En un partido que cruzó realidades, Milan y Torino no se sacaron
ventajas y terminaron empatados 1-1. El planteo de Ventura fue muy bueno,
aunque duró en su máxima expresión solo los primeros 45 minutos.
La presente
temporada habla de una mala realidad del Milan, que cambió director técnico en
el comienzo de este año, y de un Torino que, con sus limitaciones, es una de
las revelaciones del Calcio. Esos dos puntos ambiguos del fútbol italiano
chocaron este sábado en San Siro y salió un gran partido desde varios puntos de
vista. Un empate final que le sirve mucho más a los dirigidos por Ventura, pero
que le cae muy bien a lo que fue el desarrollo del encuentro.
Desde un
primer momento, no era nada descabellado pensar que el Toro,
en condición de visitante, podría llevarse algo en su visita a los de Clarence
Seedorf. Y se verían los primeros síntomas de lo pretendido por ambos ya en los
primeros minutos, con un planteo inteligente por parte del que, a priori, no
era considerado favorito para esta cita.
El Torino,
que en este mercado de pases se vio fuertemente afectado por la venta al Inter
de uno de sus mejores jugadores como D’Ambrosio, suplió su ausencia en este más
que importante partido con una gran complementación entre Maksimovic y Darmian,
que aparece como el sustituto natural del transferido. De esta forma, el brasileño
Robinho fue reducido casi a la nada y nunca pudo desnivelar. Así, desapareció
una de las fórmulas del Rossonero.
Los de
Ventura se pararon cerca de su área con dos líneas bien plantadas, con una
férrea marca y una defensa solvente. Recuperaban ante un Milan muy repetitivo
en sus mecanismos de ataque y salían a velocidad letal a la contra. El entrenador
visitante entendió desde un principio que a este Milan hay que atacarlo y desde
un principio lo hizo. Además, esos métodos se veían fortalecidos ante las
deficiencias exhibidas por el local por el carril central, ya que los espacios
que dejaba el doble pivote de Muntari y Montolivo no eran rápidamente cubiertos
por un zaguero central lento como Bonera.
Precisamente
con este error en el dueño de casa y la consecuente desorganización en el
retroceso, Torino consiguió el primer gol del encuentro. Una salida muy veloz
post recuperación, y Ciro Immobile (de brillante partido) le comió la espalda a
Rami, eludió de forma perfecta a Bonera y definió con categoría al segundo
palo. Golazo. Otro error conceptual del zaguero, que quiso anticipar al centro
delantero contrario con su pierna hábil y le regaló muchísimo espacio a los
costados, siendo último hombre.
Immobile fue uno de los destacados |
La tónica
se repitió durante todo el primer tiempo. El sueco Farnerud pudo sacar más
diferencia aún con un cabezazo que increíblemente se fue por arriba desde el
área chica con otra gran transición ofensiva. En la otra área, el arquero Padelli
se convertía en figura al tapar dos claras a Pazzini -una de chilena,
espectaculares reflejos- y una a Kaká. Igualmente, los de Seedorf carecían de
claridad para originar jugadas de peligro. En esa etapa inicial funcionó a la
perfección el plan de Ventura, que también tenía en Vives un pasador muy
preciso en largo para aprovechar a un Cerci que atacó muy bien los huecos que
dejaban los defensores adversarios.
Pero para
el segundo tiempo, el trámite del encuentro se modificaría. Otra actitud,
notoriamente en el Milán, que se paró mucho más adelante que en los primeros 45
minutos, con la idea de recuperar y generar ataques cortos, y ejerció una
enorme y asfixiante presión en la salida por bajo del Torino, característica
fundamental en esta temporada de la visita.
Llegó la
igualdad, con un muy buen desprendimiento de Rami, aquel defensor que se había
ido muy mal del Valencia. Quitó la pelota en la mitad de la cancha, zona donde
estaba parada la defensa desde el comienzo del complemento, y se lanzó al
ataque. Hizo una gran pared con Muntari y sacó un remate con su derecha que
resultó imposible para el arquero rival, que con la única con la que no pudo
fue la del gol. Y el tanto no sería lo único que haría el zaguero, que fue casi
impasable en el segundo tiempo, aunque Immobile lo obligó por momentos y lo
complicó demasiado en lo general del partido.
Lo que se
esperaba después de que el Milan empardara antes del primer cuarto de hora de
la segunda etapa era que se vuelque sobre el arco contrario y consiga la
ventaja, aunque se fue quedando sin resto físico, bajó la intensidad con la que
había iniciado y Torino mejoró en defensa. Aunque el cambio en 15 minutos de
entretiempo fue mucho, los conducidos por el holandés mostraron otra cara
totalmente distinta, mejoraron y permitieron menos contragolpes.
Para el
final quedaría un Torino que se animó en los últimos minutos, un El Kaddouri
que manejó un poco mejor la pelota que Farnerud y la silbatina total de los
aficionados para Robinho en su salida. Honda terminó siendo muy individualista
y ni siquiera los ingresos de Petagna y Saponara pudieron darle la victoria al
Milan. El plan del Toro fue perfecto
por un tiempo, en el segundo sufrió la ira de un grande, aunque supo aguantarlo.
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