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La casa invita

El Valencia se llevó un triunfazo de su visita al Camp Nou. Fue 3-2, todo facilitado por el penoso nivel del Barcelona en defensa. Los de Martino y una derrota preocupante.





Imagen uno. El Barcelona gana, Messi arranca en una de sus típicas galopadas y tiene dos opciones claras de pase para ampliar. Sin embargo, está empecinado en marcar, la despilfarra y se ríe junto a Jordi Alba, el receptor frustrado. Los culés juegan a sus anchas y el partido tiene aroma a goleada. 

Imagen dos. El Barcelona juega con diez y está perdiendo 3-2. el clima ya no es el mejor y el equipo juega apurado en ataque y es un desconcierto en defensa. Iniesta intenta un cambio de frente, pero estrella la pelota en Messi a quien tenía a poco menos de 5 metros. 

Parecerían capturas de dos juegos diferentes, pero no. El Barcelona perdió un encuentro que tuvo para sentenciar en la primera veintena de minutos y que terminó padeciendo. El Valencia, por su parte, con algunos ajustes y mucho de atrevimiento se anotó una de esas victorias tienen un valor que excede largamente lo numérico. 

El comienzo no fue el deseado por Pizzi y los suyos. No tanto por el gol inicial de Alexis Sánchez a los 6 minutos. Sino por lo que sufría en la transición defensiva. Intenta atacar al local y por momentos lo hacía, pero la vuelta se transformaba en un martirio y Messi encontraba espacio a las espaldas de Oriol Romeu y Javi Fuego. Las opciones para ampliar se sucedieron pero la impericia en el último toque y la avaricia de Messi generaron que los culés no se fueran por más de un gol de ventaja al entretiempo.

Y después llegó el happy hour. Como ese oficinista que siente que ya terminó su trabajo y se puede relajar, el Barcelona se desentendió del plano defensivo. Tan contundente como suena; y bueno, el visitante aprovechó las rebajas en tragos y se hizo una fiesta con un bartender tan generoso. 

Parejo, antes del final del primer tiempo aprovecharía para robar, ir hasta el fondo y tras una pared con Feghouli -una de las figuras del juego- poner el empate. Lo expuso a Piqué. El mismo Piqué que quedaría en ridículo en el tercer gol, una acción tras un saque de banda en la cual dos jugadores del Valencia -sentenciaría Alcácer- se mofaron de los siete defensa del conjunto catalán. En esa maniobra, además del "3", Busquets y Alba -responsable junto a Dani Alves del segundo tanto, un cabezazo del diminuto Piatti- quedaron pagando. Valdés no estuvo en una tarde particularmente feliz y no pudo sacar esas que suele repeler. 

Pero el mayor ajuste del Valencia se dio en defensa en ese entretiempo. Con una presión más baja ajustó la distancia entre defensa y mediocampo y Romeu, uno salido de La Masía, terminó redondeando un gran segundo tiempo. 

Es cierto, el Barcelona pudo haber empatado. De hecho puso el juego empatado con un penal de Messi -mal sancionado- y tras el 2-3 gozó de dos chances con el rosarino para igualar. Leo, en la última, jugó dos paredes y frente a Diego Alves definió abajo, pero el brasileño se lo negó con el pie. El punto hubiera sido demasiado premio para un trabajo defensivo horroroso. 

Un equipo corrigió los errores y el otro terminó entregando regalos inconcebibles. El Barcelona sintió algo que no suele suceder: que Busquets esté desacertado. El pivote defensivo es pieza esencial y hoy no estuvo acertado, potenciando los errores de otros jugadores que en general suele maquillar. 

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