El Rojo cayó a la Segunda División del fútbol argentino y tuvo que reinventarse. Los inicios no fueron fáciles pero actualmente atraviesa un buen momento. Regresar a Primera es la misión y De Felippe busca el mejor funcionamiento.
Independiente culminó su temporada 2012/13 con un resultado inédito, que lo llevó a afrontar una categoría hasta entonces no conocida en su historia. La dirigencia le otorgó un nuevo voto de confianza a Miguel Brindisi, encargado de dirigir los últimos diez partidos en Primera, a pesar que existían voces encontradas al respecto, que clamaban por un técnico conocedor de la divisional.
Independiente culminó su temporada 2012/13 con un resultado inédito, que lo llevó a afrontar una categoría hasta entonces no conocida en su historia. La dirigencia le otorgó un nuevo voto de confianza a Miguel Brindisi, encargado de dirigir los últimos diez partidos en Primera, a pesar que existían voces encontradas al respecto, que clamaban por un técnico conocedor de la divisional.
El
proyecto Brindisi comenzó mal y acabó rápidamente con un saldo de dos puntos de
12 posibles, dentro de una serie de inconvenientes que incluían críticas al
armado del plantel, falta de cohesión futbolística en el once inicial,
fragilidad defensiva y previsibilidad en ataque. El hombre designado en su
reemplazo fue Omar De Felippe, con pasado en el club como ayudante de Julio
Falcioni, y con un historial de grandes campañas con Olimpo y Quilmes. A ambos
clubes los depositó en Primera División y logró mantenerlos allí, aún peleando
palmo a palmo con River y con Independiente, respectivamente.
Con
De Felippe y su política de trabajo, el conjunto de Avellaneda ganó en orden y solidez,
consiguiendo más del 70% de los puntos disputados y perdiendo un sólo partido
de 19, culminando la primera rueda en puestos de ascenso. Aquí trataremos de
esbozar las claves de dicha recuperación.
Inicios en la Primera B Nacional
Brindisi
optó por conservar a la mayoría de los jóvenes que afrontaron el final de la
campaña de descenso. Emigraron los contratos altos y sólo permanecieron Tula y
Morel Rodríguez dentro de los veteranos que dieron la cara. Se sumó gente en la
mitad de la cancha (Martín Zapata, Alderete, Razzotti), un lateral (Christian
Núñez), una apuesta ofensiva (Pisano) y
varios centrodelanteros (Menéndez y Penco, más la vuelta de Facundo Parra).
El
equipo osciló entre un 4-3-1-2 y un 4-4-2, con Montenegro de enlace o segundo
punta, y responsable absoluto de la creación de juego. El ciclo estuvo signado
por la improvisación, en donde hasta parches momentáneos de partido (Mancuello
de doble cinco ante la expulsión de un compañero) terminaron siendo un recurso
para encuentros siguientes.
Reestructuración con De Felippe
Omar
mantuvo el status quo en su primer encuentro con Independiente Rivadavia, pero
a partir del segundo partido introdujo el sistema que utilizó de allí en más:
Un 4-2-3-1 flexible que en defensa exige el repliegue de alguno de los volantes
de ataque.
Arquero/defensa
De
Felippe continuó con Diego Rodríguez en el arco, que le ganó rápidamente la
pulseada a Assmann como arquero titular. Más allá de su calidad en reflejos,
Rodríguez aporta el plus de sentirse confiado en el juego de pies, vital en un
esquema que pretende hacerse del dominio del balón.
La
defensa fue rotando muchísimo de nombres. El teórico ideal de
Vallés-Tula-Velázquez-Morel apenas pudo disputar dos encuentros de 23. La virtud
del técnico fue hallar algo de solidez a través del juego en conjunto y más
allá de las individualidades. Independiente exhibía fragilidades a las espaldas
de los marcadores de punta, y en el juego aéreo debido a su escasa altura. Una
decisión reiterada de De Felippe fue probar a todos y no relegar a nadie,
enfriando jugadores por una fecha o dos pero después redoblando la apuesta tras
apoyo táctico y mental. Sucedió con Vallés, Velázquez, Cáceres y Villalba, con
distintos resultados.
Vallés
fue el lateral derecho titular en 17 de los 19 encuentros. La zaga alternó
entre Tula (9 PJ), Velázquez (13 PJ), Morel Rodríguez (9 PJ) y Samuel Cáceres
(11 PJ. El lateral izquierdo fue cubierto por Morel, Lucas Villalba (8 PJ) y
Federico Mancuello (16 PJ) como un auxilio de emergencia.
Mediocampo
El
doble pivote terminó de definirse en la segunda mitad de la primera rueda.
Martín Zapata (18 PJ) resultó pieza inamovible, pero su ladero varió. Primero
Alderete (5 PJ como titular, 8 en total), luego Razzotti (7 PJ), hasta que
finalmente Marcelo Vidal se hizo del puesto (8 PJ de titular, 12 en total).
De
Felippe ubicó rápidamente a Montenegro como volante ofensivo detrás del
referente de área, y nunca lo modificó. Titularizó los 19 partidos del ciclo
del DT. A Matías Pisano lo hizo entrar desde el arranque en su tercer partido,
y no volvió a salir. Por izquierda sí hubo más rotación, entre Mancuello,
Leonel Miranda (14 PJ), Trejo (5 PJ) y hasta Monserrat (1 PJ fuera de su
posición).
Delantera
El
9 del equipo siguió siendo Menéndez (8 PJ), hasta que Parra (16 PJ) se puso a
punto físicamente. Penco (8 PJ) jamás fue titular y Fernández (4 PJ) parece
haber ganado escalones recién para la segunda rueda.
Funcionamiento ofensivo
Independiente
se tornó previsible en los primeros encuentros con Montenegro como única fuente
generadora de juego ofensivo. De Felippe se percató inmediatamente del problema,
y lo solucionó con pequeños ajustes. En primer lugar, Montenegro dejó de ser el
responsable de trasladar el balón o de recibir de espaldas en 3/4 de cancha.
Juega detrás del 9, con el arco de frente, y sin necesidad de eludir a dos o
tres rivales en cada posesión. El rol gambeteador fue asumido por Pisano,
ubicado a la derecha del Rolfi, pero con la posibilidad de enganchar hacia
adentro para aprovechar su mejor perfil al borde del área grande.
Mientras
con Brindisi el equipo estaba partido, y recurría mucho al pelotazo de los
zagueros para que Menéndez aguante balones de espaldas en busca de
infracciones, De Felippe fue lentamente inculcando el cuidado del balón y la
elaboración de juego a través del toque sin saltear líneas, pero siendo más
vertical que horizontal por características de plantel.
La elaboración de juego se inclina al sector derecho. Allí aparece Montenegro como opción de primer pase en el círculo central, pero buscando el toque corto con Zapata o Vallés para que ellos descansen en Pisano.
Vallés
se erigió como un criterioso lateral para ser elemento distractivo y pasar por
las espaldas de Pisano, mostrándose como posible receptor y/o arrastrando
marcas. Zapata, aún siendo barullero y con muy pobre desempeño en la
definición, es el futbolista encargado de la transición vertical
defensa/ataque, y tiene capacidad para ubicarse en el espacio vacío hasta
llegar al borde del área rival. Usualmente logra tener una o dos chances de gol
por encuentro, aún sabiendo que su responsabilidad es primeramente de
recuperación.
Con
Pisano como eje, crecen las variantes. No es un jugador estático y tiene
libertad para moverse por todo el frente de ataque, pero mayormente prefiere la
derecha. Montenegro, tras ese inicial primer pase, se reposiciona para recibir
el balón. Ello le otorga la posibilidad de hacer cambios de frente o colocar
pases en cortada, que constituyen hoy su principal aporte. Físicamente perdió
el primer paso, luce algo más lento de reacción y sobre todo no puede eludir
rivales como antes. Pero la claridad mental sigue estando, con lo cual el
binomio que hacen con Pisano le permite asumir esta nueva función.
Pisano,
por su parte, puede intentar encarar al lateral rival para testear el mano a
mano por la banda, pero el slalom cerrado al borde del área grande, o la
diagonal en esa dirección, es lo que permite arrastrar marcas y abrir espacios.
(Dos goles vs Crucero. Primero con
slalom y remate al arco. Segundo con arrastre de marcas y descarga)
La
otra variante es que Pisano, al recostarse metros atrás, facilite un corte de
Montenegro por sorpresa hacia el área.
(Primer gol a Ferro)
Parra
aporta algo que con Menéndez escaseaba. El rubio ex Lanús es sacrificado y
logra conseguir faltas a partir de su colocación del cuerpo, pero no resuelve
de primera para habilitar a compañeros. El nuevo rol de Montenegro, más la
presencia de Pisano, exigen de un 9 que juegue a un toque, volcándose a los
costados para permitir el acceso frontal al área de los volantes. El repliegue
de Parra hacia las puntas hace que Montenegro en ocasiones se sume al área. Y
cuando lo realiza hacia la derecha, facilita el slalom de Pisano o la subida de
Zapata, pero nunca a la vez. Más allá de eso, Parra juega ubicándose entre los
centrales y al filo del offside, esperando por algún pase entre líneas cuando
el medio junta marcas y abre espacios.
La
presencia de Vidal generó un plus en cuanto a la pegada de larga distancia tras
la captura de rebotes, pero también permite saltearse algún paso en la
elaboración de juego. Independiente no cuenta con defensores extremadamente
técnicos, y de allí su intención de llegar velozmente con el balón al círculo
central. Vidal tiene más claridad en su primer pase que Razzotti o Alderete, y
sabe cambiar de frente horizontalmente. Desde su ubicación puede optar por
localizar a Vallés o a Pisano para iniciar la gestión de juego, o por
centralizar en Montenegro.
(Gol vs. Gimnasia Jujuy. Larga distancia de Vidal)
El
flanco izquierdo es utilizado como variante, para abrir el juego después de
haberlo recargado sobre el otro sector. Mancuello o Miranda, reciben para tocar
en corto, tener un remate al borde del área, o para enviar el balón al punto
penal. El lateral tiene menos proyección, sea Villalba o Morel. Su subida es
ocasional y únicamente para centrar luego de recibir. Sí puede suceder que
Pisano decida trocar de punta por algunos instantes a los fines de distraer al
rival. Cuando ello sucede, Montenegro se presenta como alternativa de pase
cerca del borde del área.
Con
la presencia de Miranda, y Mancuello de lateral, sí se utiliza algo más esta
variante. Montenegro se presenta al medio y Pisano se cierra cerca del
semicírculo.
Funcionamiento defensivo
Independiente
con De Felippe pasó a convertirse en uno de los equipos con menos goles en
contra de la divisional, y mantuvo un invicto de 819 minutos sin ser vulnerado.
El
Rojo se para 4-3-2-1 (ocasionalmente 4-4-1-1) para defender. Zapata se vuelca
hacia la derecha, Vidal asume el control del centro del campo, y el volante por
izquierda es quien tiene funciones más de marca, siendo carrilero. Montenegro
se ubica por delante del mediocampo y Pisano ejerce un bloqueo meramente
posicional en la mayoría de los casos, pero con cierta obligación de bajar
hasta mitad de cancha si la generación de juego rival se inclina por su sector.
La
clave fue la inserción de Vidal en el once titular. Con él, Independiente jamás
recibió goles, brindando mayor despliegue, presión y capacidad para ir al piso
que Razzotti (un 5 de posicionamiento y de desplazamientos reducidos) o que
Alderete (un 5 con menos corte y con tendencia a jugar al límite). Zapata, cuya
actividad defensiva lo hace pieza importante del andamiaje, ya asumía funciones
de desdoblamiento y de presión constante del centro del campo hacia la derecha,
ejerciendo de rueda de auxilio de Pisano y de Vallés. El Rojo estaba carente de
algo similar por el otro sector, donde era atacado a las espaldas del volante
izquierdo y jugaba mano a mano en posición del 3, en donde Mancuello (falta de
oficio), Villalba (aún por madurar) o Morel (falta de velocidad en el duelo
personal) otorgan alguna ventaja. Vidal permitió aceitar ese funcionamiento con
presión alta y relevos sobre esa zona.
Vallés corrigió con De Felippe algunos inconvenientes que acarreaba, y se erigió como un lateral que no brilla pero que cumple en la marca (que no es su fuerte). Suele sobrejugar en la presión bien cerca de Zapata, ganando más por anticipo, y sabiendo que Tula o Cáceres están detrás de él para barrer. En el otro sector el 3 suele tener mayor recorrido por cubrir, por lo que se queda más, con Mancuello/Miranda, o después Vidal, ejerciendo la presión inicial. En caso de salir, es Velázquez quien juega al anticipo por detrás del marcador.
Los
centrales usualmente se enfrentan con equipos con un solo delantero centro.
Velázquez o Cáceres van más al choque en las divididas, sobrando Tula.
Aún
sin una actuación destacada en lo individual de ninguno de los hombres del
fondo, y sin ser todo lo hermético que la estadística aparenta reflejar, el
conjunto y el sustento del mediocampo han permitido mejorar una faceta que
estaba en deuda. Ello sumado a un buen nivel del Ruso Rodríguez, artífice de
atajadas clave en varios encuentros.
Pelota detenida
No
es un rubro en el que el Rojo se destaque. Carece de altura, teniendo al 9 de
turno, a Tula (aún dando ventajas de centímetros) y a Cáceres (suplente) como
únicos referentes capaces de anotar en el área rival por vía aérea. Velázquez
cuenta con la altura pero no cuenta con el olfato.
Las
pelotas quietas son propiedad de Pisano o Mancuello con el pie zurdo, y de
Montenegro o Miranda con el pie diestro. Parra se ubica en el centro. Tula hace
movimientos del centro hacia adelante en busca de poder primerear a su
marcador, mientras que Cáceres o Velázquez van por el segundo palo. Zapata y
Vidal quedan para el posible rebote, mientras Morel y/o Vallés son los últimos
hombres. En remates directo al arco, Montenegro suele ser dueño exclusivo.
(Gol a Sarmiento. Parra al centro, Cáceres por detrás)
En
defensa, De Felippe prefiere la marca personal con Parra yendo libre al primer
palo. Tras zozobras con Sarmiento, Talleres y Almirante Brown que costaron
goles tempraneros del rival, este apartado no ha sufrido mayores problemas.
Cuando Morel pasó a ser lateral, ello permitió el ingreso de un central con más
altura para marcar en el área propia. Razzotti se mostraba deficiente en este
rubro, cuestión que no se repitió con Vidal. La línea de defensores se ubica en
una posición tradicional, no muy adelantada, mientras que Rodríguez no es un
arquero demasiado osado en este tipo de jugadas.
Cambios con la presencia de Insúa
La
llegada de Federico Insúa altera un poco el panorama. El volante por izquierda
era el más marcador de los tres volantes ofensivos, aún con Miranda en cancha.
Pero igualmente siempre fue el puesto más discutible de los 11, donde nadie se
estableció como inamovible. Colocar a Insúa permite balancear más el ataque y
no volcarlo tanto sobre la derecha, y le otorga a Montenegro y Pisano otra
descarga a un jugador de probada técnica. Asimismo, brinda otro ejecutante de
pelota detenida.
Con Brown se vio que Insúa y Pisano pueden cerrarse para asociarse y crear espacios. Independiente triangula más por el medio, alternando sus vías de ataque y tornándose menos previsible. Parra hace de péndulo arrastrando marcas para que los volantes puedan ingresar por vía central, y el tridente intercambia posiciones, sobre todo los extremos.
Ejemplo de cambio de frente de izquierda a derecha. Ya Parra arrastró marcas, pivoteó y descargó en el doble cinco. Insúa y Pisano intercambiados, Montenegro más atrás. |
Además, Insúa sí puede aportar
gambeta por la punta izquierda, algo que no estaba en el repertorio el año
pasado.
(Gol
a Brown. Pivoteo de Parra, Insúa se filtra y encara)
Los
inconvenientes son primeramente defensivos. Si bien Insúa colabora en el
retorno, no es lo suyo. Y a los 34 años, no puede desplegarse todos los
partidos de esa forma. Tampoco ha estado Vidal para colaborar con él, lo cual
no permite sacar conclusiones definitivas. Sí se ha visto un doble cinco cuya
línea de presión la inicia más arriba, y con Zapata aún más sacrificado de
antes, extendiendo su recorrido por todo el ancho del terreno sin que eso le
quite presencia de ataque.
Los
laterales han subido muy poco, privilegiándose el posicionamiento de Vallés
para cubrir las espaldas de Zapata, y la subida del volante como alternativa.
Insúa con Boca Unidos quedó muy aislado: sin demasiados intérpretes con quienes
dialogar, y sin la subida distractiva de Mancuello. Allí es donde un volante
central puede brindar soluciones con juego directo y habilitación vertical al
trinomio creativo, pero Alderete no ha podido cubrir ese rol.
Su
presencia en el equipo es atractiva, generando expectativa en los propios y una
preocupación extra para el adversario. Siendo De Felippe un técnico amante de
la posesión pero equilibrado en sus transiciones ataque/defensa y
defensa/ataque, habrá que ver cómo termina ajustándolo.
Perspectivas
Independiente ha pasado de ser un equipo factible de ser vulnerado con facilidad a mostrar mejorías en la adaptación a la categoría. De Felippe ha inculcado una idea de juego a un plantel que no conformó, y que muestra algunas fisuras pero que en líneas generales denota solidez y entendimiento de qué se pretende.
Se
seguirá acentuando en la tenencia de balón y en el orden como basamentos, y
habrá que esperar para ver si el entrenador logra insertar satisfactoriamente a
Insúa en su estructura. La progresión invita a pensar que el Rojo logrará este
torneo retornar a la máxima división del fútbol argentino.
Aunque no sigo la B argenta, ni tampoco a Independiente no pude evitar leerme el laburazo de mi amigo personal (?) Marcos J.. Excelente análisis, estás para hacerle un cara a cara al Loco Bielsa.
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