, tal vez fue lo que rompió con todos los planes previstos. Después fueron tres avances más en lo que el local encontró con contundencia la red de su rival.
El equipo dentro de la cancha no tenía nada que ver con los de Wenger, mucho menos con el Arsenal de estos últimos tiempos, en los que se hacía dueño de la pelota, y con buen juego acorralaba a su rival. Esta vez, el Liverpool le sacó protagonismo y se adueño de la esférica desde el comienzo del partido. Arteta, Cazorla, Ozil y Wilshere se sintieron incómodos sin la posesión y demostraron todas sus falencias a la hora de defender. Además, cada vez que atacaron, se los vio nerviosos e indecisos, sin la triangulación habitual, y Giroud quedó casi siempre fuera del circuito de juego.
Las transiciones de los Reds parecían perfectas, dinámicas, y una vez frente al arco, contundentes. Los primeros 20 minutos fueron de excelencia. De hecho, el Liverpool podría haber convertido más de lo que lo hizo, Suárez estalló un disparo desde fuera del área en el palo y Sterling también tuvo su chance desperdiciada. Coutinho fue el gran acompañante del tridente ofensivo, y más atrás, Gerard y Henderson tuvieron un rol clave en la recuperación y salida rápida del equipo. El juego al ras del piso y las pelotas en profundidad para jugar a las espaldas de los centrales, fueron el crucigrama sin respuestas de los londinenses.
Cerca de la media hora de la primera parte, el Arsenal comenzó a encontrarse mejor con la pelota, pero el partido ya estaba 4-0 en contra, y el dominador seguía siendo el Liverpool pese a la mejoría. La delantera siguió haciendo de las suyas contra los desconocidos Metersaker y Koscienly, que perdieron en varias ocasiones sus espaldas. Los londinenses sufrieron los ataques más intensos por el sector más débil de su defensa: el lateral derecho de Sagna. El francés dejó descubierto su sector en el afán de aportar algo distinto al ataque y sus compañeros sufrieron más de la cuenta.
En el segundo tiempo, el partido sería de trámite más parejo. La intensidad de los Reds decayó, y dejaron crecer al Arsenal, pero estaba claro que ya ni los de Wenger, ni el Liverpool estaban dando el 100% en un encuentro que estaba liquidado desde el minuto 20 de la primera parte. Por ende, el complemento fue casi protocolar, aunque a Suárez, con alma uruguaya, no le gusta sacar el pie del acelerador y siguó buscando como en el comienzo del partido. Pero ya no era lo mismo, el equipo tenía la cabeza puesta en la continuidad de la Premier y más precisamente en el próximo encuentro contra el Fulham para no perderle pisada a los principales favoritos.
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